Enlazo este artículo del blog de Luis Guerrero porque coincido plenamente con lo que dice.
Yo misma, cuando trabajé en la evaluación de la formación ciudadana en el 2004 (única vez en que este componente se evaluó a nivel nacional, dicho sea de paso), en el Ministerio de Educación, tuve que enfrentar este desinterés incluso por parte de los propios miembros de la unidad encargada del proceso, quienes no le daban la misma valoración a la formación ciudadana que a las matemáticas o la comunicación integral. Incomprensión y desinterés eran las actitudes más frecuentes para con nosotras como equipo, y aunque suene duro, las personas que participaron de esa experiencia saben que fué así y no me dejarán mentir. Los hechos lo demuestran: apenas se acabó el interés del ministro de turno en dicha evaluación esta desapareció del mapa y no volvió a realizarse.
El post de Luis lo dice bien claro: la agenda educativa viene siendo dictada cada vez más por las empresas y los intereses del mercado. Dentro de esta lógica, pareciera que convertirse en consumidores o en parte integrante (y a-crítica) de la fuerza laboral es la única identidad posible para las personas, o la mejor. Todas las demás se entienden como prescindibles.
A los que deseen revisar algunas lecturas críticas de estas tendencias, de las muchas que hay disponibles, recomiendo esta. Aunque se centra en la educación superior, el argumento es el mismo:
La Educación no es una mercancía. Selección de artículos publicados en Le Monde Diplomatique.