Por Evan Romero-Castillo- www.dw.com
Citgo, la refinería venezolana en territorio estadounidense, donó 500,000 dólares para la organización de la ceremonia de investidura de Donald Trump como presidente. ¿Por qué miran todos hacia Moscú?
En Venezuela, la inexistente separación de poderes durante la gestión de Nicolás Maduro hace que la fiscalización de la administración pública sea aún más difícil que en el cuarto de siglo que precedió a la “era chavista”, descrito por los defensores de la “Revolución Bolivariana” como el período de mayor corrupción e impunidad en la historia del país. Y la opacidad de las instituciones estatales hace que elucubraciones y rumores circulen en sustitución de la información a la que la ciudadanía tiene derecho.
Eso volvió a ocurrir un día después de que la Comisión Federal Electoral de Estados Unidos revelara que Citgo Petroleum –filial de la estatal Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) con sede en Houston– le donó 500,000 dólares al comité organizador de la ceremonia de juramentación de Donald Trump como jefe del Gobierno estadounidense (22.12.2016); el doble que otras empresas –como el fabricante de automóviles Ford– entusiasmadas con la idea de ejercer algún grado de influencia en la Casa Blanca.
La refinería venezolana Citgo, con sede en Houston, Texas.
Trump, Putin y Maduro
Fuera de Venezuela, la noticia parecía tener más que ver con el “hombre fuerte” de Moscú, Vladimir Putin, que con el de Caracas. Una investigación realizada por Maye Primera y Ahiana Figueroa para el sitio web de la televisora estadounidense Univisión señala que la contribución de Citgo a la ceremonia de investidura de Trump tuvo lugar cuando la refinería venezolana en suelo estadounidense acababa de ofrecer el 49.9 por ciento de sus acciones como garantía de pago del préstamo que la petrolera rusa Rosneft le hizo a PDVSA.
El resto de las acciones de Citgo fue presentado como incentivo “en un canje de bonos ejecutado por PDVSA en 2016”, aseguran Primera y Figueroa. El crédito ruso de 1,600 millones de dólares es una bombona de oxígeno del maltrecho establishment chavista. El diario británico The Guardian explica que si PDVSA no cancela su deuda a tiempo, Rosneft podría convertirse en el accionista mayoritario de Citgo. “Ese es un escenario que causa ansiedad en el Congreso estadounidense”, advirtió Julian Borger, corresponsal de The Guardian en Washington.
Citgo no es el único nexo entre Rosneft y Trump. Eso preocupa tanto a los republicanos como a los demócratas porque aún no se ha disipado la sospecha de que el Kremlin se inmiscuyó en el último proceso electoral estadounidense y de que un pacto ilícito entre Putin y Trump lo hizo posible, agrega Borger. Mientras tanto, en Venezuela –donde Maduro celebraba, casualmente, cuatro años en el poder este 19 de abril–, la conexión Citgo-Trump causaba extrañeza por la cantidad de contradicciones que dejaba en evidencia.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su homólogo ruso, Vladimir Putin.
No hay preguntas tontas…
¿Es Citgo otro Caballo de Troya del Kremlin en Estados Unidos? ¿Cómo pudo Citgo regalarle medio millón de dólares a Trump cuando la propia PDVSA está al borde de la bancarrota? ¿Qué esperaba Caracas a cambio de ese gesto? ¿Llegó a haber simpatía genuina entre Trump y Maduro o fue la de Maduro una cordialidad no correspondida? Si hubo afinidad, la luna de miel duró poco. Trump asumió su cargo el 20 de enero y el 16 de febrero pidió, vía Twitter, la liberación inmediata del dirigente opositor venezolano Leopoldo López.
En la foto que acompañaba a su tuit, Trump aparecía junto a Lilian Tintori, esposa de López, el preso político más prominente del régimen chavista. El 6 de abril, ante el Comité de Servicios Armados del Senado de Estados Unidos, el almirante Kurt Tidd, jefe del Comando Sur, arguyó que “la creciente crisis humanitaria en Venezuela podría, eventualmente, obligar a una respuesta regional”, dejando dudas sobre si se refería a mediaciones diplomáticas más persuasivas que las del Vaticano, o a ataques unilaterales como el lanzado contra Siria.
El propio Maduro acusó a Washington de preparar su derrocamiento y alegó que las intenciones de “generar violencia y caos” en Venezuela estaban plasmadas en un comunicado del Departamento de Estado difundido el 18.4.2017, un día antes de la “madre de todas las manifestaciones”, convocada por la oposición antichavista. Desde hace años está claro el tipo de vínculo que une a Caracas con Moscú; pero el coqueteo de Maduro con el flamante ocupante de la Casa Blanca obliga a repreguntar: ¿cómo es la relación entre Venezuela y Estados Unidos?
Archivo por meses: abril 2018
Gaudete et exsultate (I)
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA GAUDETE ET EXSULTATE DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL LLAMADO A LA SANTIDAD EN EL MUNDO ACTUAL
1.«Alegraos y regocijaos» (Mt 5,12), dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa. El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. En realidad, desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: «Camina en mi presencia y sé perfecto» (Gn 17,1).
2.No es de esperar aquí un tratado sobre la santidad, con tantas definiciones y distinciones que podrían enriquecer este importante tema, o con análisis que podrían hacerse acerca de los medios de santificación. Mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió «para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor» (Ef 1,4).
