Archivo por meses: mayo 2007

Internet y la memoria

Se ha hablado mucho de internet como una herramienta imprescindible de la era de la información, y se la concibe usualmente como un instrumento de comunicación. Aquí sin embargo quiero explorar la idea Vygotskiana de que internet es fundamentalmente un instrumento de amplificación y reorganización de la memoria humana. Para esto, creo necesario refrescar algunas ideas claves:

Primera idea a recordar: para Vygotsky el hecho humano no está garantizado por nuestra herencia genética (su postura, en este sentido, no es biológica), sino que se produce gracias a la actividad conjunta de los seres humanos, lo que supone que la actividad mental humana no se conduce en solitario ni sin asistencia, incluso cuando sucede “dentro de la cabeza” de un solo individuo. Esto es así porque la vida mental se vive con otros y toma forma para ser comunicada, además de que se desarrolla siempre con la ayuda de códigos culturales que son producto de la evolución -cultural y no meramente biológica- de la especie humana.

Ni la evolución ni el funcionamiento de la mente humana podrían haberse dado sin la cultura. Por mucho que el individuo pueda parecer operar por su cuenta al buscar significados, Vygostky mantenía que nadie puede hacerlo sin la ayuda de los sistemas simbólicos de su cultura. Usaré una analogía para explicar esto:

Mano humana

Pensemos en la mano humana. A través de miles de años, los seres humanos -empezando por los primeros homínidos- hemos desarrollado la capacidad de usar herramientas, algunas de las cuales amplifican las capacidades de nuestras manos. Así, los monos antropoides que usan una ramita de árbol para alcanzar la miel a la que no pueden llegar simplemente con sus dedos están usando una herramienta primitiva, al igual que los que usan una piedra para aumentar la fuerza de la mano y romper así una nuez. Un martillo, unas tijeras, un desentornillador o un compás -por mencionar algunas que ahora me vienen a la cabeza- son todas herramientas, productos culturales creados por los seres humanos y que amplifican las capacidades (fuerza, precisión, etc.) de nuestras manos. Las manos humanas no podrían ejecutar una serie de funciones -no serían lo que son- sin ellas.

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Artículo sobre la educación laica

Constantino Carvallo ha escrito en el último Ideele (el número 181 del año 2007) un interesante artículo sobre la educación laica. Como creo que vale la pena leerlo, pongo aquí la versión que está colgada en la página web del colegio Los Reyes Rojos, y que él amablemente me alcanzó. Recomiendo su lectura.

Entre el Amén y el Ave César – Constantino Carvallo

Actualización
Comentario de Gonzalo Gamio al artículo de Carvallo aquí » Leer más

El junior achievement

No hay programa educativo que me sea más aversivo por lo que representa que el Junior Achievement (quizá el de cultura de la legalidad esté pisándole los talones en la lista de programas nefastos, pero de ese hablaré en otro momento).

Cuando duermes - Henry Rodríguez

En el Perú este programa está liderado por la USIL, la Universidad San Ignacio de Loyola (la que, dicho sea de paso, no se cómo consiguió utilizar un nombre tan ligado a la Compañía de Jesús. ¿Lo habrán peleado los jesuitas?). Los que no conocen el programa pueden ver aquí la página del junior achievement worldwide y aquí la página peruana.

Dicho en sencillo, considero que el Junior Achievement es una expresión más de ese falso liberalismo que cree que el mundo entero puede (y debe!) entenderse solamente con la lógica del mercado. Sobre este debate, al que no entraré en este momento porque ya se ha dado inteligentemente en otros blogs, puede leerse aquí, y también aquí y aquí.

