No se bien qué decir respecto a la polémica sobre los libros de texto. Aquí se leen algunos aspectos del problema y los intentos de solución que se plantean, a los que ha respondido críticamente León Trahtemberg.
Ambas perspectivas tienen parte de razón. Los precios exagerados y las corruptelas de las editoriales son inaceptables y tienen que acabar, pero el asunto de fondo es que en un país pobre como el nuestro, con los niveles de pobreza que tenemos, los libros deberían pertenecer a las bibliotecas de los colegios para que puedan ser usados muchas veces durante varios años por más de un niño, o debería existir un sistema de banco de libros, o de re-venta de libros usados, como se hace en muchas universidades de los Estados Unidos donde uno compra un libro nuevo o usado y al año siguiente puede venderlo a la librería de la universidad, la que lo re-venderá a su vez a otro estudiante. Es un buen sistema, pero lamentablemente en muchos de nuestros colegios no hay bibliotecas ni existe la posibilidad de contratar a un bibliotecario para implementarlas. Y tampoco tienen librerías.
Claro, León Trahtemberg tiene razón en un punto: con lo que plantea el proyecto para frenar el abuso de las editoriales, lo que va a pasar es que se desincentive el uso de los libros por parte de los niños. Si bien esto no tendría por qué ser así, en bastante probable que ocurra porque lamentablemente muchos profesores no tienen el criterio suficiente para interpretar estas medidas teniendo como objetivo el bien superior del niño y no las normativas vigentes, el control autoritario o el miedo a la sanción. Conozco un colegio con una lógica perversa: si el profesor daba un libro de texto a los niños, y estos lo perdían, SE LO DESCONTABAN DE SU SUELDO AL PROFESOR. Si el profesor queria reponerlo, tenia que ser original, el colegio no aceptaba una fotocopia. Los profesores debían encargar a alguien en Lima (porque el colegio estaba en Ayacucho) que los buscara en Amazonas, o simplemente resignarse a pagar (igual les descontaban las sillas o las cortinas rotas, sobre todo a los profesores que no eran nombrados…). Con unas consecuencias así… ¿quién se va a atrever a utilizar los libros?
Es un tema complejo, pero me parece bien que por fin se le esté prestando atención con mayor seriedad.
En mi experiencia, los libros de texto con los que me he topado son, en la mayoría de los casos, de mala calidad y tienen errores pedagógicos (ver aquí un comentario mio sobre el tema). Y muchas veces no se usan; Paulo ha terminado más de una vez el año escolar con alguno de sus libros prácticamente intacto, lo que es una burla a los padres que los hemos comprado y una falta de respeto a los niños. Además, los precios de más de 100 soles por libro son a todas luces insostenibles.
El tema da para mucho más y hay que estar atentos a lo que ocurre en los próximos días.
Aquí, un post del blog de Gustavo Faverón sobre el tema, que ha pedido difundir.
Susana: durante el gobierno militar se implantó, como parte de la reforma educativa, que cada salón tuviera en su biblioteca de aula los 30 o 40 libros de texto a ser usados por los niños. Así, cada año, los niños y niñas recibían un libro que había sido usado por otro niño o niña el año anterior. Los docentes, conscientes de que no se puede trabajar con material maltratado, hacian forrar y cuidar el libro como si fuera propio, fomentando así la solidaridad. Estos libros eran para el trabajo en aula y no se podían llevar a casa, a pesar de que eran muy bonitos y los niños querían leerlos una y otra vez (especialmente los de lectura). De esa época hasta ahora, muchas cosas han cambiado: los libros han bajado en calidad (tanto de contenido como de diseño), la profesión docente ha sido desmerecida hasta el extremo de decir que son "comechados" o "burros", la enseñanza de valores brilla por su ausencia en las aulas, etc.
En resumen, lo de los libros es solo un síntoma de la enfermedad que ataca a todo nuestro sistema educativo.
Si, todo esta pervertido Elena, es una lástima y una injusticia.