CAPÍTULO PRIMERO: EL LLAMADO A LA SANTIDAD
Los santos que nos alientan y acompañan
3.En la carta a los Hebreos se mencionan distintos testimonios que nos animan a que «corramos, con constancia, en la carrera que nos toca» (12,1). Allí se habla de Abraham, de Sara, de Moisés, de Gedeón y de varios más (cf. 11,1-12,3) y sobre todo se nos invita a reconocer que tenemos «una nube tan ingente de testigos» (12,1) que nos alientan a no detenernos en el camino, nos estimulan a seguir caminando hacia la meta. Y entre ellos puede estar nuestra propia madre, una abuela u otras personas cercanas (cf. 2 Tm 1,5). Quizá su vida no fue siempre perfecta, pero aun en medio de imperfecciones y caídas siguieron adelante y agradaron al Señor.
4.Los santos que ya han llegado a la presencia de Dios mantienen con nosotros lazos de amor y comunión. Lo atestigua el libro del Apocalipsis cuando habla de los mártires que interceden: «Vi debajo del altar las almas de los degollados por causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantenían. Y gritaban con voz potente: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia?”» (6,9-10). Podemos decir que «estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios […] No tengo que llevar yo solo lo que, en realidad, nunca podría soportar yo solo. La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce».1
5.En los procesos de beatificación y canonización se tienen en cuenta los signos de heroicidad en el ejercicio de las virtudes, la entrega de la vida en el martirio y también los casos en que se haya verificado un ofrecimiento de la propia vida por los demás, sostenido hasta la muerte. Esa ofrenda expresa una imitación ejemplar de Cristo, y es digna de la admiración de los fieles.2 Recordemos, por ejemplo, a la beata María Gabriela Sagheddu, que ofreció su vida por la unión de los cristianos.
Los santos de la puerta de al lado
6.No pensemos solo en los ya beatificados o canonizados. El Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, en el santo pueblo fiel de Dios, porque «fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente».3 El Señor, en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Por eso nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo.
7.Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. En esta constancia para seguir adelante día a día, veo la santidad de la Iglesia militante. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios, o, para usar otra expresión, «la clase media de la santidad».4
8.Dejémonos estimular por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes miembros de ese pueblo que «participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad».5 Pensemos, como nos sugiere santa Teresa Benedicta de la Cruz, que a través de muchos de ellos se construye la verdadera historia: «En la noche más oscura surgen los más grandes profetas y los santos. Sin embargo, la corriente vivificante de la vida mística permanece invisible. Seguramente, los acontecimientos decisivos de la historia del mundo fueron esencialmente influenciados por almas sobre las cuales nada dicen los libros de historia. Y cuáles sean las almas a las que hemos de agradecer los acontecimientos decisivos de nuestra vida personal, es algo que solo sabremos el día en que todo lo oculto será revelado».6
9.La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. Pero aun fuera de la Iglesia Católica y en ámbitos muy diferentes, el Espíritu suscita «signos de su presencia, que ayudan a los mismos discípulos de Cristo».7 Por otra parte, san Juan Pablo II nos recordó que «el testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos y protestantes».8 En la hermosa conmemoración ecuménica que él quiso celebrar en el Coliseo, durante el Jubileo del año 2000, sostuvo que los mártires son «una herencia que habla con una voz más fuerte que la de los factores de división».9
El Señor llama
10.Todo esto es importante. Sin embargo, lo que quisiera recordar con esta Exhortación es sobre todo el llamado a la santidad que el Señor hace a cada uno de nosotros, ese llamado que te dirige también a ti: «Sed santos, porque yo soy santo» (Lv 11,45; cf. 1 P 1,16). El Concilio Vaticano II lo destacó con fuerza: «Todos los fieles, cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre».10
11.«Cada uno por su camino», dice el Concilio. Entonces, no se trata de desalentarse cuando uno contempla modelos de santidad que le parecen inalcanzables. Hay testimonios que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa es que cada creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello tan personal que Dios ha puesto en él (cf. 1 Co 12, 7), y no que se desgaste intentando imitar algo que no ha sido pensado para él. Todos estamos llamados a ser testigos, pero «existen muchas formas existenciales de testimonio».11 De hecho, cuando el gran místico san Juan de la Cruz escribía su Cántico Espiritual, prefería evitar reglas fijas para todos y explicaba que sus versos estaban escritos para que cada uno los aproveche «según su modo».12 Porque la vida divina se comunica «a unos en una manera y a otros en otra».13
12.Dentro de las formas variadas, quiero destacar que el «genio femenino» también se manifiesta en estilos femeninos de santidad, indispensables para reflejar la santidad de Dios en este mundo. Precisamente, aun en épocas en que las mujeres fueron más relegadas, el Espíritu Santo suscitó santas cuya fascinación provocó nuevos dinamismos espirituales e importantes reformas en la Iglesia. Podemos mencionar a santa Hildegarda de Bingen, santa Brígida, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila o santa Teresade Lisieux. Pero me interesa recordar a tantas mujeres desconocidas u olvidadasquienes, cada una a su modo, han sostenido y transformado familias y comunidades con la potencia de su testimonio.
13.Esto debería entusiasmar y alentar a cada uno para darlo todo, para crecer hacia ese proyecto único e irrepetible que Dios ha querido para él desde toda la eternidad: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré» (Jr 1,5).
