Archivo de la categoría: Revisión teórica

Algunas preguntas frecuentes y mi intento de respuesta

Competencia y desempeño (o estructura y función)

Mariposa

La diferencia entre estructura y función en el pensamiento humano es a veces difícil de entender no solo por personas no entrenadas sino incluso por psicólogos que tienen ya alguna formación en estos temas. En este artículo intento esbozar las características más generales de esta diferencia tomando como contexto el pensamiento formal de Piaget y (para seguir con el tema del post anterior) los errores de pensamiento.

La teoría Piagetana planteó al mundo un modelo de ser humano como una persona que evoluciona y tiende a la razón. Tal planteamiento fue aceptado por muchos y cuestionado por otros, especialmente por aquellos que asumen una irracionalidad inherente a la condición humana. A partir de las afirmaciones de Piaget muchos investigadores se interesaron en el desarrollo del pensamiento formal, y dentro de esto, hubo un interés especial en los errores del pensamiento. La teoría piagetana hacía pensar en un ser humano potencialmente lógico y racional, pero ¿era cierta tal racionalidad? Nos encontramos con la dicotomía competencia/desempeño (también entendida como la oposición entre estructura y función), dicotomía de gran importancia dentro de los enfoques teóricos en psicología del pensamiento.

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El razonamiento probabilístico

No soy ninguna experta en los errores del razonamiento humano, aunque es un tema que me parece interesante y me ha llamado siempre la atención. Para no cansar a los que no comparten mi misma pasión por el desarrollo moral -motivo de la mayoría de entradas de este blog- comparto aquí algunas ideas sobre el razonamiento. Tomo el caso del razonamiento de probabilidades, un clásico largamente estudiado por los psicólogos, como un ejemplo entre otros muchos posibles.

El razonamiento es un proceso que permite a las personas extraer conclusiones a partir de premisas dadas previamente. Dentro de las teorías acerca del razonamiento humano, el razonamiento probabilístico es considerado un tipo de razonamiento que se apoya en los modelos de la teoría de probabilidades. La probabilidad es un concepto matemático que tiene que ver con las leyes del azar: es la frecuencia esperada o teórica cuando entran en función las leyes de la casualidad.

Los valores de probabilidad varían entre 0 y 1, donde el valor 1 equivale a la certeza absoluta y el valor 0 equivale a la ausencia de probabilidad. Por ejemplo, la probabilidad de que “Juan muera algún día” es 1 (100 % de certeza de que ocurrirá), mientras que la probabilidad de que “María viva 270 años” es 0 (100 % de certeza de que el evento no ocurrirá). Sin embargo, en la vida cotidiana los eventos rara vez tienen una probabilidad de 1 ó 0, sino que las probabilidades se ubican en un número intermedio entre estos dos extremos.

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Piaget y la génesis de la cooperación

Ana 2007

Creo que la falta de cooperación entre ciudadanos es uno de los problemas más severos de los muchos con los que debemos lidiar en el Perú actual. Basta ver lo que pasa en un cruce de calles cuando no funcionan los semáforos: cada quien quiere pasar a como de lugar, va metiendo la “nariz” del carro a la fuerza, hasta que al final se arma un embrollo tremendo que afecta a todos pues nadie logra avanzar. En otras palabras, cada quien quiere hacer prevalecer sus propios fines, sin tomar en cuenta los de los demás.

La cooperación es una dimensión del desarrollo moral que tiene que ver con la coordinación de medios y fines. Piaget propuso tres dimensiones para la construcción moral: la justicia, la cooperación y la intencionalidad/realismo. En la perspectiva piagetana, el desarrollo moral se ve influido socialmente por los conflictos cognitivos que se producen al ponerse de manifiesto los diferentes puntos de vista de los niños, lo cual promueve la puesta en marcha de operaciones lógicas que apuntan a reestablecer el equilibrio a través de la consideración reciproca de los diferentes puntos de vista. Para Piaget la dimensión moral de justicia resulta directamente de la noción de cooperación, y es esta última, a través de la práctica constante, la que permite a los niños pasar de un estadio de heteronomía moral, a un nivel autónomo. De esta manera, Piaget consideró que la cooperación es la forma ideal de interacción social ya que promueve el desarrollo, pues las relaciones sociales que dan forma a la cooperación son las mismas que las relaciones lógicas que los niños elaboran en relación al mundo físico. Cito a Piaget directamente:

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Cognición y afectividad en Piaget

Muchos psicólogos, educadores y otros científicos sociales creen incorrectamente que Jean Piaget nunca se ocupó de la afectividad. De hecho, esta es una de las tantas infundadas e inmerecidas críticas que se le hacen a su sistema.