No estoy en contra a priori de que se desarrollen habilidades y capacidades que hagan que los niños entiendan mejor como funciona el mercado y puedan de alguna manera operar eficientemente en él (lo que no es malo per se), pero sí creo que la educación no debería presentar una visión parcializada de nada. Los niños y jóvenes, en aras de la formación del espíritu crítico y de la autonomía moral y de pensamiento tendrían que ser expuestos a todas las opciones. Junto con este programa, ¿por qué no les pasan también, por ejemplo, el ingenioso documental La Corporación? Pondría un poquito de polémica en una visión monolítica que intenta hacer creer a los niños y adolescentes en formación que las reglas del mercados son suficientes para mover el mundo y hacer felices a las personas.

Me pregunto además si este programa tiene algún componente de educación moral o formación ética empresarial. No lo sé, y no me sorprendería que no lo tuviera (me han contado cosas -que aunque no me constan son de buena fuente- que hacen dudar de que ese componente esté presente. Que me corrijan si estoy equivocada). ¿Veremos alguna vez un programa educativo de esta magnitud, que tenga la cantidad de recursos y el apoyo empresarial que este tiene, y que trate por ejemplo de la sostenibilidad planetaria, la inclusión y el reconocimiento de la diversidad, o los Derechos Humanos? Si alguien conoce alguno que me avise.
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Los globos y la ciudadanía

Paulo y yo fuimos nuevamente al teatro, esta vez a ver El viaje de Mallqui. Todo bien con la obra, que es entretenida. Sin embargo, a la salida observé algo que quiero comentar:

Globos

Al salir del teatro nos dimos con la sorpresa de encontrar muchos globos rojos, llenos de gas, pegados al techo de la salita de espera del teatro. Eran publicidad, y estaban alli para que los niños los cogieran, y en efecto eso hicieron. Todos como loquitos (Paulo incluído) se lanzaron a los globos y empezaron a jalarlos de las cuerdas plateadas con las que estaban amarrados. Hasta allí nada especial, hasta que de pronto me fijé que muchos niños que habían salido primero, especialmente los más grandes, no cogían uno sino dos, tres, cuatro y hasta ocho o nueve globos, y se iban con ese ramillete felices de la vida, acompañados de sus mamás (y lo recalco: acompañados de sus mamás), dejando sin globos a muchos de los niños que salieron del teatro después. Claro, los globos estaban pensados para que cada quien cogiera uno y no para que un solo niño se llevara ocho o nueve… lo más conmovedor para mí fué que había un grupo como de 20 o 25 niños muy pequeñitos (les calculo menos de tres años, iban en fila tomados de la mano), todos uniformados con un buzo celeste y acompañados de una monjita y un par de señoras que a todas luces eran de alguna institución de escasos recursos (y que probablemente estaban en el teatro por primera vez), y que se quedaron sin globos porque varios niños de 11, 12 o 13 años se los llevaron por racimos, sin que sus madres hicieran nada por impedirlo.

Más allá de lo desagradable que me resultó ver este espectáculo de apropiación a todas luces egoísta de un bien que debía ser usado y disfrutado por todos, hechos como este son los que nos deben llevar a repensar lo que verdaderamente significa aquel dicho que afirma que “la moral empieza por casa”. Si a los 12 años un niño (casi un adolescente) no tiene conciencia de que los globos que encuentran en el hall de un teatro no son solo para ella o para él, porque hay otros que vienen detrás y que tienen igual derecho y quizá incluso, por ser más pequeños, mucha más ilusión… uno debería preocuparse. Pero si sus propias madres, que se supone son las primeras encargadas de formarlos los alientan a seguir y salen con ellos del teatro con sonrisas de orgullo, sin haberse detenido a indicarles que no viven solos en el mundo y que los otros existen… ¿que podremos esperar luego de estos ciudadanos? Da terror de solo imaginarlo. » Leer más

Martin Luther King en la APA

Martin Luther King

Martin Luther King dió un discurso memorable en la APA en 1967. Aunque fué en el mes de Setiembre, hoy recordé que este año será el aniversario número 40 de ese discurso. En una época y una sociedad en que estas cosas no se decían, y en la que muchos psicólogos no cuestionaban en absoluto el status quo (al contrario, funcionaban a veces perpetuando las injusticias), King les dió la voz de alerta.

