Hace tiempo que se sabe que el cerebro adolescente aun no ha completado su desarrollo, es decir, que es un cerebro inmaduro, si lo comparamos con el de los adultos. Y esta información tiene -o debería tener- un impacto inmediato en una serie de políticas públicas y decisiones que se toman sobre la vida de los adolescentes, por ejemplo, acerca de los criterios para determinar cuándo un adolescente debe ser sujeto de sanción, y hasta que punto (y de qué manera) puede asignársele responsabilidad frente a su comportamiento.
El tema es complejo y a mi, interesada como estoy en el desarrollo moral, me parece fascinante. Lo analizaré más profundamente en algún momento en el futuro, cuando cuente con más tiempo y algo más de disposición para dedicarle. Por ahora solo quiero dejar este articulito sencillo que me hizo llegar Hugo Morales y que da algunas ideas sobre el tema, contextualizándolas en el caso de la pena de muerte a juveniles (sí, eso se discute en USA. No solo la pena de muerte por sí misma, que ya es una aberración, sino encima a adolescentes…..). Extraigo unos párrafos del artículo para motivar su lectura:
“The evidence now is strong that the brain does not cease to mature until the early 20s in those relevant parts that govern impulsivity, judgment, planning for the future, foresight of consequences, and other characteristics that make people morally culpable…. Indeed, age 21 or 22 would be closer to the ‘biological’ age of maturity.”
New discoveries provide scientific confirmation that the teen years are a time of significant transition. They shed light on the mysteries of adolescence and demonstrate that adolescents have significant neurological deficiencies that result in stark limitations of judgment. Research suggests that when compounded with risk factors (neglect, abuse, poverty, etc.), these limitations can set the psychological stage for violence.
Artículo completo aquí:
Penal Responsibility and Adolescence
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