Pero Piaget sí se ocupó de la relación entre cognición y afectividad. Incluso publicó un libro sobre el tema que recoge muchas de las charlas que dió sobre esta relación, libro que en castellano se tradujo como Inteligencia y afectividad (Jean Piaget, 1954/2001. Aique: Buenos Aires). El original en francés lleva el título de Les relations entre l´intelligence et láffectivité le développement de l´enfant.

Ahora, es cierto que Piaget se interesó mucho más por los aspectos cognitivos del funcionamiento humano que por los afectivos, lo cual es comprensible ya que él nunca se consideró a sí mismo como psicólogo sino más bien como epistemólogo, un investigador interesado en la génesis del conocimiento. Usando la metáfora de un automóvil, Piaget decía que los aspectos afectivos de la actividad de las personas eran el drive o la motivación, es decir, la gasolina del auto, sin la cual este obviamente no podría moverse. Sin embargo, a él le interesaba la lógica del funcionamiento del motor, la cual es independiente de la gasolina. En otras palabras, aunque un niño no quiera aprender, la operación 2 + 2 sigue produciendo 4, y este resultado – al que llegará cualquier cognición humana mediante un conjunto de operaciones lógicas que son universales- es independiente del grado de motivación o de las ganas que el niño le ponga al proceso.

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Familia y desarrollo moral

La fiesta - Paulo 4 años

Usualmente no me gusta tratar el tema de la familia ni su influencia en el desarrollo moral de los niños. El concepto mismo de famila me es esquivo, y no comulgo para nada con aquellas posiciones que defienden un solo tipo de familia (usualmente la tradicional) como el modelo ideal para el desarrollo humano. No creo además que sea adecuado hacer demasiadas (o drásticas) diferencias entre las interacciones familiares y otro tipo de interacciones -con otras personas ajenas a la familia- que son igualmente significativas. Esta vez sin embargo tengo que dar una charla sobre el tema (la familia como promotora de una cultura de paz), y aprovecho para poner aquí algunas de las ideas que presentaré y someteré a discusión.

Se afirma mucho que la familia es la primera unidad de socialización, y que por lo tanto, la moral “viene de casa”. Si bien en principio no tengo nada en contra de esta afirmación, sí creo que ésta ha ido perdiendo su sentido original hasta convertirse en la idea, equivocada por cierto, de que si los padres no inculcan una serie de valores en sus hijos, entonces ya nadie lo hará. Definitivamente, los niños construyen el conocimiento (incluyendo el conocimiento moral) a través de sus interacciones con otros, lo cual incluye por supuesto a sus padres y los demás miembros de su familia. Pero la relación dista mucho de ser simple y directa.

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Texto de Tom Wren

Boceto rostro - Henry Rodríguez

Mi querido amigo Tom Wren, filósofo y profesor de la Universidad de Loyola, en Chicago, me envía este trabajo como colaboración para el blog. Se titula Civic Virtue Is Not Enough, y es la ponencia que presentó en la Conferencia de la Association for Moral Education del 2006, la que se llevó a cabo en la University of Fribourg (Switzerland) del 5 al 7 de Julio.

Aquí está el texto:

Civic Virtue Is Not Enough – Tom Wren 2006

Además de ser una persona amabilísima y encantadora, Tom es un académico de primer orden, y un excelente profesor. Copio su presentación de la página de Loyola University para los que no lo conozcan:

Thomas Wren is Professor of Philosophy at Loyola University Chicago and Assistant Chair of the Philosophy Department. His doctorate in philosophy is from Northwestern University, and he has masters degrees in English literature and in education as well as in philosophy. He has taught at Loyola since 1966, and has been a visiting professor in California and elsewhere, as well as a faculty member at Loyola University’s Rome Center of Liberal Arts on several occasions.