Este es mi extracto favorito del discurso de King:

There are certain technical words in every academic discipline which soon become stereotypes and even clichés. Every academic discipline has its technical nomenclature. You who are in the field of psychology have given us a great word. It is the word maladjusted. This word is probably used more than any other word in psychology. It is a good word; certainly it is good that in dealing with what the word implies you are declaring that destructive maladjustment should be destroyed. You are saying that all must seek the well-adjusted life in order to avoid neurotic and schizophrenic personalities.

But on the other hand, I am sure that we will recognize that there are some things in our society, some things in our world, to which we should never be adjusted. There are some things concerning which we must always be maladjusted if we are to be people of good will. We must never adjust ourselves to racial discrimination and racial segregation. We must never adjust ourselves to religious bigotry. We must never adjust ourselves to economic conditions that take necessities from the many to give luxuries to the few. We must never adjust ourselves to the madness of militarism, and the self-defeating effects of physical violence.

Puede leerse el discurso completo aquí.

Imagen tomada de aquí » Leer más

Mitos psicológicos

Foquita linda

Como soy profesora de varios cursos distintos, he ido identificando algunas creencias erróneas que muchos de mis estudiantes, tanto psicólogos como docentes (futuros y en ejercicio) tienen sobre diversos temas. Aquí he seleccionado algunas de ellas que me parecen relevantes por ser muy comunes, y he tratado de dar una respuesta muy sintética de cómo creo yo que se resuelve el mito. Espero que esto ayude en algo a revisar y redefinir estas creencias. Si alguien conoce más “mitos”, por favor que los comparta!

Mito 1:
El constructivismo aboga por la enseñanza activa. Por lo tanto, en un enfoque constructivista los niños deben hacer cosas todo el tiempo, mantenerse en movimiento y jugar.

Realidad:
El concepto de actividad del constructivismo se refiere a la actividad mental, y no a la actividad física. Por lo tanto, es un error equiparar ambos téminos. El concepto de actividad al que se refiere el constructivismo es el piagetano: operar sobre el mundo clasificándolo, seriándolo, encontrando relaciones de causa efecto, conservándolo, valorándolo, etc. Esto puede hacerse perfectamente sentado, siendo lo contrario tambien cierto: uno podría estar en movimiento y no estar necesariamente operando.

Mito 2:
El enfoque de Piaget es biológico, se centra en procesos internos y no toma en cuenta el ambiente.

Realidad:
No es posible el desarrollo humano sin la influencia del ambiente. El enfoque de Piaget, al ser constructivista, asume que el conocimiento es el resultado de la interacción entre los esquemas (o las estructuras operatorias, según el caso) del sujeto, y el medio en el que éste se desenvuelve. Es entonces falso decir que en su modelo no se toma en cuenta el ambiente.

Mito 3:
El Coeficiente Intelectual (CI) es un número estable que nunca cambia

Realidad:
El CI puede variar a lo largo de la vida según las personas reciben más o menos estimulación, se informan y aprenden, etc. Siempre una evaluación de CI da un dato aproximado, nunca un número exacto o inmutable.

Mito 4:
Fortalecer la autoestima y el autoconcepto de los niños fortalece también sus valores y los hace desarrollar moralmente.

Realidad:
Esto no es cierto. La autoestima y el autoconcpeto pueden estar basadas en aspectos que nada tienen que ver con la moral o la ética. Una persona puede, por ejemplo, apreciarse mucho (y tener así una autoestima elevada, como dirían algunos) porque es hermosa, porque ha nacido en determinado país, porque tiene dinero o porque es excelente deportista. Eso no la hace mejor persona ni garantiza absolutamente nada a nivel moral.

Mito 5:
Para no dañar a los niños en su autonomía no hay que ponerles reglas.

