En este blog he discutido, en diversas oportunidades, los problemas que trae el meterse a hacer cosas sin tener las competencias ni el enfoque necesarios para ello. No es un tema menor. Al contrario, considero que se trata de un tremendo problema profesional que afecta al ejercicio de la psicología en formas que muchas personas, lamentablemente, no ven ni reconocen.
Vuelvo a tocar el tema (a pesar de que sé que es difícil, polémico, y que no necesariamente se llega a buen puerto con él) porque considero que, como psicóloga educacional y del desarrollo, tengo la obligación moral de al menos intentar generar un debate al respecto o dar algunas luces que puedan orientar mejor a los psicólogos más jóvenes y también a otros profesionales que no tienen claro ni el rol del psicólogo ni la diferenciación de enfoques y especializaciones al interior de nuestra disciplina.
El ejemplo que voy a tomar es beca 18, y especificamente, una convocatoria ya antigua que no comenté en su momento y que me sirve ahora para esta reflexión.
Lo primero que quiero decir es que beca 18 es un programa de inserción educativa. Como tal, desde mi punto de vista sus programas de orientación y apoyo a los estudiantes (el área de tutoría) deberían estar dirigidos por psicólogos educacionales, no por psicólogos clínicos. Así de claro y de tajante lo digo. Lo he dicho muchísimas veces en este blog y he dado muchas razones específicas para ello, por lo que no me extenderé en detalles ahora. Solo diré que un programa de inserción educativa requiere de alguien que tenga un enfoque educativo; es tan simple como eso. No es nada personal contra nadie, es solamente la reinvidicación del enfoque que considero pertinente para este tipo de programas.
El ejemplo que ilustra la falta de sentido común y lo desatinado de ciertos modos de ver las cosas, es esta convocatoria: