Por visitas que he venido haciendo a diferentes colegios me doy cuenta de que el manejo de la disciplina de los estudiantes es una de las preocupaciones más fuertes que tienen los profesores, preocupación incluso mayor que la relacionada a la construcción del conocimiento (matemático, físico, o lo que fuera). Si bien por lo general los colegios están a la búsqueda de recomendaciones para resolver problemas específicos (la niña que come en clase, el chico que llega constantemente tarde, el que no cumple con ponerse el uniforme, el que pelea con el compañero…), para mí el problema básico del manejo disciplinario en las escuelas no es la falta de estrategias particulares para resolver los problemas sino el enfoque general del mismo, la manera en que la disciplina se entiende en la escuela, las creencias que tienen los profesores respecto a lo que debe ser un aula “disciplinada” y sus supuestos sobre lo que es correcto o incorrecto y debe o no permitirse.
He tocado el tema antes aquí y aquí
Por lo general, creo que los colegios no han conseguido todavía integrar la formación ética y el desarrollo moral de los estudiantes con los enfoques que asumen para manejar la disciplina. Es frecuente encontrar propuestas educativas en las que los grandes lineamientos y declaraciones de principios no tienen nada que ver con las prácticas concretas del día a día, las que llegan a ser incluso contradictorias con esos lineamientos generales. Algo así como decir que se desea formar ciudadanos responsables y participativos cuando la escuela ha anulado los espacios de participación estudiantil y tiene un sistema disciplinario punitvo y orientado al castigo que no producirá precisamente ciudadanos responsables, sino todo lo contrario. Los problemas de disciplina, que son problemas humanos y usualmente muy complejos, se abordan por lo general como si fueran problemas no humanos y muy simples, por lo que se intenta “desaparecerlos” igual que se desaparece -por poner un ejemplo- una gotera en el techo. Entonces, el abordaje que prima en la mayoría de colegios es uno orientado al control de la conducta (a poner el parche en la gotera, para seguir con el ejemplo) y no uno que aborde el problema moral en su integridad y que apunte a desarrollar en los estudiantes las capacidades y procesos cognitivos y afectivos que están a la base de cualquier comportamiento ético.
Comentaré más sobre este asunto en un post siguiente.
Nota:
Imagen tomada de aquí Leer más