His areas of special research interest are ethics, moral psychology, and the philosophy of education; recently, he has also become interested in the philosophy of literature, especially the moral dimension (broadly speaking) of literature. He has published numerous articles on these and related topics such as the philosophy of history and cross-cultural understanding. He has also written and edited several books, including Caring About Morality (Routledge and MIT Press, 1991), Promise-Giving and Treaty-Making (with P. Karavites; Brill, 1992), The Moral Self (MIT,1993), The Moral Domain (MIT, 1990), and Philosophy of Development (with W. van Haaften and M. Korthals; Kluwer). He is currently finishing a book on the philosophical foundations of multiculturalism.

Professor Wren has served on various departmental and university committees at Loyola and is a member of the Board of Trustees of Global Alliance for Africa; he is currently Vice-President of the Association for the Philosophy of Education.

Pueden encontrar más información y parte de su trabajo aquí:

Tom Wren – página web

M.A. in Social Philosophy

Democracy as culture

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Lawrence Kohlberg sobre self moral

Vuelvo a escribir algo sobre Kohlberg; esta vez apunto a esclarecer que si bien su teoría es considerada 100% cognitiva y dedicada solamente al estudio de los procesos de razonamiento (y ha sido muy criticada por ambas cosas -un poco injustamente desde mi punto de vista-), Kohlberg sí tenía en mente la construcción del self moral. En esta entrada daré solamente algunas ideas preliminares sobre el tema que espero ampliar más adelante.

Como muchos conocen, teóricamente Kohlberg funda su aproximación psicológica hacia la moral en una particular tradición de la filosofía occidental, apoyándose principalmente en filósofos tales como Platón, Kant, y Rawls. Su teoría asume en efecto la primacía de la cognición, y define el acto moral como un acto que surge de un proceso de razonamiento moral y juicio basados en los principios de justicia, los que él consideraba la mejor manera de resolver conflictos.

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Inteligencia emocional (último)

Parece que el tema de la inteligencia emocional desata pasiones. A mi la verdad es que me aburre un tanto asi que esta será la última entrada que le hago ya que en realidad no es mi intención convencer a nadie de nada. Pero el debate siempre es bienvenido.

El señor Dante Bobadilla, a quien no conozco, me ha escrito varios e-mails abogando por el concepto, a los que yo he respondido personalmente. Como ahora ha introducido un comentario público, deseo simplemente responder también públicamente, de esta manera:

Me parece que aquí hay un problema de comprensión lectora. Yo no digo en ningún momento que la inteligencia emocional y la personalidad sean lo mismo. Digo, justamente TODO LO CONTRARIO, como pueden leer ustedes mismos. Lo que afirmo es precisamente que al ser constructos diferentes, pues no deberían correlacionar. La idea, en sencillo, es la siguiente: Si uno toma los puntajes de una prueba de personalidad, y los puntajes de una prueba de inteligencia emocional, y les aplica un coeficiente de correlación cualquiera, al tratarse de constructos distintos, este coeficiente debería ser bajísimo, o mejor aun, debería ser 0. Esto es lo que se llama tecnicamente, validez discriminante. Pues precisamente esto es lo que las pruebas de inteligencia emocional no tienen, ya que correlacionan altamente con pruebas de muchos otros constructos, con las que no debería existir correlacion alguna ya que se trata de constructos diferentes. Si correlacionan, es que se están yuxtaponiendo, que miden lo mismo en parte o por completo, en fin, que una de ellas no discrimina o es redundante…. Y esto es un dato empírico, no es algo que yo sostenga porque se me ocurrió ayer. Los datos existen (pueden revisar los artículos que puse en la primera entrada, como referencias).