También para ti
14.Para ser santos no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos. Muchas veces tenemos la tentación de pensar que la santidad está reservada solo a quienes tienen la posibilidad de tomar distancia de las ocupaciones ordinarias, para dedicar mucho tiempo a la oración. No es así. Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra. ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales.14
15.Deja que la gracia de tu Bautismo fructifique en un camino de santidad. Deja que todo esté abierto a Dios y para ello opta por él, elige a Dios una y otra vez. No te desalientes, porque tienes la fuerza del Espíritu Santo para que sea posible, y la santidad, en el fondo, es el fruto del Espíritu Santo en tu vida (cf. Ga 5,22-23). Cuando sientas la tentación de enredarte en tu debilidad, levanta los ojos al Crucificado y dile: «Señor, yo soy un pobrecillo, pero tú puedes realizar el milagro de hacerme un poco mejor». En la Iglesia, santa y compuesta de pecadores, encontrarás todo lo que necesitas para crecer hacia la santidad. El Señor la ha llenado de dones con la Palabra, los sacramentos, los santuarios, la vida de las comunidades, el testimonio de sus santos, y una múltiple belleza que procede del amor del Señor, «como novia que se adorna con sus joyas» (Is 61,10).
16.Esta santidad a la que el Señor te llama irá creciendo con pequeños gestos. Por ejemplo: una señora va al mercado a hacer las compras, encuentra a una vecina y comienza a hablar, y vienen las críticas. Pero esta mujer dice en su interior: «No, no hablaré mal de nadie». Este es un paso en la santidad. Luego, en casa, su hijo le pide conversar acerca de sus fantasías, y aunque esté cansada se sienta a su lado y escucha con paciencia y afecto. Esa es otra ofrenda que santifica. Luego vive un momento de angustia, pero recuerda el amor de la Virgen María, toma el rosario y reza con fe. Ese es otro camino de santidad. Luego va por la calle, encuentra a un pobre y se detiene a conversar con él con cariño. Ese es otro paso.
17.A veces la vida presenta desafíos mayores y a través de ellos el Señor nos invita a nuevas conversiones que permiten que su gracia se manifieste mejor en nuestra existencia «para que participemos de su santidad» (Hb 12,10). Otras veces solo se trata de encontrar una forma más perfecta de vivir lo que ya hacemos: «Hay inspiraciones que tienden solamente a una extraordinaria perfección de los ejercicios ordinarios de la vida».15 Cuando el Cardenal Francisco Javier Nguyên van Thuân estaba en la cárcel, renunció a desgastarse esperando su liberación. Su opción fue «vivir el momento presente colmándolo de amor»; y el modo como se concretaba esto era: «Aprovecho las ocasiones que se presentan cada día para realizar acciones ordinarias de manera extraordinaria».16
18.Así, bajo el impulso de la gracia divina, con muchos gestos vamos construyendo esa figura de santidad que Dios quería, pesro no como seres autosuficientes sino «como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1 P 4,10). Bien nos enseñaron los Obispos de Nueva Zelanda que es posible amar con el amor incondicional del Señor, porque el Resucitado comparte su vida poderosa con nuestras frágiles vidas: «Su amor no tiene límites y una vez dado nunca se echó atrás. Fue incondicional y permaneció fiel. Amar así no es fácil porque muchas veces somos tan débiles. Pero precisamente para tratar de amar como Cristo nos amó, Cristo comparte su propia vida resucitada con nosotros. De esta manera, nuestras vidas demuestran su poder en acción, incluso en medio de la debilidad humana».17
Tu misión en Cristo
19.Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque «esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts 4,3). Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio.
20.Esa misión tiene su sentido pleno en Cristo y solo se entiende desde él. En el fondo la santidad es vivir en unión con él los misterios de su vida. Consiste en asociarse a la muerte y resurrección del Señor de una manera única y personal, en morir y resucitar constantemente con él. Pero también puede implicar reproducir en la propia existencia distintos aspectos de la vida terrena de Jesús: su vida oculta, su vida comunitaria, su cercanía a los últimos, su pobreza y otras manifestaciones de su entrega por amor. La contemplación de estos misterios, como proponía san Ignacio de Loyola, nos orienta a hacerlos carne en nuestras opciones y actitudes.18 Porque «todo en la vida de Jesús es signo de su misterio»,19 «toda la vida de Cristo es Revelación del Padre»,20 «toda la vida de Cristo es misterio de Redención»,21 «toda la vida de Cristo es misterio de Recapitulación»,22 y «todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en él y que él lo viva en nosotros».23
21.El designio del Padre es Cristo, y nosotros en él. En último término, es Cristo amando en nosotros, porque «la santidad no es sino la caridad plenamente vivida».24 Por lo tanto, «la santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya».25 Así, cada santo es un mensaje que el Espíritu Santo toma de la riqueza de Jesucristo y regala a su pueblo.
22.Para reconocer cuál es esa palabra que el Señor quiere decir a través de un santo, no conviene entretenerse en los detalles, porque allí también puede haber errores y caídas. No todo lo que dice un santo es plenamente fiel al Evangelio, no todo lo que hace es auténtico o perfecto. Lo que hay que contemplar es el conjunto de su vida, su camino entero de santificación, esa figura que refleja algo de Jesucristo y que resulta cuando uno logra componer el sentido de la totalidad de su persona.26
23.Esto es un fuerte llamado de atención para todos nosotros. Tú también necesitas concebir la totalidad de tu vida como una misión. Inténtalo escuchando a Dios en la oración y reconociendo los signos que él te da. Pregúntale siempre al Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu existencia y en cada opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia misión. Y permítele que forje en ti ese misterio personal que refleje a Jesucristo en el mundo de hoy.
24.Ojalá puedas reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que eso sea posible, y así tu preciosa misión no se malogrará. El Señor la cumplirá también en medio de tus errores y malos momentos, con tal que no abandones el camino del amor y estés siempre abierto a su acción sobrenatural que purifica e ilumina.
