La filósofa Nel Noddings, de quien hablé aquí, y aquí y aquí, fue durante muchos años maestra de aula. Enseñaba matemática. En su experiencia como docente uno de los temas que la preocupó fue el de la evaluación. Sabía que ésta debía ser (pero no era) un proceso amigable, significativo para los estudiantes, libre de abusos y de temor. Un problema específico la perturbaba: el que muchos de sus estudiantes se copiaran durante los exámenes.
Para intentar acabar con el plagio y la copia, en lugar de recurrir al castigo para corregir a los que copiaban (respuesta común de la mayoría de maestros) a Noddings se le ocurrió ampliar el proceso de evaluación, y estableció una lista de temas y un período de tiempo, digamos de tres semanas, en el que sus estudiantes podían rendir la evaluación. Es decir, les daba de antemano los temas que evaluaría, además de la oportunidad de rendir la evaluación en el momento en que quisieran, cuando se sintieran preparados, o cuando tuvieran ánimo para pasar por ella. E incluso, si salían mal a la primera, podían volver a dar la prueba, y volver a hacerlo luego, y hacerlo una vez más, tantas veces como desearan dentro del período de tiempo establecido. De esta manera, pensaba Noddings, se acabaría el problema del plagio pues la evaluación perdía su sentido coercitivo, se convertía en una experiencia de autonomía y autorregulación, estaba libre de temor, y además, se reduciría la tendencia a copiar por parte de los estudiantes (ya que –pensaba ella- la copia perdía todo su sentido, pues si los estudiantes salían mal en un examen tenían muchas otras nuevas oportunidades para salir bien y no necesitarían copiar).
Aunque algunos niños se quejaron de que una buena nota obtenida a la primera no debía ser equivalente a una buena nota obtenida a la segunda o a la tercera (problema que Noddings no había contemplado), lo interesante (y decepcionante) del asunto es que si bien Noddings consiguió muchos de los resultados que buscaba, hubo sin embargo un grupo de niños que siguieron copiando, lo que la llevó a reflexionar sobre el tema de la responsabilidad. Noddings fue responsable en su función como maestra al crear las condiciones para una evaluación justa y democrática que propicie la autonomía, pero aun en ese contexto amable y seguro, algunos estudiantes decidieron usar su libertad para seguir copiando. La lección fue dura incluso para Noddings misma: uno nunca es cien por ciento responsable de la conducta del otro; pueden crearse las condiciones para el ejercicio razonado de la autonomía y la libertad, pero la responsabilidad final radica en cada quien.
Para leer a Noddings en su postura sobre la educación, recomiendo:
Noddings, N. (1984). Caring: a feminine approach to ethics and moral education. Berkeley: University of California Press
Noddings, N. (1984). The challenge to care in schools. New York: Teachers College Press
Noddings, N. (1995). Philosophy of education. Colorado: Westview Press
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