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El problema del juicio moral de los abogados

imitación pura

Enlazo este artículo de Fernando Villarán porque me parece que toca un punto álgido al que todos los psicólogos interesados en el campo del desarrollo moral deberían prestarle atención.

Debo decir que una de las primeras cosas que Ann Higgins, mi asesora de tesis doctoral en la Universidad de Fordham, me dijo cuando estudiaba con ella era que “la mayoría de abogados razonan desde el estadio 4” (se refería al modelo de Kohlberg, en el que el estadio 4 representa la visión legal/convencional -la ley y el orden). “Muy difícil encontrar en ellos alguna perspectiva ética”, recuerdo que afirmaba; pues “los abogados tienen una deformación profesional, no logran salir de la perspectiva legalista y tienen enormes dificultades para analizar las cosas desde principios éticos, y mucho más para asumir una perspectiva moral en su comportamiento”. En el modelo de Kohlberg, no llegan a los estadios 5 ni 6.

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Algunas características de las teorías de estadios: el fenomenismo

En la clase de ayer del curso de psicología y educación de la moral he revisado algunas de las características de las teorías del desarrollo moral que asumen estadios, específicamente la teoría de Lawrence Kohlberg. La lectura que hacemos para eso es esta:

Colby, A; Kohlberg, L. y otros (1987). The measurement of moral judgment. Vol. 1. Theoretical Foundation and research validation. Capítulo 1: Theoretical introduction to the measurement of moral judgment. De la pág. 1 a la 35 (antes de History of Stage Scoring).

Es un capítulo denso que da mucha información sobtre las principales características de la teoría del desarrollo moral de Kohlberg. Ya en un post anterior hablé del fenomenismo como elemento central de la teoría (puede leerse dicho post aquí). Retomo ese antiguo post porque esa característica es una de las más difíciles de entender, y también una de las más cuestionadas en psicología, aunque a mi me parece quizá la de mayor importancia para entender a Kohlberg y valorar la importancia de su trabajo. De hecho, desde la psicología social por ejemplo se suele no hacer diferencia entre la moral y otros tipos de valores y se definen todos como “creencias” relacionadas a modos de conducta que trascienden situaciones específicas y guían el comportamiento de las personas, a la vez que se agrupan para formar grupos de prioridades o jerarquías (las famosas “jerarquías de valores”).

El primer cuestionamiento que me aparece a mí, y que me parece obvio, es si cualquier “creencia” puede pasar por un valor, más aun, un valor moral. Para mí la respuesta es no, por supuesto, pero no veo esa contundencia en muchas de las teorías sociales que ponen por igual todo tipo de valores y no asumen una postura epistemológica para diferenciar entre unos y otros. No me entra mucho en la cabeza como algunos teóricos creen que pueden prescindir de una definición de moral para orientar sus investigaciones, y menos aun, que asuman que basta observar el comportamiento de las personas -sin apelar a lo que piensan ellas sobre dicho comportamiento ni a como argumentan sobre las motivaciones para su conducta- para reconocer lo que es o no es moral. Kohlberg no creía que un comportamiento se pudiera catalogar de moral o no moral sin apelar a la conciencia del agente y por lo tanto el fenomenismo (en el post anterior explico lo que es) resulta, en su modelo, esencial.

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El razonamiento moral (o los límites de él) en el ‘adulto promedio’

Ultimamente se ha desatado en nuestro país una polémica en torno a la negativa del gobierno de aceptar la donación alemana para la construcción de un “museo de la memoria”. No voy a decir nada sobre el tema porque se ha dicho mucho ya, solamente contar que alguna vez estuve en el museo del Holocausto de Washington D.C. y sé lo tremendamente movilizadora y profundamente educativa que puede ser una institución como esa; me cuesta entender por lo tanto que hayan personas que consideran nocivo un museo de la memoria.

Pongo tres enlaces de interés (que a mi me gustan y que comparto) para los que quieran conocer o retomar el debate:

El Perú no necesita museos – Vargas LLosa

Museo de la memoria – Gonzalo Gamio

Sobre el museo de la memoria – Daniel Salas

Quiero, eso sí, detenerme en el último artículo, el de Daniel Salas, y llamar la atención sobre algo que resalta claramente tanto en su post como en los comentarios.

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Tomarse a los niños en serio como agentes morales (actualizado)

Nino en el mar

A partir de este post se ha dado un intercambio de comentarios que quiero retomar. Lo que deseo destacar es qué significa tomarse a los niños en serio como agentes participativos de la vida moral de una comunidad. Un comentarista del blog dudaba -o eso me pareció a mí- de que un niño de 6 años pudiera hacerse preguntas complejas y cuestionarse sobre el sentido de las normas (también dudaba de que supiera leer, quizá no está familiarizado con niños de esa edad), y creo que esa duda expresa la que pueden tener muchas otras personas respecto a la vida moral infantil.