Realidad:
Creencia más extendida de lo que podría pensarse pero rotundamente falsa! Autonomía no significa anomia (ausencia de reglas), sino participación en la generación de reglas. Esto quiere decir que existen reglas de todas maneras, pues la convivencia resultaría imposible sin ellas. La autonomía implica, eso sí, participación en la construcción de esas reglas, y sometimiento voluntario a ellas porque la persona las considera justas y/o legítimas.

Iré introduciendo nuevos mitos (tengo una lista más larga que esta) en entradas futuras.
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¿Qué puede hacerse con el nivel de los estudiantes?

Dibujo de Paulo

Estoy sumamente irritada porque tengo que corregir 95 trabajos y la gran mayoría son malísimos. No me molesta solo la cantidad -es bastante pero la asumo, por algo soy profesora- sino sobre todo la calidad de lo que debo leer y corregir: errores ortográficos muy básicos, pésima redacción (a veces las cosas parecen escritas por cantinflas!), mucha copia de internet, ningún rigor para el manejo de fuentes y/o el tratamiento de los contenidos… Reconozco y confieso que soy exigente para corregir lo que producen mis estudiantes, pero también (creo), he aprendido con los años a tomar en cuenta las diferencias individuales y ser por eso un poquito más considerada y flexible. Mi pregunta es ¿hasta que punto? ¿Cuál es el límite para esto?.

Las universidades ofrecen ahora una enorme variedad de programas de extension, diplomas y cursos de post grado que, querámoslo reconocer o no, como deben autofinanciarse terminan muchas veces no seleccionando bien a los candidatos y recibiendo literalmente a cualquiera que postule, es decir, a personas que aun teniendo muy buena voluntad no cuentan con los requisitos mímimos para llevar estos cursos superiores. Se trata a veces de personas que hace muchísimos años no estudian, por lo que no están familiarizadas ya con el ejercicio académico (buscar fuentes, leer, sacar ideas, clasificar teorías y conceptos, argumentar, etc.). O es gente que trabaja, y que tiene poco tiempo disponible para dedicarse al curso. Otras veces son personas con mucha vocación y ganas de aprender, pero que donde están no tienen acceso a material alguno y con esas precarias condiciones (sucede mucho en los cursos virtuales en los que participan alumnos de pequeños pueblos del interior del país) enfrentan muy rudimentariamente el curso. Otras muchas veces se trata de personas que vienen sin los prerequisitos mínimos necesarios, ya sea porque han tenido muy mala escolaridad, o porque son de disciplinas muy disímiles a la del curso, o por alguna otra razón. Súmese a esto el que existe también un grupo de personas altamente desinteresadas, amigas de la ley del mínimo esfuerzo, y motivadas únicamente por la idea de obtener el cartón.

Para mí, este panorama resulta preocupante y desalentador. Soy enemiga de entender a la universidad como una empresa (puede verse aquí un artículo de Gonzalo Gamio sobre este tema, que yo suscribo plenamente), aunque entiendo (a regañadientas la verdad) que los cursos que las universidades ofrecen deben ser rentables. Pero entonces, ¿cual es la salida?. Lo planteo como pregunta porque por más que pienso no se me ocurre ninguna respuesta.

A lo largo de los años que llevo enseñando me he topado con casos terribles, por ejemplo, alguien muy motivado y que hace grandes esfuerzos pero que realmente no reune las condiciones mínimas necesarias para realizar un trabajo medianamente aceptable ni puede lograr los objetivos y aprendizajes del curso… la estabilidad laboral de ese alguien puede además estar supeditada a que apruebe el curso, con lo que una como profesora se enfrenta a dramas humanos y a dilemas morales enormes. O alguien que trabaja, y que argumenta que la empresa no le da permiso de salir y que por eso llega tarde (o simplemente no va) a clases. Yo digo (y se los digo a mis estudiantes, aunque me tilden de “dura”) que si no los dejan salir y no pueden venir a clases derrepente ese no es el momento de asumir llevar un curso, ya que no se pueden comprometer con lo que el curso demanda… Claro, la gente tiene derecho a estudiar y superarse, pero nuevamente, ¿cuál es el límite? Sigo sin saberlo.

