Si hay algo que me puede preocupar enormemente, entristecer y hasta decepcionar según sea el caso (no digo deprimir porque felizmente no tengo estructura psicológica para eso) es el que las personas, especialmente los jóvenes, hayan perdido la actitud crítica sobre el mundo. Que frente a una injusticia no sean capaces de indignarse, que vean las cosas terribles del mundo como “normales”, como parte del funcionamiento social, cosas que deben ser aceptadas y contra las que -ellos lo perciben así- no se puede hacer nada.
Hablando en una de mis clases sobre de la desaparición de muchas de las lenguas vernáculas algunos de mis estudiantes decían que “eso era así”, que así pasaba siempre, como si la desaparición de las lenguas fuera un fenómeno natural equivalente a la vida de un animal que nace, crece, se reproduce y muere. Cuando se les llamó la atención sobre las aristas sociales y políticas del problema dijeron que bueno, que así era el mundo… cuando se les hizo pensar sobre su posición privilegiada en el lado de los hablantes de la lengua con poder, dijeron que siempre en el mundo había quien tenía poder y quien no, que era así, que eso no se podía cambiar. Y podría dar muchos otros ejemplos de la misma forma de entender las cosas: el mundo es como es, la injusticia es parte de la vida, no debemos molestarnos en cuestionarla porque así son las cosas, uno tiene que adaptarse al mundo, no se puede ir siempre contra el sistema, finalmente así es la vida y nada va a cambiar…
No quiero pecar de idealista pero la verdad es que me parece triste y muy lamentable ver que muchas personas tienen una visión tan fatalista del mundo en el que viven y muestran tamaña incapacidad para ponerse en el lugar del otro, reconocer las injusticias de las que muchas personas son víctimas e indignarse frente a ellas. Parecen pensar que las influencias sociales son de una sola vía: reconocen que las sociedades influyen a las personas pero olvidan que las personas crean y transforman -influyen- sus contextos y sociedades. Es esto a lo que Bandura llama determinismo recíproco, idea que ha sido trabajada también por Elliot Turiel, Urie Bronfenbrenner y muchos otros psicólogos: los seres humanos somos creadores del mundo en que vivimos, y no solo víctimas pasivas de este. La relación es de ida y vuelta y nunca de un solo lado, es una relación recíproca.
Finalmente, no puedo dejar de señalar que este estado de cosas es en parte responsabilidad del sistema educativo que no ha sabido educar las más altas capacidades humanas: la toma de roles y la empatía para con la condición del otro, el razonamiento sobre lo justo y lo injusto, el sentido de responsabilidad y el sentido de agencia sobre el mundo, la posibilidad de conmoverse y la capacidad de reaccionar con indignación frente al sufrimiento ajeno, y de sentir incomodidad y vergüenza de uno mismo por no hacerlo. » Leer más