Dado que he puesto un post recordatorio sobre Lawrence Kohlberg recientemente, aprovecho el contexto para destacar que precisamente parte del importante aporte de Kohlberg fué rescatar a la infancia como un período crucial para el desarrollo moral en un momento en el que la psicología no le daba a los niños casi ningún papel de importancia como agentes morales. En el prólogo a un número especial del Journal of Moral Education (The Journal of Moral education, 37, 3, September 2008. Special Issue: Towards an integrated model of moral functioning. Guest editor: Don Collins Reed), Elliot Turiel afirma que la tesis doctoral de Kohlberg puso en evidencia que la pregunta que la mayoría de psicólogos se hacía hasta ese entonces, que era: ¿cómo aprenden la cultura los niños? jamás iba a responder a esta otra pregunta: ¿cómo se vuelven morales los individuos?, tal como pensaban los investigadores que hasta ese entonces equiparaban el desarrollo moral con el aprendizaje de las reglas sociales (algo que lamentablemente se sigue haciendo hasta ahora). En este sentido, Kohlberg reconoció que los niños, al igual que los adultos, se relacionan con su mundo social y piensan críticamente sobre él, por lo que los consideró “ filósofos morales“.

A partir de Kohlberg, quien por supuesto le debe mucho a Piaget, la investigación en desarrollo moral (sobre todo la norteamericana) empezó a tomarse en serio a los niños al entender que estos no son receptores pasivos de las normas de su cultura sino agentes críticos que razonan y deciden sobre ellas.

Nota: Lamentablemente no tengo la referencia completa pero puede encontrarse un capítulo escrito por Kohlberg, titulado The young child as a philosopher en A Theory of Early Education (capítulo 2). Ni siquiera sé si el titulo del libro es el correcto porque lo que tengo es una fotocopia que consegui de mi asesora de tesis doctoral, y que no tiene los datos de publicación registrados (no entiendo como pude ser tan descuidada de no copiarlos, quizá la separata ya no los tenía, mi asesora guardaba manuscritos de Kohlberg y otras reliquias valiosas, a veces sin clasificar!).

Actualización
Carlos Iberico, sin cuyos aportes ocasionales este blog no sería tan preciso en cuanto a textos y referencias, me alcanza la que yo no encontraba. Es esta (falta la editorial, se la pediré):

Lawrence Kohlberg (1987). The Young Child as a Philosopher. In: L. K. (Hg.), Child Psychology and Childhood Education. A Cognitive-Developmental View, New York/London, 13-44
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Remembranzas de Lawrence Kohlberg por partida doble

Foto 1982

Muy contenta pongo a disposición este pequeño texto. Se trata de las palabras que pronunció Anne Colby con motivo de la muerte de Kohlberg, y que aparecieron en el libro Remembrances of Lawrence Kohlberg, un pequeño librito (casi un folletín) que compila los diferentes discursos dados por amigos, alumnos y familiares de Kohlberg en el contexto de su muerte (a compilation of the presentations given at the Service of Remembrance for Lawrence Kohlberg at Memorial Church, Harvard University, on May 20, 1987). El texto fué editado por James Fowler, John Snarey y Karen DeNicola (Center for research in faith and moral development, Atlanta, Georgia, 1988).

Levy Farías, amigo venezolano a quien conozco sólo a través del blog, es quien tuvo la idea de traducir el texto y la motivación para hacerlo. Hemos consultado con John Snarey y con la misma Anne Colby, quienes amablemente accedieron a darnos el permiso. El trabajo es de Levy, así como la generosidad del envío para ponerlo aquí en el blog.

Por si hay lectores que prefieran ir directamente al original, publicamos también la versión en inglés (y como dice Levy, de paso les hacemos un favor a los angloparlantes pues el folletito no está disponible en línea).

English version

Versión en español

Nota: En la foto, Georg Lind, Ann Higgins, Lawrence Kohlberg y James Rest, 1982. Foto tomada de aquí » Leer más

Antes que otra cosa son personas

Arpillera

Una de las cosas que siempre ha llamado mi atención es la dificultad que parecen tener algunas personas para conferirles la categoría de seres humanos a cierto grupo de individuos, y para reconocerles sus derechos fundamentales. Cuando hablamos de ello en alguna de mis clases, siempre hay estudiantes que dicen algo asi como: “pero si alguien es terrorista y mató a inocentes, no tiene derecho a vivir”, “un violador de niños no tiene derecho a vivir”, y etc.

Ese manera de reconocer los derechos humanos a algunas personas y no a todas es expresión de un sesgo de pensamiento que, en mi opinión, consiste en no reconocer la identidad de ser humano como la identidad fundamental, mayor y más abarcadora que las identidades particulares. Es no querer ver que se es persona en primer lugar, y luego violador, terrorista, literato o asesino (incluyo lo de literato aquí porque alguna vez oí decir a un escritor la barbaridad siguiente: que él era primero escritor, que eso era lo más importante para él, y que todo lo demás debía supeditarse a eso, y que si por lo tanto para escribir “su obra” debía ver que alguien sufría sin ayudarlo, porque eso lo inspiraba para crear, pues no ayudarlo y nutrirse de su sufrimiento estaba plenamente justificado porque la obra es lo fundamental en la vida de un narrador).

