Los que creen que merecen que el piloto no despegue el avión

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No hay cosa que a la vez, me apene y me irrite más, que ver a personas adultas y aparentemente educadas ser inconscientes del otro y de las reglas sociales. Quiero contar lo que vi hace unos días en un avión porque fue para mí realmente inaudito. Un hombre sentado detrás mio se negaba a apagar su celular cuando las reglas del vuelo exigen hacerlo. Una de las señoritas que atendían el vuelo le pidió varias veces que lo apagara porque el avión estaba próximo a despegar, pero el tipo insistía en que lo que estaba haciendo -enviando mensajes- era muy importante. “Usted no sabe la importancia de lo que estoy haciendo”, le decía a la azafata. “Ya le he dicho que me esperen”. Ella lo miraba sin dar crédito a lo que veía y oía, e intentó persuadirlo mediante la exposición social: “señor, por favor, la gente lo está mirando”, pero obviamente no tuvo resultado. Entonces, le dijo con firmeza: “si no lo apaga en este instante se lo voy a tener que decomisar”, a lo que el tipo le respondió, molesto: “Ya les he dicho que le diga al piloto que me espere. Usted tiene que aprender a dar servicio al cliente”.

Nada más y nada menos: servicio al cliente. Como estas cosas me molestan mucho, no me pude aguantar y le llamé la atención al tipo: “Ella tiene razón, haga el favor de apagarlo. El mundo no gira alrededor de usted”. Y efectivamente, el mundo no gira alrededor de él, ni de sus mensajes importantes por los que, él cree, un avión lleno de pasajeros debe detenerse. ¿Pero como así esta persona se ha desarrollado de este modo? Como podemos ver, lo que prima en él parece ser su identidad como consumidor, no como ciudadano. Como si ambas cosas pudieran separarse.

El tema me preocupa porque los procesos educativos tienen que lidiar, hoy más que nunca, con fuerzas y narrativas que convierten a las personas en individuos orientados al consumo, al disfrute inmediato y compulsivo y muchas veces a la transgresión. No hay reglas a las que las personas deban someterse, sus necesidades, deseos y caprichos ocupan el lugar de la ética y del acuerdo social…

La escuela y por supuesto la familia tienen mucho que ver en esto. Y aunque hay muchos factores sociales de orden más simbólico y estructural, los padres siempre podrían llamar la atención de sus hijos cuando los vean ponerse por encima de una norma razonable y legítima, burlarse de ella, o pretender inmerecidamente que su punto de vista egocéntrico predomine sobre el de los demás.

He tocado varias veces el tema de los padres que minimizan y/o no corrigen lo que hacen sus hijos, aquí por ejemplo. Otro ejemplo más reciente, en el que llaman “grano de arroz” a una comportamiento violento e inmoral puede verse aquí.

Mayor atención a estos procesos y mayor conciencia sobre ellos evitará que demasiados sujetos pretendan -como si fuera un derecho- que un avión se detenga para que ellos puedan mandar su mensaje a través del celular.

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