La actividad que santifica
25.Como no puedes entender a Cristo sin el reino que él vino a traer, tu propia misión es inseparable de la construcción de ese reino: «Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia» (Mt 6,33). Tu identificación con Cristo y sus deseos, implica el empeño por construir, con él, ese reino de amor, justicia y paz para todos. Cristo mismo quiere vivirlo contigo, en todos los esfuerzos o renuncias que implique, y también en las alegrías y en la fecundidad que te ofrezca. Por lo tanto, no te santificarás sin entregarte en cuerpo y alma para dar lo mejor de ti en ese empeño.
26.No es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio. Todo puede ser aceptado e integrado como parte de la propia existencia en este mundo, y se incorpora en el camino de santificación. Somos llamados a vivir la contemplación también en medio de la acción, y nos santificamos en el ejercicio responsable y generoso de la propia misión.
27.¿Acaso el Espíritu Santo puede lanzarnos a cumplir una misión y al mismo tiempo pedirnos que escapemos de ella, o que evitemos entregarnos totalmente para preservar la paz interior? Sin embargo, a veces tenemos la tentación de relegar la entrega pastoral o el compromiso en el mundo a un lugar secundario, como si fueran «distracciones» en el camino de la santificación y de la paz interior. Se olvida que «no es que la vida tenga una misión, sino que es misión».27
28.Una tarea movida por la ansiedad, el orgullo, la necesidad de aparecer y de dominar, ciertamente no será santificadora. El desafío es vivir la propia entrega de tal manera que los esfuerzos tengan un sentido evangélico y nos identifiquen más y más con Jesucristo. De ahí que suela hablarse, por ejemplo, de una espiritualidad del catequista, de una espiritualidad del clero diocesano, de una espiritualidad del trabajo. Por la misma razón, en Evangelii gaudium quise concluir con una espiritualidad de la misión, en Laudato si’ con una espiritualidad ecológica y en Amoris laetitia con una espiritualidad de la vida familiar.
29.Esto no implica despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios. Al contrario. Porque las constantes novedades de los recursos tecnológicos, el atractivo de los viajes, las innumerables ofertas para el consumo, a veces no dejan espacios vacíos donde resuene la voz de Dios. Todo se llena de palabras, de disfrutes epidérmicos y de ruidos con una velocidad siempre mayor. Allí no reina la alegría sino la insatisfacción de quien no sabe para qué vive. ¿Cómo no reconocer entonces que necesitamos detener esa carrera frenética para recuperar un espacio personal, a veces doloroso pero siempre fecundo, donde se entabla el diálogo sincero con Dios? En algún momento tendremos que percibir de frente la propia verdad, para dejarla invadir por el Señor, y no siempre se logra esto si uno «no se ve al borde del abismo de la tentación más agobiante, si no siente el vértigo del precipicio del más desesperado abandono, si no se encuentra absolutamente solo, en la cima de la soledad más radical».28 Así encontramos las grandes motivaciones que nos impulsan a vivir a fondo las propias tareas.
30.Los mismos recursos de distracción que invaden la vida actual nos llevan también a absolutizar el tiempo libre, en el cual podemos utilizar sin límites esos dispositivos que nos brindan entretenimiento o placeres efímeros.29 Como consecuencia, es la propia misión la que se resiente, es el compromiso el que se debilita, es el servicio generoso y disponible el que comienza a retacearse. Eso desnaturaliza la experiencia espiritual. ¿Puede ser sano un fervor espiritual que conviva con una acedia en la acción evangelizadora o en el servicio a los otros?
31.Nos hace falta un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor. De este modo, todos los momentos serán escalones en nuestro camino de santificación.
Más vivos, más humanos
32.No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser. Depender de él nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer nuestra propia dignidad. Esto se refleja en santa Josefina Bakhita, quien fue «secuestrada y vendida como esclava a la tierna edad de siete años, sufrió mucho en manos de amos crueles. Pero llegó a comprender la profunda verdad de que Dios, y no el hombre, es el verdadero Señor de todo ser humano, de toda vida humana. Esta experiencia se transformó en una fuente de gran sabiduría para esta humilde hija de África».30
33.En la medida en que se santifica, cada cristiano se vuelve más fecundo para el mundo. Los Obispos de África occidental nos enseñaron: «Estamos siendo llamados, en el espíritu de la nueva evangelización, a ser evangelizados y a evangelizar a través del empoderamiento de todos los bautizados para que asumáis vuestros roles como sal de la tierra y luz del mundo donde quiera que os encontréis».31
34.No tengas miedo de apuntar más alto, de dejarte amar y liberar por Dios. No tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. La santidad no te hace menos humano, porque es el encuentro de tu debilidad con la fuerza de la gracia. En el fondo, como decía León Bloy, en la vida «existe una sola tristeza, la de no ser santos».32
CAPÍTULO SEGUNDO: DOS SUTILES ENEMIGOS DE LA SANTIDAD
35.En este marco, quiero llamar la atención acerca de dos falsificaciones de la santidad que podrían desviarnos del camino: el gnosticismo y el pelagianismo. Son dos herejías que surgieron en los primeros siglos cristianos, pero que siguen teniendo alarmante actualidad. Aun hoy los corazones de muchos cristianos, quizá sin darse cuenta, se dejan seducir por estas propuestas engañosas. En ellas se expresa un inmanentismo antropocéntrico disfrazado de verdad católica.33 Veamos estas dos formas de seguridad doctrinal o disciplinaria que dan lugar «a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar. En los dos casos, ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente».34
El gnosticismo actual
36.El gnosticismo supone «una fe encerrada en el subjetivismo, donde solo interesa una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos».35
Una mente sin Dios y sin carne
37.Gracias a Dios, a lo largo de la historia de la Iglesia quedó muy claro que lo que mide la perfección de las personas es su grado de caridad, no la cantidad de datos y conocimientos que acumulen. Los «gnósticos» tienen una confusión en este punto, y juzgan a los demás según la capacidad que tengan de comprender la profundidad de determinadas doctrinas. Conciben una mente sin encarnación, incapaz de tocar la carne sufriente de Cristo en los otros, encorsetada en una enciclopedia de abstracciones. Al descarnar el misterio finalmente prefieren «un Dios sin Cristo, un Cristo sin Iglesia, una Iglesia sin pueblo».36
- En definitiva, se trata de una superficialidad vanidosa: mucho movimiento en la superficie de la mente, pero no se mueve ni se conmueve la profundidad del pensamiento. Sin embargo, logra subyugar a algunos con una fascinación engañosa, porque el equilibrio gnóstico es formal y supuestamente aséptico, y puede asumir el aspecto de una cierta armonía o de un orden que lo abarca todo.
