No se necesita tener ninguna sesión especial de estimulación para fomentar que los niños pongan en juego sus operaciones mentales y relacionen las cosas unas con las otras. Basta con saber hacer las preguntas correctas o dar las tareas más adecuadas en el día a día.
Por ejemplo:
Una mamá que ha recibido visitas y está poniendo la mesa con ayuda de su hijo de 4 años, le dice al niño que le alcance 11 servilletas. El niño lo hace. ¿Qué está poniendo en juego el niño aquí? No mucho más que contar hasta once de manera mecánica, lo que muchos niños de 4 años pueden hacer perfectamente. No es un ejercicio muy estimulante.
Si la mamá le dice en cambio que le alcance una servilleta para cada una de las personas que van a comer, sin darle ella la suma total (once), obliga al niño a realizar un ejercicio de correspondencia uno a uno (una persona, una servilleta), lo que lo hace a él (ya no a la mamá) poner las cosas en relación unas con las otras y es mucho más estimulante en términos operatorios.
Si bien el niño puede saber contar perfectamente hasta once porque se ha aprendido los nombres de los números, muy probablemente falle al hacer este ejercicio de correspondencia, porque su estructura numérica no está aun consolidada (quizá no se cuente a él mismo entre los comensales, y con mucha seguridad pondrá más o menos servilletas que personas en al mesa). Haciendo cosas como esta muchas veces distintas, con materiales diversos y situaciones diferentes, los niños irán construyendo su estructura operatoria.
Iré dando otras ideas como esta en posts sucesivos, con el objetivo de difundir este mensaje: un contexto cotidiano (léase casa y escuela) estimulante, que ofrezca a los niños múltiples y constantes oportunidades de poner las cosas en relación unas con las otras y representarlas simbólicamente (narrándolas, imaginándolas, dibujándolas, actuándolas etc.), es suficiente para desarrollar su pensamiento. No se necesita ningún taller ni clase especial.
Nota:
imagen obtenida de aquí Leer más