Un camelo titulado Álvaro Mutis/ Harold Alvarado Tenorio

20131010-mutis.jpg

Tanto la llamada “poesía” como la “prosa” de Mutis son ejemplos flagrantes del arte de la sociedad de consumo. Un
“arte” que vende el mejor de sus productos: el rechazo ramplón de lo que conocemos como modernidad, con sus
ofertas de igualdad, libertad y fraternidad, consideradas por Mutis otras supersticiones de nuestro tiempo. Para él la literatura fue mera entonación o estilo, no comunicación. Heredero de la voz radial de Jorge Zalamea en sus traducciones de Perse, Mutis hizo de sus monodias presagio de la vacuidad, o como él prefiere llamarla: desesperanza.  Desde Los elementos del desastre (1952), Reseña de los hospitales de ultramar (1959) y Los trabajos perdidos (1964) el asunto fue lo mismo. Según José Miguel Oviedo “todos sus poemas revelan la misma actitud” pues animados por una idea fija, “todas las palabras empleadas en el fondo son iguales ya que es uno mismo el sentido que se les otorga…” Y agrega: “Mutis es uno de esos poetas que, a cualquier edad, escriban lo que escriban, dicen siempre lo mismo…” Cobo Borda ha descubierto, además, que “Un libro de Enrique Molina, Costumbres errantes o la redondez de la tierra, aparecido en 1951, manejaba los mismos tópicos de Mutis.”

http://www.alvaeno.com/LetrasTRLoctubre2013.pdf, pp. 44-48

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *