Hay cosas que me preocupan mucho y me hacen dudar de que el sistema educativo tenga remedio. Una de estas cosas es haber escuchado recientemente a dos dirigentes juveniles del MOVADEF hablar sobre Abimael Guzmán en una entrevista con Patricia del Río.
Realmente, el fracaso educativo asusta. Como es posible que una persona de 26 años, que es además estudiante universitaria y que obviamente pasó por la escuela y recibió clases de historia, de ciudadanía y de filosofía (se supone), pueda decir cosas como esta: “Para mí, Abimael Guzmán no es un terrorista. Es un político, un ideólogo, consecuente con sus principios y que hizo la revolución en el Perú“. Y peor aun, que no sean capaces ni ella ni él, de responder congruentemente a las preguntas que les hacía una alterada Patricia del Río, o de argumentar con sensatez algo que vaya más allá de intuiciones y/o frases clichés.
En estos enlaces se pueden escuchar las ideas de estos jóvenes dirigentes (la que cito está en el segundo video, que es el más largo):
Con justa razón Rocío Silva ha pedido incluir en la curricula escolar la historia de Sendero Luminoso (ver noticia aquí). Apoyo la idea por supuesto, pero esto no es ni remotamente suficiente pues incluir la historia de tal o cual período en la curricula escolar no garantiza que los profesores vayan a abordar el tema críticamente. El problema es mucho mayor a solamente incluir contenidos en la curricula.
Decir que Abimael Guzman es “un ideólogo consecuente con sus principios” es tener una falla profunda en la estructura del juicio moral que impide reconocer que lo importante no es ser consecuente con los “principios” que cada uno arbitrariamente establece para si, sino que estos principios sean justos, razonables, valiosos y dignos. Los nazis fueron sumamente consecuentes entre lo que pensaban de los judíos (que eran la lacra de Europa, la causa de todos sus problemas económicos, una sub – raza indigna y demás), lo que sentían por ellos (asco, probablemente) y lo que hicieron con ellos en la acción concreta (eliminar a 6 millones, más o menos), pero esa consecuencia entre pensamiento, sentimiento y acción no nos lleva a admirarlos. Que estos chicos no se den cuenta de esto indica, para mi, que no les han enseñado a pensar ni a reconocer las contradicciones de los discursos propios y ajenos, que no les han ayudado a desarrollar las capacidades críticas, ni les han enseñado a canalizar sus frustraciones, su capacidad de indignación o su deseo de hacer algo por el país de manera inteligente y constructiva, y, sobre todo, significa que su estructura moral presenta hondas grietas de las cuales ellos no están conscientes.
Todo esto tiene que ver con la enseñanza de la historia, especialmente de la historia reciente, pero también con la formación ciudadana y con la capacidad filosófica, siendo esta última disciplina una gran ausente en muchas escuelas.
En otro post abordaré estas ideas con mayor amplitud, pues hablar del rol que cumple la historia en la consolidación de la democracia, o del papel de la filosofía en la formación ciudadana requiere de tiempo y espacio. Ahora solamente quería expresar mi enorme descontento, preocupación y decepción con que personas como estas sean el producto de un sistema educativo que pasa por agua tibia materias curriculares y procesos de pensamiento fundamentales. Aquí tienen el patético y lamentable resultado.
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En la misma línea que yo, Augusto Alvarez Rodrich aquí Leer más