- Pero estemos atentos. No me refiero a los racionalistas enemigos de la fe cristiana. Esto puede ocurrir dentro de la Iglesia, tanto en los laicos de las parroquias como en quienes enseñan filosofía o teología en centros de formación. Porque también es propio de los gnósticos creer que con sus explicaciones ellos pueden hacer perfectamente comprensible toda la fe y todo el Evangelio. Absolutizan sus propias teorías y obligan a los demás a someterse a los razonamientos que ellos usan. Una cosa es un sano y humilde uso de la razón para reflexionar sobre la enseñanza teológica y moral del Evangelio; otra es pretender reducir la enseñanza de Jesús a una lógica fría y dura que busca dominarlo todo.37
Una doctrina sin misterio
- El gnosticismo es una de las peores ideologías, ya que, al mismo tiempo que exalta indebidamente el conocimiento o una determinada experiencia, considera que su propia visión de la realidad es la perfección. Así, quizá sin advertirlo, esta ideología se alimenta a sí misma y se enceguece aún más. A veces se vuelve especialmente engañosa cuando se disfraza de una espiritualidad desencarnada. Porque el gnosticismo «por su propia naturaleza quiere domesticar el misterio»,38 tanto el misterio de Dios y de su gracia, como el misterio de la vida de los demás.
- Cuando alguien tiene respuestas a todas las preguntas, demuestra que no está en un sano camino y es posible que sea un falso profeta, que usa la religión en beneficio propio, al servicio de sus elucubraciones psicológicas y mentales. Dios nos supera infinitamente, siempre es una sorpresa y no somos nosotros los que decidimos en qué circunstancia histórica encontrarlo, ya que no depende de nosotros determinar el tiempo y el lugar del encuentro. Quien lo quiere todo claro y seguro pretende dominar la trascendencia de Dios.
- Tampoco se puede pretender definir dónde no está Dios, porque él está misteriosamente en la vida de toda persona, está en la vida de cada uno como él quiere, y no podemos negarlo con nuestras supuestas certezas. Aun cuando la existencia de alguien haya sido un desastre, aun cuando lo veamos destruido por los vicios o las adicciones, Dios está en su vida. Si nos dejamos guiar por el Espíritu más que por nuestros razonamientos, podemos y debemos buscar al Señor en toda vida humana. Esto es parte del misterio que las mentalidades gnósticas terminan rechazando, porque no lo pueden controlar.
Los límites de la razón
- Nosotros llegamos a comprender muy pobremente la verdad que recibimos del Señor. Con mayor dificultad todavía logramos expresarla. Por ello no podemos pretender que nuestro modo de entenderla nos autorice a ejercer una supervisión estricta de la vida de los demás. Quiero recordar que en la Iglesia conviven lícitamente distintas maneras de interpretar muchos aspectos de la doctrina y de la vida cristiana que, en su variedad, «ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra». Es verdad que «a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión».39 Precisamente, algunas corrientes gnósticas despreciaron la sencillez tan concreta del Evangelio e intentaron reemplazar al Dios trinitario y encarnado por una Unidad superior donde desaparecía la rica multiplicidad de nuestra historia.
- En realidad, la doctrina, o mejor, nuestra comprensión y expresión de ella, «no es un sistema cerrado, privado de dinámicas capaces de generar interrogantes, dudas, cuestionamientos», y «las preguntas de nuestro pueblo, sus angustias, sus peleas, sus sueños, sus luchas, sus preocupaciones, poseen valor hermenéutico que no podemos ignorar si queremos tomar en serio el principio de encarnación. Sus preguntas nos ayudan a preguntarnos, sus cuestionamientos nos cuestionan».40
- Con frecuencia se produce una peligrosa confusión: creer que porque sabemos algo o podemos explicarlo con una determinada lógica, ya somos santos, perfectos, mejores que la «masa ignorante». A todos los que en la Iglesia tienen la posibilidad de una formación más alta, san Juan Pablo II les advertía de la tentación de desarrollar «un cierto sentimiento de superioridad respecto a los demás fieles».41 Pero en realidad, eso que creemos saber debería ser siempre una motivación para responder mejor al amor de Dios, porque «se aprende para vivir: teología y santidad son un binomio inseparable».42
- Cuando san Francisco de Asís veía que algunos de sus discípulos enseñaban la doctrina, quiso evitar la tentación del gnosticismo. Entonces escribió esto a san Antonio de Padua: «Me agrada que enseñes sagrada teología a los hermanos con tal que, en el estudio de la misma, no apagues el espíritu de oración y devoción».43 Él reconocía la tentación de convertir la experiencia cristiana en un conjunto de elucubraciones mentales que terminan alejándonos de la frescura del Evangelio. San Buenaventura, por otra parte, advertía que la verdadera sabiduría cristiana no se debe desconectar de la misericordia hacia el prójimo: «La mayor sabiduría que puede existir consiste en difundir fructuosamente lo que uno tiene para dar, lo que se le ha dado precisamente para que lo dispense. […] Por eso, así como la misericordia es amiga de la sabiduría, la avaricia es su enemiga».44 «Hay una actividad que al unirse a la contemplación no la impide, sino que la facilita, como las obras de misericordia y piedad».45
El pelagianismo actual
- El gnosticismo dio lugar a otra vieja herejía, que también está presente hoy. Con el paso del tiempo, muchos comenzaron a reconocer que no es el conocimiento lo que nos hace mejores o santos, sino la vida que llevamos. El problema es que esto se degeneró sutilmente, de manera que el mismo error de los gnósticos simplemente se transformó, pero no fue superado.
