Qué decirles de pequeños para que respeten las normas cuando grandes

Se supone que la PUCP ha decidido asumir de verdad, de una vez por todas, la prohibición de fumar en el campus. Es más, ahora la ha extendido al alcohol, ya no se podrá brindar ni con un vinito o un pisco sour en ninguna ceremonia, ya sea en el campus o en alguno de los locales de la PUCP dedicados a la prestación de servicios educativos. Habrá que ver si la universidad se llena de señales recordatorias (no he visto ninguna en el campus que sea lo suficientemente llamativa) y si las personas efectivamente empiezan a llamar la atención a todo aquel que encuentren trasgrediendo la norma. Por lo pronto, a los Departamentos ha llegado un documento en el que se pide la colaboración de los profesores con el cumplimiento de las leyes 28705 (Ley general para la prevención y control de los riesgos del consumo del tabaco) y 28681(Ley que regula la comercialización, consumo y publicidad de bebidas alcohólicas. Parece que esta vez la universidad se ha tomado el asunto más en serio de lo que lo había hecho hasta ahora.

Sin embargo, yo estoy cansada de ver todos los días personas fumando en el campus. Parece muy difícil para ellas regularse, seguir la norma, entender el sentido de la misma y/o posponer su necesidad o satisfacción personal. Simplemente, quieren fumar y fuman, sin que les importe nada más.

La universidad tiene esta campaña, la revolución de las pequeñas cosas, activa desde hace tiempo. La idea es interesante…. pero nuevamente, encontramos todos los días personas que trasgreden impunemente las normas más elementales de la convivencia. Por ejemplo, en el punto.edu de hoy aparece esta fotografía:

jardin arte

El texto que acompaña la imagen es este:

Una amable lectora nos hizo llegar esta foto que da testimonio del estado lamentable en el que quedan los jardines una vez terminado el almuerzo. Vamos, ¿cuántas veces más tendremos que llamar la atención sobre este punto? No es tan difícil: cuando hayas terminado de comer, deja las bandejas en los carritos destinados a su almacenamiento. Solo con tu colaboración haremos de nuestro campus un lugar mejor. Aprovechamos para agradecer la colaboración de nuestra lectora que, sin duda, ya se unió a la Revolución de las Pequeñas Cosas.

Estudiantes universitarios, y no son capaces de recoger la basura que producen en el almuerzo…

Todo este preámbulo es para indicar que existe una relación entre la manera en que han llamado nuestra atención sobre este tipo de cosas cuando fuimos pequeños, y el modo como nos relacionamos con las normas cuando somos adultos. Los padres pueden desarrollar la conciencia moral de sus hijos desde los primeros años de vida, y hacer una diferencia en la manera en que estos convivirán con otros en el futuro.

Un sistema de disciplina que no recurra a premios y castigos sino a focalizar la atención del niño a las consecuencias que tienen sus acciones para los demás es por supuesto mucho mejor que otro que simplemente sancione la falta o peor aun, que la deje pasar. En este sentido, resulta fundamental estimular a los niños a ver las cosas desde la perspectiva de las otras personas y ayudarlos a enfocarse en cómo una situación afecta a otros. Un ejemplo puede ser claro aquí.

Si un niño bota basura a la calle o la deja en un lugar inapropiado (tal como estos estudiantes han hecho con las sobras del almuerzo dejadas en el jardín), los padres pueden no decirle nada, o llamar su atención sobre lo inapropiado de su comportamiento. No decirle nada no es una opción, los padres que no corrigen estas conductas simplemente las están avalando. Pero llamar la atención del niño sobre su comportamiento puede hacerse de varias maneras, y no todas son efectivas para el desarrollo moral y del respeto a las reglas de convivencia. Por ejemplo, se le puede decir al niño que:

1) No bote la basura allí porque está prohibido
2) Que la recoja porque sino va a venir el sereno (o una bruja, o el papá, o quien sea) y lo va a castigar
3) Que no bote la basura allí porque no me gusta y me enojo si lo hace
4) Que no bote la basura allí porque la calle es de todos y no solamente nuestra, porque le está dando mucho trabajo extra a las personas que barren, las que pueden llegar tarde a su casa por eso y privarse de estar con sus hijos y/o de descansar. ¿Le gustaría a él que su mamá llegue tarde a casa, o muy cansada, y no pueda jugar con él? Lo mismo les pasa a otros niños con sus mamás, así que no hay que hacer que las mamás que limpian la calle (o el aula, o lo que fuera) tengan tanto trabajo adicional.
5) Que no bote la basura allí porque alguien puede resbalarse con ella y lastimarse…. ¿se ha puesto a pensar en que un abuelito podría tropezar y caer? ¿y si fuera su propio abuelito? ¿cómo se sentiría él?

Creo que es obvio que solamente las alternativas 4 y 5, que son simples ejemplos, ayudan a construir en los niños conciencia de los sentimientos de los demás y del impacto de sus actos en otros. Solo estas razones los ayudan a entender el por qué debe hacerse algo: debo seguir una norma porque hay razones valederas para ello, porque es justo hacerlo, porque así se evita el sufrimiento de las personas y/o porque respeta los derechos de los demás. Que algo esté prohibido, que a mi no me guste o me enoje algo o que ese algo tenga una sanción no son razones legítimas ni autónomas para hacer las cosas. Sólo orientando a los niños a asumir el punto de vista de los otros y no solo el propio y a enfocarse en las verdaderas razones detrás de las reglas elementales de convivencia haremos que cuando grandes no dejen su basura tirada en el jardín, ni fumen en el campus universitario cuando hay una normativa que lo prohibe.

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Comentarios

  1. JUana Rosa Cavero escribió:

    Me parece muy interesante este articulo y la forma tan clara y sencilla que han abordado el tema de la importancia de la formaciòn de los niños desde muy pequeños, para generar en el futuro, conductas responsables y beneficiosas a la sociedad. Pienso que a todas las propuestas que se hacen para reducir la violencia y mejorar la seguridad, les falta la necesidad de trabajar con los niños, desde los jardines de infancia, difundiendo e inculcàndoles mayor aprecio a los Valores y a los comportamientos idòneos o lo mejor posible que la sociedad y el Perù o el mundo, demanda de ellos para progresar en todos los aspectos y reducir estos males que ahora nos aquejan.Porque de lo contrario,serà mucho el esfuerzo y tal vez poco el fruto, cuando empezamos a atacar los problemas que se presentan con los jovenes o adultos, por no haber hecho un mejor trabajo desde la infancia Y ustedes lo dien en el texto, comentando que "existe una relación entre la manera en que han llamado nuestra atención sobre este tipo de cosas cuando fuimos pequeños, y el modo como nos relacionamos con las normas cuando somos adultos". Y en èsto no solamente son los padres sino todos, comenzando por las Empresas, el Estado, Iglesia, Colegios, etc..
    Atentamente,

  2. Jorge Frisancho escribió:

    Doctora, sin querer desestimar el argumento general que usted hace y que está muy bien, le hago sólo un comentario al margen: ¿cuál es la racionalidad y la justicia de una norma como la siguiente: "se prohibe fumar en el campus"? Es decir, en todo el campus, incluidos espacios abiertos, o espacios que podrían estar reservados para fumadores y que otros, los no fumadores, podrían evitar. Me pregunto si la gente respeta la norma, por ejemplo, de no fumar en los edificios del campus (cuando yo empecé a estudiar, y usted también, se podía fumar en las aulas; un día cambió la norma y no hubo demasiado problema). ¿No será que, de alguna forma, la prohibición absoluta es excesiva, y por tanto genera irrespeto?