Lo peor del caso es que las universidades ejercen muchas veces presión para que uno sea condescendiente. Me ha pasado más de una vez. Los organizadores del curso me dicen que tenga en cuenta que es gente que trabaja, que les de algún trabajito adicional cuando faltan a clases (alguna vez han pretendido que acepte que algún estudiante no venga nunca a clases, aun cuando existe un requisito que estipula una asistencia mínima), o que sea flexible y les anote al borde del trabajo que no se debe plagiar, pero que no los desapruebe por eso (contradiciendo incluso el propio reglamento de la universidad) ya que es gente que no está acostumbrada a estudiar y que debemos comprenderlos. Peor aún, en alguna universidad en la que por ese motivo no he vuelto a dictar curso alguno, me decían las autoridades que “en maestría no se jala”, y por esa razón me obligaron a darle una oportunidad a un alumno que no presentó su trabajo final (porque no le dió la gana en realidad) ¡un año después de terminado el curso!. En otro caso ocurrido en esta misma universidad una alumna me plagió a mi misma, se copió unas 5 o 6 páginas de un libro mío y me las presentó como trabajo final. La confronté y ví que no tenía noción alguna de lo que había hecho pues decía simplemente que ella estudiaba así, mandando tipear porciones de libros (lo que reveló para mí no solo un problema ético sino sobre todo uno intelectual…. ¿cómo creyó que no me daría cuenta o que no lo consideraría grave?). En fin… la desaprobé y luego me dí con la sorpresa al siguiente semestre de que había pasado el curso, pues alguien de “más arriba”, con la idea de que en maestría no se jala (y también seguramente para garantizar que esa alumna no abandonara una maestría ya con pocos alumnos), la había aprobado.

Asi están las cosas. Esa es mi percepción. ¿Cuál es la salida? Algunos dicen que los cursos teóricos no importan tanto y que lo relevante es que el estudiante apruebe los que son más aplicados o técnicos. Yo discrepo. A veces se ha intentado poner cursos de nivelación. ¿Va por allí la solución? No lo sé…. no tengo respuesta para este problema tan complejo. Pero como valoro la vida académica, lo que sí tengo es una tremenda y a veces angustiante preocupación.

Nota:
Para los que no son peruanos, jalar significa desaprobar.

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Desconexión moral – Albert Bandura 2/2

Sigo con el tema de la entrada anterior y coloco aquí algunos ejemplos cotidianos y muy sencillos de cada uno de los mecanismos que Bandura propone:

La justificación moral: a través de este mecanismo la conducta se hace personal y socialmente aceptable al presentarla como sirviendo a propósitos loables.

Ejemplo:
“No pagó lo que debía a sus trabajadores pero es lo que había que hacer porque era la única manera de salvar la empresa”

Lenguaje eufemista: A través de este mecanismo las conductas pueden tener diferente apariencia según cómo se les nombre.

Ejemplo:
“Mi hijo no es un delincuente, solo es un poquito movido”

Minimización o distorsión de las consecuencias: Este mecanismo funciona a través de la ignorancia o la minimización de los efectos del comportamiento.

Ejemplo:
“No pasa nada si tiro esta basura a la calle, es una cosa chiquita que no ensucia”

Comparación ventajosa: Mediante este mecanismo, los comportamientos se ven de una u otra manera según con qué se les compare.

Ejemplo:
“Yo no soy corrupto, corrupción es la del gobierno, yo soy un angelito al lado de esos delincuentes”

Desplazamiento de la responsabilidad: Implica oscurecer o minimizar la agencia de la persona en el daño que causa.

