Como dijo alguna vez mi compadre Martín Tanaka, los blogs también sirven para quejarse!!.
Estoy queriendo inscribir a Paulo en algún taller de verano y la verdad es que es una especie de loquerío al que no se por qué se ha puesto de moda sucumbir. Hay demasiada oferta y no todos dicen las cosas como son. El que él quería, y al que fuimos a matricularlo el día de ayer, ya no tenía vacantes. ¿En que lugar del aviso publicitario decía que las vacantes eran limitadas? En ninguno (de haberlo sabido iba con antelación, pero esa información no estaba por ninguna parte). Pésimo manejo, pues se trata de niños que se ilusionan con las cosas y que pasan un mal momento (como le pasó a Paulo) cuando les dicen que no podrán participar.
En otros anuncian que los talleres están a cargo de pedagogos, pero resulta luego que son estudiantes y que el “pedagogo” solo les da una asesoría semanal. En otros, los talleres se realizan en la azotea de una casa, con una escalera sin baranda, con poca o ninguna seguridad.
En fin! Imagino que algo encontraré, para que al menos Paulo tenga unas cuatro horas semanales en actividades estructuradas (ojo: hay que dejarlos estar ociosos y jugar libremente también) y que le gusten. Pero la verdad, esta cosa compulsiva de matricular a los niños en cincuenta cosas a la vez, que veo en muchas familias, no me parece nada saludable. Y tampoco la poca vergüenza de muchos sitios que ofrecen al público lo que no dan. Leer más