El problema con la inteligencia emocional, como constructo, es que no define nada. Es solamente una descripción, tomada de varias otras teorías ya existentes. Creo que existe dificultad en general, entre muchos psicólogos (no se si el señor Bobadilla lo es) para diferenciar esto, para discriminar entre constructos que sí definen variables y procesos, y otros que solamente describen entidades y no aportan nada nuevo al avance de la disciplina. En alguno de sus mails anteriores me decía el señor Bobadilla que yo le daba demasiado peso a la investigación y los datos… La verdad es que me parece grave que en pleno siglo XXI aceptemos como válidas teorías o modelos que no tienen lógica interna y que no están refrendados por investigación, del tipo que esta sea. ¿De que otra manera podemos darle respaldo a nuestra disciplina, construir un cuerpo teórico y un lenguaje común que nos permita avanzar intersubjetivamente? Valga y pase para personas que no son de la especialidad -para las cuales los conceptos sencillos e intuitivos son persuasivos-, pero me parece preocupante que esto ocurra entre psicólogos.

Puede haber investigación (y de hecho la hay) y también instrumentos de medida (que también los hay) sobre la inteligencia emocional, pero eso no significa nada. En psicología todo se puede medir, podríamos encontrar correlaciones entre la tendencia al estrés y el tamaño de los zapatos, pero serian espurias. El problema es de fondo, es conceptual y tiene que ver con la validez del constructo.

En fin, como dije, lo dejo aquí. Entiendo que se trata un constructo sugerente y ya dije que si ha hecho que la gente le de importancia a variables afectivas, pues en buena hora. Ese es su mérito, ya que la literatura más técnica es, en efecto, densa y de díficil acceso. Agradezco el comentario que me ha permitido exponer otra vez mis puntos de vista. Pero ya no responderé a ninguno mas porque este tema la verdad es que no me apasiona.

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Inteligencia Emocional 2/2 (continuación)

Henry Rodríguez - Piano 2

Ofrecí en la entrada anterior decir lo que pienso sobre la inteligencia emocional, y aquí están en resumen mis ideas.

La inteligencia emocional es, cuando menos, un concepto controversial que a mí personalmente no me gusta. Si algo positivo puede reconocérsele es quizá el haber puesto en boca de todos a las emociones, y haber enfatizado la importancia que éstas tienen para la educación y para la vida en general en un lenguaje sencillo y accesible al gran público. Si eso se ha logrado, en buena hora, aunque no le atribuyo el mérito al concepto sino a las preocupaciones que las personas tienen por vivir una vida plena, lo que las hace proclives a interesarse por ideas que son populares y que parecen ofrecer alguna respuesta a sus inquietudes. Como la literatura psicológica especializada es densa y de difícil acceso, el concepto de inteligencia emocional, por intuitivo y ligero, ha proliferado ampliamente.

Sin embargo, creo que desde un punto de vista académico se trata de un concepto poco relevante y confuso, que lamentablemente en nuestro medio ha sido acríticamente asumido por psicólogos, empresarios y profesores. No voy a extenderme mucho en esto pero sí esbozaré algunos de mis puntos de vista, que los interesados podrán luego investigar y ampliar por cuenta propia. En resumen, mi idea es la siguiente:

Pienso que el concepto de inteligencia emocional no describe ninguna entidad nueva. Incorpora otros conceptos y teorías ya existentes en la psicología, como las inteligencias intra e inter personal de Gardner, o la psicología del ajuste, que son propuestas psicológicas mucho más complejas y sólidas, sustentadas por investigación. Puede decirse que la inteligencia emocional es un concepto de divulgación (de best seller), apoyado por escasa investigación, y que no reconoce explícitamente las fuentes de las que se nutre. Al ser un concepto confuso, las medidas de inteligencia emocional correlacionan con medidas de otros constructos (como por ejemplo, personalidad), de los que se supone debería diferir, y por lo tanto no tienen validez discriminante. Como afirmo más arriba, desde mi punto de vista el concepto no describe ningún fenómeno psicológico nuevo, solamente agrupa otros ya existentes y no añade nada original, por lo que la etiqueta “inteligencia emocional” no resulta necesaria. Ojo: no es que las habilidades y capacidades que el concepto describe no existan -no estoy diciendo eso- sino que ya ellas han sido explicadas por la psicología y no se necesita entonces de una entidad nueva que repita lo que ya se sabe. Mi crítica, en este sentido, es académica. Creo además que el nombre “inteligencia” le hace un flaco favor al concepto, pues remite a una tradición psicométrica dura que está alejada de lo que el concepto, creo, intenta representar.

