Cuando un profesor le dice algo a un niño, su palabra tiene que tener valor. Que la palabra empeñada sea de confianza es una regla esencial de convivencia entre personas y cobra mucha más importancia con los niños ya que ellos están en formación. Por supuesto, que la palabra del maestro signifique algo es parte fundamental de cualquier proceso educativo. Esto quiere decir que si el profesor anuncia que algo va a suceder (por ejemplo, que una tarea será revisada en una determinada fecha) eso tiene que suceder, y si existe algún inconveniente, cambio de plan o impedimento no previsto este debe ser expuesto a los niños de manera explícita. En esos casos un nuevo acuerdo debe tomarse de manera conjunta.
Lamentablemente muchas veces esto no sucede así en las escuelas. Por ejemplo, la semana que pasó estuve furibunda porque a mi hijo le dejaron una tarea para las vacaciones con la advertencia de que en febrero lo llamarían al colegio para revisársela. Él trabajó muy responsablemente durante todo el verano, haciendo un par de hojas de su tarea cada día con mucha voluntad y dedicación, y manteniendo la expectativa de que en febrero iría al colegio a entregarla. Pues… ¿adivinen qué? Febrero llegó, pasó, y nadie lo llamó ni revisó su tarea. Yo me comuniqué con el profesor en Marzo para recordarle lo prometido y me dijo que al día siguiente me llamarían para la cita, pero no lo hicieron. Para hacer el cuento corto: recién cuando comenzaron las clases mi hijo pudo llevar la tarea del verano al colegio, y no tengo idea de si se la revisaron o no, o qué retroalimentación le dieron.
Los profesores suelen minimizar estas cosas porque están sobrepasados por las ocupaciones cotidianas, el estrés propio de la profesión, y muchas otras razones. A veces ni siquiera comprenden su trascendencia ni el impacto que estos descuidos tienen en los niños. Pero no puede ser….. es terrible que un niño sea tratado de esta manera, que se le enseñe a desconfiar así de lo que el profesor le dice, y, lo peor de todo, que vea que su dedicación y responsabilidad no tienen consecuencias. Esto baja su motivación, y es un aprendizaje nefasto para la vida que en muchos casos ya no logra revertirse.
Como mamá y como psicóloga educacional que soy, no estoy dispuesta a que a mi hijo, ni a ningún otro niño en realidad, se le trate de esta manera. El asunto no es inocuo, es grave, y no deberia suceder. Hago un llamado a través de este blog para que los profesores tomen mayor conciencia sobre el tema.
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