Llamado de atención para los psicólogos sobre el ejercicio profesional

En muchas ocasiones he escrito sobre el ejercicio ilegal de la profesión o el mal uso de instrumentos psicológicos por parte de personas que no tienen las calificaciones para ello. Pueden buscarse los textos en este blog, por ejemplo este, este, o este, o este otro, o este más. Sin embargo el tema permanece y resulta chocante que sean muchas veces los propios psicólogos los que no solo no hacen nada para evitar la problemática sino que en muchos casos, incluso la generan.

Es el Estado el principal infractor de la ley del psicólogo cuando, por ejemplo, los Ministerios piden en sus convocatorias bachilleres en psicología para aplicar pruebas, o peor aun, para entrenar en el uso de estas pruebas a personas que no tienen estudios de psicología. A diferencia de otras profesiones, donde el grado de bachiller resulta suficiente y ejercer sin título profesional no construtuye mayor problema, la psicología tiene su propia ley de ejercicio profesional. Esta dice a la letra:

“De los materiales e instrumentos de evaluación : Artículo 14º.- Los materiales e instrumentos de evaluación e intervención psicológicos son de uso exclusivo del profesional psicólogo”.

Artículo 6º.- Requisitos de la profesión: Para ejercer la profesión de psicólogo se requiere título profesional, estar inscrito y habilitado en el Colegio de Psicólogos.”

Art. 55.- El uso y la elaboración de pruebas psicológicas (tests), exámenes, diagnósticos e informes psicológicos es privativo del psicólogo y no de otro profesional.

Art. 59.- Los puntajes, así como los materiales de evaluación, se ofrecen sólo a las personas calificadas para interpretarlos y usarlos adecuadamente.

Se puede leer la ley completa aquí.

Lo peor del caso, desde mi punto de vista, no es que el estado infrinja impunemente la ley sino que egresados de la universidad, a los que se supone que hemos formado en el juicio práctico y en ética del ejercicio profesional, no tengan criterio alguno para discernir qué es lo correcto y que no en este tipo de situaciones y se coludan con ellas haciéndole daño a nuestra disciplina y poniendo en riesgo a las personas. La experiencia me ha enseñado que es muy común que psicólogos en ejercicio justifiquen estas trasgresiones diciendo que “el mercadon lo pide” (por ejemplo, cuando justifican la presencia de psicólogos clínicos en la escuela diciendo que son las propias escuelas las que lo solicitan), argumentando que no hay suficientes profesionales calificados dentro de la psicología, por lo que se debe recurrir a otros de otras disciplinas y entrenarlos in situ y sobre la marcha, o diciendo cualquier otra cosa.

Sin duda alguna es el Estado el primero en violar estas normas pero eso no significa que tengamos que hacerlo también nosotros. He sido profesora del curso de ética profesional en repetidas ocasiones, y cuestiona que para muchos de mis estudiantes lo que allí se vio parece que quedó solo como adorno. Ejercer una voz crítica frente a esta problemática e intentar trasformarla aunque sea difícil es una manera de ejercer ciudadanía desde nuestra disciplina. Ojalá más psicólogos lo entendieran.

 

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