Una de las cosas que siempre ha llamado mi atención es la dificultad que parecen tener algunas personas para conferirles la categoría de seres humanos a cierto grupo de individuos, y para reconocerles sus derechos fundamentales. Cuando hablamos de ello en alguna de mis clases, siempre hay estudiantes que dicen algo asi como: “pero si alguien es terrorista y mató a inocentes, no tiene derecho a vivir”, “un violador de niños no tiene derecho a vivir”, y etc.
Ese manera de reconocer los derechos humanos a algunas personas y no a todas es expresión de un sesgo de pensamiento que, en mi opinión, consiste en no reconocer la identidad de ser humano como la identidad fundamental, mayor y más abarcadora que las identidades particulares. Es no querer ver que se es persona en primer lugar, y luego violador, terrorista, literato o asesino (incluyo lo de literato aquí porque alguna vez oí decir a un escritor la barbaridad siguiente: que él era primero escritor, que eso era lo más importante para él, y que todo lo demás debía supeditarse a eso, y que si por lo tanto para escribir “su obra” debía ver que alguien sufría sin ayudarlo, porque eso lo inspiraba para crear, pues no ayudarlo y nutrirse de su sufrimiento estaba plenamente justificado porque la obra es lo fundamental en la vida de un narrador).
La pregunta es: ¿Qué tipo de ejercicio cognitivo y afectivo están dejando de hacer las escuelas y las familias para que los estudiantes piensen de este modo? Leer más