Hay mucha literatura crítica de la inteligencia emocional a la que lamentablemente muchas personas no tienen acceso. El Human Development le dedicó gran parte de un número en el 2003, al igual que el Psychological Inquiry en el 2004. De este último journal, un artículo muy ilustrativo es Seven Myths about Emotional Intelligence, que presenta con mucha claridad siete mitos o ideas erróneas acerca del concepto. Si bien el artículo es del 2004 y desde esa fecha puede haberse avanzado en la investigación y afinado lo que se sabe del concepto, creo que las debilidades que el artículo señala todavía se mantienen.

Algunas referencias que los interesados -especialmente psicólogos- pueden leer son:

Matthews, G.; Roberts, R. y Zeidner, M. (2004). Seven Myths about Emocional Intelligence. Psychological Inquiry, Vol. 15, 3, 179-196

Matthews, G. Roberts,R. y Zeidner. M. (2003). Development of emotional intelligence: A skeptical – but not dismissive – perspective. Human Development, Vol. 46, 2-3, p. 109

Arsenio, W. (2003). Emotional intelligence and the intelligence of emotions: A developmental perspective on mixed EI models. Human Development. Vol. 46, 2-3, p. 97
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Sensibilidad moral versus inteligencia emocional 1/2

Paulo, 2006

Después de haber leído la entrada anterior, Haydee Oblitas me hace la siguiente pregunta: ¿Qué relación existe entre la sensibilidad moral y la inteligencia emocional? Creo entender por qué ambos conceptos pueden percibirse como similares, aunque existen profundas diferencias entre ellos. La pregunta es interesante e intentaré responder a ella en esta entrada. De paso dare mi particular visión de la inteligencia emocional, con la que seguramente muchos estarán en desacuerdo.

La primera y más importante diferencia, que salta a la vista, es la de dominio. La sensibilidad moral es un concepto referido al desarrollo moral, es decir, al desarrollo de la noción de deber ser, mientras que la inteligencia emocional no es un concepto moral. Si bien las personas asocian intuitivamente una cosa con la otra y creen que una persona con alta inteligencia emocional será por ello moralmente sensible e incluso se comportará éticamente, esta asociación no es necesariamente cierta. Como sabemos, se entiende por inteligencia emocional la capacidad de sentir y entender de forma precisa, de controlar y de modificar estados anímicos propios y ajenos, siendo esta una definición moralmente neutra. Una persona puede ser muy hábil para sentir, entender, controlar y modificar los estados emocionales propios y de los demás, pero podría perfectamente ejercer estas habilidades con fines perversos. Tenemos muchos ejemplos de esto en la vida cotidiana, y creo que no es necesario abundar más. Basta decir que en el concepto de inteligencia emocional no está incluída la perspectiva ética porque no es un concepto que esté vinculado al desarrollo moral -para el cual sí resulta fundamental la noción de deber ser– sino un concepto fáctico y neutro que por lo mismo, puede adquirir según las circunstancias características poco morales.

Una segunda diferencia, ligada a la anterior, radica en que el concepto de inteligencia emocional se entiende como la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar cualquier tipo de emoción, desde las básicas como la alegría o el miedo, hasta las más sofisticadas y culturalmente complejas. En la sensibilidad moral, el vínculo con las emociones se establecería, creo yo, principalmente con las emociones morales (por ejemplo, la empatía y la indignación, por mencionar sólo dos).

Una tercera diferencia está dada por la extensión de los procesos involucrados. La inteligencia emocional pretende abarcar un sinnumero de procesos, pues como puede apreciarse en la misma definición, pasa por el reconocimiento y comprensión de las emociones, hasta procesos de control y modificación. La sensibilidad moral es mucho más específica; como hemos visto, se entiende básicamente como un proceso de interpretación y de reconocimiento de las características éticas de una situación determinada.

En la entrada siguiente expondré mis ideas sobre el concepto de inteligencia emocional. » Leer más