- Porque el poder que los gnósticos atribuían a la inteligencia, algunos comenzaron a atribuírselo a la voluntad humana, al esfuerzo personal. Así surgieron los pelagianos y los semipelagianos. Ya no era la inteligencia lo que ocupaba el lugar del misterio y de la gracia, sino la voluntad. Se olvidaba que «todo depende no del querer o del correr, sino de la misericordia de Dios» (Rm 9,16) y que «él nos amó primero» (1 Jn 4,19).
Una voluntad sin humildad
- Los que responden a esta mentalidad pelagiana o semipelagiana, aunque hablen de la gracia de Dios con discursos edulcorados «en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico».46 Cuando algunos de ellos se dirigen a los débiles diciéndoles que todo se puede con la gracia de Dios, en el fondo suelen transmitir la idea de que todo se puede con la voluntad humana, como si ella fuera algo puro, perfecto, omnipotente, a lo que se añade la gracia. Se pretende ignorar que «no todos pueden todo»,47 y que en esta vida las fragilidades humanas no son sanadas completa y definitivamente por la gracia.48 En cualquier caso, como enseñaba san Agustín, Dios te invita a hacer lo que puedas y a pedir lo que no puedas;49 o bien a decirle al Señor humildemente: «Dame lo que me pides y pídeme lo que quieras».50
- En el fondo, la falta de un reconocimiento sincero, dolorido y orante de nuestros límites es lo que impide a la gracia actuar mejor en nosotros, ya que no le deja espacio para provocar ese bien posible que se integra en un camino sincero y real de crecimiento.51 La gracia, precisamente porque supone nuestra naturaleza, no nos hace superhombres de golpe. Pretenderlo sería confiar demasiado en nosotros mismos. En este caso, detrás de la ortodoxia, nuestras actitudes pueden no corresponder a lo que afirmamos sobre la necesidad de la gracia, y en los hechos terminamos confiando poco en ella. Porque si no advertimos nuestra realidad concreta y limitada, tampoco podremos ver los pasos reales y posibles que el Señor nos pide en cada momento, después de habernos capacitado y cautivado con su don. La gracia actúa históricamente y, de ordinario, nos toma y transforma de una forma progresiva.52 Por ello, si rechazamos esta manera histórica y progresiva, de hecho podemos llegar a negarla y bloquearla, aunque la exaltemos con nuestras palabras.
- Cuando Dios se dirige a Abraham le dice: «Yo soy Dios todopoderoso, camina en mi presencia y sé perfecto» (Gn 17,1). Para poder ser perfectos, como a él le agrada, necesitamos vivir humildemente en su presencia, envueltos en su gloria; nos hace falta caminar en unión con él reconociendo su amor constante en nuestras vidas. Hay que perderle el miedo a esa presencia que solamente puede hacernos bien. Es el Padre que nos dio la vida y nos ama tanto. Una vez que lo aceptamos y dejamos de pensar nuestra existencia sin él, desaparece la angustia de la soledad (cf. Sal 139,7). Y si ya no ponemos distancias frente a Dios y vivimos en su presencia, podremos permitirle que examine nuestro corazón para ver si va por el camino correcto (cf. Sal139,23-24). Así conoceremos la voluntad agradable y perfecta del Señor (cf. Rm 12,1-2) y dejaremos que él nos moldee como un alfarero (cf. Is 29,16). Hemos dicho tantas veces que Dios habita en nosotros, pero es mejor decir que nosotros habitamos en él, que él nos permite vivir en su luz y en su amor.s Él es nuestro templo: lo que busco es habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida (cf. Sal 27,4). «Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa» (Sal 84,11). En él somos santificados.