Ejemplo:
“Yo seguía órdenes, no eran mis ideas. A mí el jefe me dijo que firmara”

Difusión de la responsabilidad: Se difumina la responsabilidad por división del trabajo o por realizar una conducta colectiva

Ejemplo:
“Yo solo firmaba los informes. Era otro el que los llevaba a su destino. Yo no sabía quien los escribía ni para qué eran. No es culpa de nadie. Todos participamos”

Deshumanización: Este mecanismo implica alterar la percepción que construimos de las víctimas, al despojarlas de su condición de seres humanos o sus características como tales.

Ejemplo:
“No hemos matado personas sino gusanos comunistas”

Atribución de culpabilidad: Se considera a las víctimas culpables de los daños que reciben.

Ejemplo:
“Ella se lo buscó, por vestirse tan provocativamente”

En este enlace a la columna de opinión de Rosa Maria Palacios en Peru 21 hay un artículo suyo que ilustra también el uso de estos mecanismos en la vida política (dicho sea de paso, siempre he pensado que podría escribirse un libro entero analizando las distorsiones cognitivas y desconexiones morales de personajes como Rafael Rey, Martha Chavez o Fujimori, solo para nombrar a los más “duros”).

Papeletas lexicográficas – Rosa María Palacios

Y dejo los comentarios críticos sobre la postura de Bandura para otra ocasión.

Referencias
Si alguien quiere leer directamente a Bandura en este tema, puede hacerlo en estos artículos que recomiendo:

Bandura, A. (1999). Moral disengagement in the perpetration of inhumanities. Personality and Social Psychology Review, 3 (3), 193-209.

Bandura, A. (2006). Mechanisms of moral disengagement in support of military force. The impact of Sep. 11. Journal of Social and Clinical Psychology, 25 (2), 141-165.

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Desconexión moral – Albert Bandura 1/2

Albert Bandura

He mencionado en algunas entradas el trabajo de Bandura sobre los mecanismos de desconexión moral (por ejemplo, puede leerse algo sobre su propuesta en este ensayo sobre Derechos Humanos y Educación). Aunque Bandura tiene un enfoque muy funcionalista que nunca me ha atraído del todo (si lo comparo con la aproximación estructural piagetana o la sociohistórica de Vigotsky que me resultan mucho más estimulantes), y es más conocido por sus teorías sobre el aprendizaje por observación, la autoeficacia o el determinismo recíproco que por sus reflexiones sobre la moral, esta vez quiero presentarles su teoría acerca de la desconexión moral, la que da luces sobre los mecanismos cognitivos que las personas podrían estar utilizando como defensa para desconectarse de sus conductas inhumanas o inmorales, para no hacer aquello que deben hacer, y para no experimentar en este proceso culpa ni remordimiento.

Lo explico:

Bandura llama mecanismos de desconexión moral (moral disengagment) a aquellos pensamientos y juicios que las personas usan para justificar su comportamiento.

Las personas –dice Bandura- hemos desarrollado estándares morales con los cuales regimos nuestra vida. Estos estándares son aquellos principios morales que conocemos, que asumimos como válidos y que intentamos seguir en nuestro comportamiento diario, por ejemplo, respetar la vida de los otros o no lastimar a los demás. Son estándares morales porque implican el reconocimiento de los derechos de los otros, así como el respeto a su dignidad como seres humanos.

Sin embargo, los seres humanos somos capaces de usar muchas “maniobras psicológicas” por las cuales podemos dejar de lado dichos estándares y actuar de manera contraria a ellos.

Usualmente, tal como afirma Bandura, las personas mantenemos procesos de autocensura moral, hablamos con nosotros mismos sobre lo correcto e incorrecto de nuestras acciones y nos autocensuramos cuando nos comportamos incorrecta o inmoralmente. Por ejemplo, si lastimamos a alguien a propósito nos lo reprochamos, y pensamos de nosotros mismos que fuimos injustos (o egoístas) al hacerlo. Sin embargo, en muchas ocasiones esta auto-censura moral puede quedar desconectada de la conducta incorrecta, de modo que podemos realizar acciones incorrectas sin autocensurarnos por ello.

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