Niño de 2 años frente al dilema del tranvía

TranviaEstá circulando desde hace unos días esta noticia sobre un niño de 2 años que da solución al clásico dilema del tranvía, de una manera que han considerado perfecta. El dilema del tranvía plantea el problema de tener que decidir si matar a una persona para salvar a cinco, se justifica. Como puede verse en el video, lo que el niño hace es “dar exactamente el mismo tratamiento a todos los involucrados”, colocando al personaje que estaba en la vía izquierda, junto a los otros cinco en la vía derecha, de modo que el tranvía (o tren, da lo mismo) atropelle a los seis.

Creo que el modo como han presentado esta noticia, y la misma reacción del padre del niño, que es profesor de psicología, llevan a confusión y evidencian una concepción simplista, y a mi juicio equivocada, de la moral y de su desarrollo. Para empezar, el padre del niño está asumiendo demasiadas cosas a partir de lo que el niño hace, sin saber realmente las razones por las que lo hace. Se asume que su solución es “perfecta” porque, se infiere, el niño está utilizando un criterio de igualdad, pero en realidad no se sabe cual es el criterio que el niño ha usado para colocar al personaje solitario junto a los otros cinco. Lo que tenemos es solo una acción, no una justificación, por lo que las opiniones de los demás son especulaciones.

Veamos: el niño podría haber puesto a todos los personajes juntos porque se le ocurrió, sin mayor razón que esa; solo para que estén juntos o para hacer un grupo. Esta es una respuesta típica de niños pequeños, que tienden a hacer colecciones o grupos, sin mayor criterio de clasificación que la cercanía o las semejanzas subjetivas que encuentran (por ejemplo, que son una familia), cuando tienen objetos delante que pueden manipular. El niño pudo también haberlos puestos juntos por un deseo de que todos “sufrieran”, de que todos sean dañados o alcanzados por el tren, de que nadie “se salve”. Esto puede evidenciar un simple deseo y curiosidad por observar lo que pasa, una poca comprensión del problema que se le planeta, o una inclinación hacia provocar el sufrimiento ajeno. Simplemente no sabemos, porque solo vemos su acción. Decir entonces que su respuesta es “perfecta” porque resuelve el problema dando a todos un trato igualitario es sobre-interpretar una conducta y darle estatus moral sin conocer sus motivaciones.

He escrito varias veces sobre este punto crítico de la psicología moral. Dos entradas que tocan el tema y que resultan relevantes aquí son esta y esta.

Más aun, toca a la filosofía debatir si una solución al dilema del tranvía que pasa por no salvar a nadie y más bien, convertir en víctimas a la seis personas puede considerarse “perfecta”. ¿Por qué si ya había puesto a las 6 personas en un carril, el niño no opta por desviar el tren hacia el otro y salvar a todos? Nuevamente, no lo sabemos, pero el tema debe debatirse desde un punto de vista ético antes de considerar que la solución que da al dilema es adecuada.

En resumen, no se puede catalogar una solución a un dilema moral de “perfecta” sin conocer las motivaciones subyacentes, las justificaciones para la acción que elabora el agente. Un niño de 2 años puede dar justificaciones, desde sus capacidades cognitivas y morales, pero en este caso solo tenemos su comportamiento observable, por lo que, considero, resulta prematuro hacer juicios sobre los elementos morales de su respuesta.

Finalmente, mi conclusión general sobre esto es que con teorías ingenuas sobre la moral y su desarrollo la verdad es que no llegamos a ninguna parte.

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