Una enseñanza de la Iglesia muchas veces olvidada
- La Iglesia enseñó reiteradas veces que no somos justificados por nuestras obras o por nuestros esfuerzos, sino por la gracia del Señor que toma la iniciativa. Los Padres de la Iglesia, aun antes de san Agustín, expresaban con claridad esta convicción primaria. San Juan Crisóstomo decía que Dios derrama en nosotros la fuente misma de todos los dones antes de que nosotros hayamos entrado en el combate.53 San Basilio Magno remarcaba que el fiel se gloría solo en Dios, porque «reconoce estar privado de la verdadera justicia y que es justificado únicamente mediante la fe en Cristo».54
- El II Sínodo de Orange enseñó con firme autoridad que nada humano puede exigir, merecer o comprar el don de la gracia divina, y que todo lo que pueda cooperar con ella es previamente don de la misma gracia: «Aun el querer ser limpios se hace en nosotros por infusión y operación sobre nosotros del Espíritu Santo».55 Posteriormente, aun cuando el Concilio de Trento destacó la importancia de nuestra cooperación para el crecimiento espiritual, reafirmó aquella enseñanza dogmática: «Se dice que somos justificados gratuitamente, porque nada de lo que precede a la justificación, sea la fe, sean las obras, merece la gracia misma de la justificación; “porque si es gracia, ya no es por las obras; de otro modo la gracia ya no sería gracia” (Rm 11,6)».56
- El Catecismo de la Iglesia Católica también nos recuerda que el don de la gracia «sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana»,57 y que «frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito alguno de parte del hombre. Entre él y nosotros la desigualdad no tiene medida».58 Su amistad nos supera infinitamente, no puede ser comprada por nosotros con nuestras obras y solo puede ser un regalo de su iniciativa de amor. Esto nos invita a vivir con una gozosa gratitud por ese regalo que nunca mereceremos, puesto que «después que uno ya posee la gracia, no puede la gracia ya recibida caer bajo mérito».59 Los santos evitan depositar la confianza en sus acciones: «En el atardecer de esta vida me presentaré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos».60
- Esta es una de las grandes convicciones definitivamente adquiridas por la Iglesia, y está tan claramente expresada en la Palabra de Dios que queda fuera de toda discusión. Así como el supremo mandamiento del amor, esta verdad debería marcar nuestro estilo de vida, porque bebe del corazón del Evangelio y nos convoca no solo a aceptarla con la mente, sino a convertirla en un gozo contagioso. Pero no podremos celebrar con gratitud el regalo gratuito de la amistad con el Señor si no reconocemos que aun nuestra existencia terrena y nuestras capacidades naturales son un regalo. Necesitamos «consentir jubilosamente que nuestra realidad sea dádiva, y aceptar aun nuestra libertad como gracia. Esto es lo difícil hoy en un mundo que cree tener algo por sí mismo, fruto de su propia originalidad o de su libertad».61
- Solamente a partir del don de Dios, libremente acogido y humildemente recibido, podemos cooperar con nuestros esfuerzos para dejarnos transformar más y más.62 Lo primero es pertenecer a Dios. Se trata de ofrecernos a él que nos primerea, de entregarle nuestras capacidades, nuestro empeño, nuestra lucha contra el mal y nuestra creatividad, para que su don gratuito crezca y se desarrolle en nosotros: «Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios» (Rm 12,1). Por otra parte, la Iglesia siempre enseñó que solo la caridad hace posible el crecimiento en la vida de la gracia, porque si no tengo caridad, no soy nada (cf. 1 Co 13,2).
Los nuevos pelagianos
- Todavía hay cristianos que se empeñan en seguir otro camino: el de la justificación por las propias fuerzas, el de la adoración de la voluntad humana y de la propia capacidad, que se traduce en una autocomplacencia egocéntrica y elitista privada del verdadero amor. Se manifiesta en muchas actitudes aparentemente distintas: la obsesión por la ley, la fascinación por mostrar conquistas sociales y políticas, la ostentación en el cuidado de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, la vanagloria ligada a la gestión de asuntos prácticos, el embeleso por las dinámicas de autoayuda y de realización autorreferencial. En esto algunos cristianos gastan sus energías y su tiempo, en lugar de dejarse llevar por el Espíritu en el camino del amor, de apasionarse por comunicar la hermosura y la alegría del Evangelio y de buscar a los perdidos en esas inmensas multitudes sedientas de Cristo.63
- Muchas veces, en contra del impulso del Espíritu, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos. Esto ocurre cuando algunos grupos cristianos dan excesiva importancia al cumplimiento de determinadas normas propias, costumbres o estilos. De esa manera, se suele reducir y encorsetar el Evangelio, quitándole su sencillez cautivante y su sal. Es quizás una forma sutil de pelagianismo, porque parece someter la vida de la gracia a unas estructuras humanas. Esto afecta a grupos, movimientos y comunidades, y es lo que explica por qué tantas veces comienzan con una intensa vida en el Espíritu, pero luego terminan fosilizados… o corruptos.
- Sin darnos cuenta, por pensar que todo depende del esfuerzo humano encauzado por normas y estructuras eclesiales, complicamos el Evangelio y nos volvemos esclavos de un esquema que deja pocos resquicios para que la gracia actúe. Santo Tomás de Aquino nos recordaba que los preceptos añadidos al Evangelio por la Iglesia deben exigirse con moderación «para no hacer pesada la vida a los fieles», porque así «se convertiría nuestra religión en una esclavitud».64
El resumen de la Ley
- En orden a evitarlo, es sano recordar frecuentemente que existe una jerarquía de virtudes, que nos invita a buscar lo esencial. El primado lo tienen las virtudes teologales, que tienen a Dios como objeto y motivo. Y en el centro está la caridad. San Pablo dice que lo que cuenta de verdad es «la fe que actúa por el amor» (Ga 5,6). Estamos llamados a cuidar atentamente la caridad: «El que ama ha cumplido el resto de la ley […] por eso la plenitud de la ley es el amor» (Rm 13,8.10). «Porque toda la ley se cumple en una sola frase, que es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ga 5,14).
