Solo una nota corta: ayer recibí un documento oficial de la Universidad en el que se me invitaba a analizar ciertas estrategias de enseñanza-aprendizaje. Así, con guión, como si se tratara de una sola cosa. Los documentos del Ministerio de Educación también están llenos de este término compuesto, al igual que muchos textos y -creo- las cabezas de muchas personas cuando piensan en la educación.
Es un error. Son dos procesos distintos que se vinculan a veces pero no siempre ni necesariamente. Hay aprendizajes que ocurren sin que nadie enseñe nada directamente, en contextos naturales por ejemplo, a través de la práctica no guiada y la participación en las actividades de una comunidad, o mediante la observación o la autoinstrucción. Hay también aprendizajes que ocurren como producto de la enseñanza, por ejemplo, cuando un docente prepara su clase con alguna estrategia didáctica y logra que sus alumnos aprendan contenidos y habilidades nuevos. Y también existe la tercera opción: enseñanza sin aprendizaje. Un docente puede enseñar algo, pero hacerlo tan mal, o tan fuera de momento, o de modo tan lejano y desvinculado de las reales capacidades del aprendiz, que no logra producir ningún aprendizaje.
Equiparar los téminos enseñanza y aprendizaje en un binomio (que hasta se une con un guión, como hemos visto) es un equívoco. Son dos procesos que no siempre ocurren juntos, y asociarlos como comúnmente se hace no hace sino desorientar en el análisis de lo que realmente ocurre cuando las personas aprenden.