    A mí, la norma de no fumar en el campus, sin observaciones ni atingencias, me parece irracional y discriminatoria. Es irracional porque usa un formato de poder y de propiedad ("no fumes en este espacio privado") sin ofrecer alternativas o posibilidad de diálogo, y discriminatoria porque aisla a una clase de ciudadanos (los que fuman) de otros cuya conducta produce el mismo efecto (por ejemplo, los que vienen en carro y con ello contaminan el aire de todos) y, en aras del bien común, coacta un derecho (fumar, aunque hacerlo sea una estupidez).

    Si se trata de protejer el aire común del campus de partículas contaminantes que pueden causar enfermedades a terceros, pues entonces se debería prohibir estacionar intramuros; si se permiten estacionamientos, debería haber areas de fumadores.

    (Si ya no hay estacionamientos, avíseme y sáqueme de mi error, que hace años no voy a Pando)

  3. sfrisan Autor escribió:

    Aqui pues, celebrando su primera aparición como comentarista en este blog. He tocado el tema de fumar en el campus en varias entradas, que son estas: http://blog.pucp.edu.pe/ite
    http://blog.pucp.edu.pe/ite
    http://blog.pucp.edu.pe/ite

    Y si, coincido en que la norma es un poco arbitraria y hasta abusiva, si no da una opción a aquellos a los que afecta. Lo dije de este modo en el segundo de los enlaces (hago copia literal): Pienso también que los que deseen fumar tienen el derecho a hacerlo (no entiendo cómo alguien puede querer fumar, pero entiendo que tiene derecho si asi lo desea…) y por lo tanto el campus debe contar con algún lugar donde los fumadores puedan seguir fumando. Esta medida, además, contribuirá a que dejen de hacerlo en todos los otros ambientes del campus.
    Es decir, estoy con usted, pero resulta que el tema es legal, y la ley no ha contemplado un espacio como el que planteo en el post, asi que si la PUCP lo pusiera estaría infringiéndola (eso me hizo notar un abogado, yo no lo había pensado). Ahora bien: yo lo que critico es que la gente no respete la norma cuando esta está vigente; me parecería extraordinario que todos los que piensan que esta (la norma digo) es irracional e inadmisible, la pelearan un poco, protestaran de algun modo, se organizaran, hicieran una propuesta alternativa… en otras palabras, que ejerzan su ciudadanía de algún modo. Creo que esto sería una mejor respuesta que simplemente hacer como que no pasa nada y continuar fumando.

  4. Ela Villa escribió:

    Hola Susana:
    Las conductas que narras no es asunto sólo de alumnos de Católica, se ven tambien en otras universidades. De un tiempo a esta parte muchos chicos no se imaginan siquiera que hay normas de conducta que deban cumplir y que son parte de un paquete mínimo de "cosas" que hacen que la convivencia sea mínimamente aceptable; por absurdo que parezca, en la foto que muestras es altamente probable que a esos chicos no se les haya ocurrido recoger esos platos. Es decir, no se les ocurre siquiera que estén haciendo algo malo. Así son en todos lados, y claro, cuando viene algun profesor o autoridad a recriminar sus conductas, a instalar en sus mentes que "eso no se hace" vienen los comentarios "¡¡con este profesor no se puede dialogar!!", "¡que estricto!", con lo cual terminas tambien enseñando normas de urbanidad y haciendole la competencia a Frieda Holler (¿como se puede admitir que un alumno ponga los pies en la silla de enfrente, y ni siquiera sepa que eso solo se puede hacer en su casa??). Y alguno que otro puede aceptar que efectivamente eso no se hace y responde "nunca me lo hubiera imaginado", "nadie me lo dijo, nadie me enseñó que ESO era malo". Tu excelente reflexión teórica no hace mas que consagrar el refrán ‘de la cuna a la luna’. Saludos!!

  5. Carola Flores escribió:

    Para enseñar a los más pequeñitosla empatía y del respeto a prójimo yo recomiendo el programa "Pocoyo". A mi hija de dos años le encanta y creo que es muy educativo. Justo hay un capítulo sobre la basura que es muy interesante.

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