Creo que la propuesta de Noddings es interesante, y de cierta manera me identifico con lo que propone. Sin embargo, todavía se me hace difícil entender cómo el caring puede responder a los problemas morales que van más allá del pequeño círculo de la familia y de los amigos más íntimos. Creo que este enfoque no tiene posibilidades de hacerlo, por lo que su campo de acción, aunque importante, está limitado.
Desde una perspectiva más aplicada y funcional, me parece peligroso que se ponga el énfasis casi exclusivamente en los afectos y en el vínculo, pues esto deja sin estructura (o con muy poca) la labor educativa. He oído a muchos profesores decir que los problemas morales se resolverán cuando la educación ponga el acento en el “amor” como el valor fundamental. Sin embargo, entender el “amor” (lo pongo entre comillas porque no me queda nada claro a que se refieren cuando hablan de este sentimiento) como divorciado de la razón me parece un error, porque como psicóloga cognitiva no entiendo los afectos (sobre todo los superiores, aunque creo que incluso esto aplica para las emociones primarias) sin un componente cognitivo esencial. Creo por supuesto que es fundamental recuperar el afecto y darle el lugar que le corresponde en la educación. Sin embargo, pienso también que para muchos maestros resultaría complicado poner todo el énfasis en la dimensión afectiva, de naturaleza mucho menos estructurada que la cognitiva, lo que podría atentar contra la objetividad de sus prácticas pedagógicas, e incluso dificultar la evaluación y tornarla profundamente injusta. Este argumento, aunque pragmático, no debe soslayarse.
Que Noddings defina el caring como una relación y no una virtud pone en evidencia la dimensión no-individualista del modelo, lo que creo que es un punto a favor, aunque esto podría jugar en contra de la evaluación del “mérito moral” de las personas, si es que tal cosa pudiera hacerse. Otro punto de conflicto lo encuentro en la negación que hace el caring de los principios morales, cuando, en la práctica, para ellos el caring funciona como un principio moral al que se supeditan los demás. En este sentido, y pensando en el proceso educativo y en la reflexión que debe guiar la práctica pedagógica de los docentes, no creo que sea necesario establecer dicotomías.
La ética del cuidado abre el espacio para los afectos en la educación, pero su contextualismo y particularismo la restringen. Creo importante no descuidar el otro lado de la moneda; en educación, resulta imprescindible mantener el balance. Estoy convencida de que los aficionados a la “pedagogía del amor” necesitan reconocer -al menos- a la ética de la justicia como un suplemento a la del cuidado, aunque personalmente considero que la figura es la contraria: es la ética del cuidado la que es complementaria a la de la justicia. El propio Kohlberg por ejemplo, tan radical en su postura Kantiana y tan poco incinado a considerar los vínculos afectivos y las emociones como temas morales, respondió a las críticas de Gilligan diciendo que en el estadio 6 los principios de justicia y de benevolencia se interconectaban (Kohlberg prefirió siempre utilizar el término benevolence en lugar de caring, por considerarlo más abarcador del fenómeno moral que se intenta describir). De Kohlberg se puede leer esto:
Kohlberg, L. Boyd, D. y Levine, C. (1990). The return to stage 6: its principle and moral point of view. En: Wren, T. (Ed.) The moral domain. Essays in the ongoing discussion between philosophy and the social sciences. Cambridge: The MIT Press.
Aquí pongo enlaces interesantes para quienes quieran leer a Noddings de primera mano, y algunos trabajos críticos sobre su postura:
Caring versus the Philosophers – Michael Slote
Respuesta a Slote – Nel Noddings
Caring in education – Nel Noddings
Nel Noddings, the ethics of care and education – Mark Smith
Educational conversation – Nel Noddings
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