Siempre me he preguntado por qué los docentes deben ser tratados como menores de edad (intelectualmente hablando) cuando se les forma y “capacita”. Estoy realmente cansada de que, cuando me piden algún material para docentes, me digan siempre que lo haga “en fácil”, “en sencillo”, “con pocas ideas” “con dibujitos” o cosas parecidas. Muchas veces la demanda por simplificación ha sido tal que ha atentado contra los contenidos mismos de lo que desea transmitirse, quedando finalmente un producto que más parece dirigido a adolescentes que a profesionales adultos. Esto, considero, es terrible. Es cierto que hay dificultades de lectura entre los docentes y que los materiales dirigidos a ellos deben ser asequibles, pero habría que preguntarse si se trata del huevo o la gallina. Incluso en alguna universidad los capítulos de lectura que se ofrecen en los cursos para docentes no se entregan directamente fotocopiados de los libros, ni mucho menos se pide a los docentes que vayan a la biblioteca y los busquen por sí mismos, sino que son reescritos por una secretaria con la intención de homogeneizar el formato de todas las lecturas (con lo que obviamente se corre el riesgo de introducir error) y también para ponerle letras más grandes y “dibujos” que le hagan al docente más sencilla la lectura. Los dibujos muchas veces no son esquemas o representaciones de conceptos sino figuras meramente decorativas, con lo que los materiales quedan convertidos en algo así como un cómic.
Otra arista del problema: Personalmente soy enemiga de que, ya casi por obligación, toda capacitación a los docentes deba empezar (y seguir, y terminar…) con una “dinámica”. Que pásame la bola, que tírate la lana, que revienta el globo, que abraza al de al lado…. Hay muchas maneras de justificar el uso de las dinámicas, pero creo yo que estas encubren un paternalismo inadmisible y la idea soterrada de que los docentes no son capaces intelectualmente, y que por lo tanto el conocimiento debe simplificarse al máximo e introducirse con artimañas. Quizá se trate de una expresión más del común error de equiparar la educación “activa” al juego, como si el concepto piagetano y constructivista de actividad se refiriese a la actividad física y no a la actividad mental (plantearse hipótesis, contrastarlas, hacer inferencias, operar lógicamente, etc.). La verdad es que no imagino ningún curso dirigido a filósofos, médicos o ingenieros en los que el capacitador tenga el atrevimiento de empezar diciéndoles que hagan algún juego. Y esto es, simplemente, porque la sociedad percibe a estos profesionales de otra manera y los valora como tales. El trato de “tú” en los materiales dirigidos a docentes (“amigo docente…” “querido colega….” “coleguita…”), aunque algunos dicen que es sólo cuestión de estilo o de variante cultural, revela para mí una vez más este paternalismo del que hablo y que tanto mal le hace al sector educativo.
Este problema me preocupa mucho y lo comentaré desde otro punto de vista más adelante. Espero leer sus reacciones a este tema.
Nota:
Me voy a Mexico mañana así que estaré alejada del blog unos días. Voy a conocer a maestros mexicanos de la ciudad de Monterrey, me parece una experiencia muy interesante que ya les comentaré. Leer más