La pregunta es: ¿Qué tipo de ejercicio cognitivo y afectivo están dejando de hacer las escuelas y las familias para que los estudiantes piensen de este modo? » Leer más

La inversa de la recíproca

Si alguien ha jugado alguna vez un juego de estrategia con un niño menor de 6 años habrá comprobado lo difícil que le resulta entender la dinámica del juego. Lo común es que el niño se confunda y no logre realmente seguir el hilo de la actividad ni tenga estrategia alguna para jugarla.

¿Adivina quién?

Pero no se necesita que sea un juego de estrategia muy complejo para que aparezcan las dificultades: por ejemplo, el juego “¿Adivina quién? presenta dos tableros con personajes, uno para cada jugador, y unas tarjetas sueltas con los mismos personajes. Cada jugador saca una de estas tarjetas, que mantiene en secreto frente al otro. El juego consiste en hacer preguntas de modo que se vayan descartando aquellos personajes que no cumplen con las características del que el oponente ha escogido, hasta quedarse al final con el que el otro jugador seleccionó. Si se adivina, se gana el juego. ¿Sencillo, verdad? Pues los niños menores de 6 o 7 años tienen tremendas dificultades con esto, pues al momento de escoger una característica, simplemente no saben que personajes se deben luego eliminar. Por ejemplo (ejemplo real, me pasa todo el tiempo con Paulo):

El niño pregunta si el personaje elegido por el oponente tiene el pelo rojo
El oponente le dice que no
El niño pregunta: ¿Cuáles volteo, los que tienen el pelo rojo, o los que no tienen el pelo rojo?

Una de las dificultades de los niños de esta edad es no poder trabajar con inversas, dado que su estructura cognitiva no es lo suficientemente formal como para pensarlas. Si bien las acciones (que durante el período sensorio motor eran visibles) ahora son internas y representacionales, aun no se cohesionan para formar sistemas cada vez más complejos e integrados (donde una acción puede anular a otra anterior, dos acciones pueden combinarse para producir una tercera, etc.). Este sistema de acciones se inicia durante las operaciones concretas y se consolidará en el período de las operaciones formales.

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En la escala de Kohlberg: la mayoría es convencional

Muchos estudios sobre juicio moral (no cito ninguno ahora por no tener las referencias a mano, pero las completaré luego), incluyendo los del propio Kohlberg, indican que el nivel 4 de su escala de razonamiento moral es el nivel más alto que alcanza la gran mayoría de personas del mundo.

Yo misma, en la investigación de mi tesis doctoral, encontré que respecto al juicio moral los profesores con los que trabajé razonaron fundamentalmente al nivel convencional (estadios 3 y 4 en la tipología de Kohlberg) al resolver dilemas morales. Para los profesores del estadio 3, el buen comportamiento significó tener sentimientos interpersonales tales como lealtad al otro, amor, amistad, empatía y preocupación por el otro. Lo correcto es lo que está conforme con las expectativas sociales y el buen comportamiento es aquel que ayuda al otro al interior de un grupo. Sólo 17 profesores (de 59 participantes) alcanzaron el nivel de orden social y perspectiva legal (estadio 4 de Kohlberg), lo que significa que están preocupados con asuntos más amplios relativos a las normas sociales y el sistema legal. El comportamiento correcto para estos 17 profesores es aquel que mantiene el orden social y respeta las leyes y la autoridad.

Dicho esto, les dejo una pregunta que suelo hacerles a mis alumnos del diplomado en consejería en un control de lectura:

¿Qué opinión le merece el dato científico de que la mayoría de la población adulta mundial se encuentra en el nivel convencional? ¿Qué le sugiere este dato en función a su trabajo como psicólogo o consejero? Argumente su respuesta. » Leer más

Dos premios en AME 2008

La AME siempre otorga un premio anual a la mejor tesis de doctorado. Este año este premio lo recibió Sharlene Swartz, socióloga sudafricana cuyo trabajo en relación a la pobreza y el desarrollo moral es realmente interesante. Ella ha sido invitada como editora de un número especial el Journal of Moral Education sobre la educación moral en Africa que saldrá publicado el 2010 (debo decir de pasadita que Maria Cristina Moreno de Mexico y yo hemos sido invitadas a editar el número especial sobre Latinoamerica que saldrá el 2009).

Sharlene tiene una página web que invito a visitar ya que allí se puede conocer más sobre su trabajo en Sudáfrica, además de leer varias de sus publicaciones en línea. La página es esta:

The youth institute

Este año la AME se inventó un premio nuevo, al que ha llamado “good work price” y que no es un reconocimiento académico como el anterior sino uno hacia las buenas prácticas sociales y el trabajo de campo. El premio este año se lo dieron a Andrew Garrod, conocido miembro de la AME y autor de varios libros y artículos sobre educación y desarrollo moral, quien desde hace algunos años está realizando un trabajo con adolescentes en Yugoslavia y las islas Marshall, a través del teatro y la literatura. Se puede ver algo de la experiencia de Andrew aquí:

Y explorando en esta página se encuentra más información sobre su trabajo, incluyendo al experiencia en las Islas Marshalls.

Tanto Sharlene como Andrew son muy buenas personas y lo que hacen es de mucha calidad. Muy merecidos ambos premios.
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