- Dicho con otras palabras: en medio de la tupida selva de preceptos y prescripciones, Jesús abre una brecha que permite distinguir dos rostros, el del Padre y el del hermano. No nos entrega dos fórmulas o dos preceptos más. Nos entrega dos rostros, o mejor, uno solo, el de Dios que se refleja en muchos. Porque en cada hermano, especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado, está presente la imagen misma de Dios. En efecto, el Señor, al final de los tiempos, plasmará su obra de arte con el desecho de esta humanidad vulnerable. Pues, «¿qué es lo que queda?, ¿qué es lo que tiene valor en la vida?, ¿qué riquezas son las que no desaparecen? Sin duda, dos: El Señor y el prójimo. Estas dos riquezas no desaparecen».65
- ¡Que el Señor libere a la Iglesia de las nuevas formas de gnosticismo y de pelagianismo que la complican y la detienen en su camino hacia la santidad! Estas desviaciones se expresan de diversas formas, según el propio temperamento y las propias características. Por eso exhorto a cada uno a preguntarse y a discernir frente a Dios de qué manera pueden estar manifestándose en su vida.
CAPÍTULO TERCERO: A LA LUZ DEL MAESTRO
- Puede haber muchas teorías sobre lo que es la santidad, abundantes explicaciones y distinciones. Esa reflexión podría ser útil, pero nada es más iluminador que volver a las palabras de Jesús y recoger su modo de transmitir la verdad. Jesús explicó con toda sencillez qué es ser santos, y lo hizo cuando nos dejó las bienaventuranzas (cf. Mt 5,3- 12; Lc 6,20-23). Son como el carnet de identidad del cristiano. Así, si alguno de nosotros se plantea la pregunta: «¿Cómo se hace para llegar a ser un buen cristiano?», la respuesta es sencilla: es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que dice Jesús en el sermón de las bienaventuranzas.66 En ellas se dibuja el rostro del Maestro, que estamos llamados a transparentar en lo cotidiano de nuestras vidas.
- La palabra «feliz» o «bienaventurado», pasa a ser sinónimo de «santo», porque expresa que la persona que es fiel a Dios y vive su Palabra alcanza, en la entrega de sí, la verdadera dicha.
A contracorriente
- Aunque las palabras de Jesús puedan parecernos poéticas, sin embargo van muy a contracorriente con respecto a lo que es costumbre, a lo que se hace en la sociedad; y, si bien este mensaje de Jesús nos atrae, en realidad el mundo nos lleva hacia otro estilo de vida. Las bienaventuranzas de ninguna manera son algo liviano o superficial; al contrario, ya que solo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade con toda su potencia y nos libera de la debilidad del egoísmo, de la comodidad, del orgullo.
- Volvamos a escuchar a Jesús, con todo el amor y el respeto que merece el Maestro. Permitámosle que nos golpee con sus palabras, que nos desafíe, que nos interpele a un cambio real de vida. De otro modo, la santidad será solo palabras. Recordamos ahora las distintas bienaventuranzas en la versión del evangelio de Mateo (cf. Mt 5,3-12).67
«Felices los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos»
- El Evangelio nos invita a reconocer la verdad de nuestro corazón, para ver dónde colocamos la seguridad de nuestra vida. Normalmente el rico se siente seguro con sus riquezas, y cree que cuando están en riesgo, todo el sentido de su vida en la tierra se desmorona. Jesús mismo nos lo dijo en la parábola del rico insensato, de ese hombre seguro que, como necio, no pensaba que podría morir ese mismo día (cf. Lc 12,16-21).
- Las riquezas no te aseguran nada. Es más: cuando el corazón se siente rico, está tan satisfecho de sí mismo que no tiene espacio para la Palabra de Dios, para amar a los hermanos ni para gozar de las cosas más grandes de la vida. Así se priva de los mayores bienes. Por eso Jesús llama felices a los pobres de espíritu, que tienen el corazón pobre, donde puede entrar el Señor con su constante novedad.
- Esta pobreza de espíritu está muy relacionada con aquella «santa indiferencia» que proponía san Ignacio de Loyola, en la cual alcanzamos una hermosa libertad interior: «Es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera, que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás».68
- Lucas no habla de una pobreza «de espíritu» sino de ser «pobres» a secas (cf. Lc 6,20), y así nos invita también a una existencia austera y despojada. De ese modo, nos convoca a compartir la vida de los más necesitados, la vida que llevaron los Apóstoles, y en definitiva a configurarnos con Jesús, que «siendo rico se hizo pobre» (2 Co 8,9). Ser pobre en el corazón, esto es santidad.
«Felices los mansos, porque heredarán la tierra»
- Es una expresión fuerte, en este mundo que desde el inicio es un lugar de enemistad, donde se riñe por doquier, donde por todos lados hay odio, donde constantemente clasificamos a los demás por sus ideas, por sus costumbres, y hasta por su forma de hablar o de vestir. En definitiva, es el reino del orgullo y de la vanidad, donde cada uno se cree con el derecho de alzarse por encima de los otros. Sin embargo, aunque parezca imposible, Jesús propone otro estilo: la mansedumbre. Es lo que él practicaba con sus propios discípulos y lo que contemplamos en su entrada a Jerusalén: «Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica» (Mt 21,5; cf. Za 9,9).
- Él dijo: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas» (Mt 11,29). Si vivimos tensos, engreídos ante los demás, terminamos cansados y agotados. Pero cuando miramos sus límites y defectos con ternura y mansedumbre, sin sentirnos más que ellos, podemos darles una mano y evitamos desgastar energías en lamentos inútiles. Para santa Teresa de Lisieux «la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, en no escandalizarse de sus debilidades».69
- Pablo menciona la mansedumbre como un fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,23). Propone que, si alguna vez nos preocupan las malas acciones del hermano, nos acerquemos a corregirle, pero «con espíritu de mansedumbre» (Ga 6,1), y recuerda: «Piensa que también tú puedes ser tentado» (ibíd.). Aun cuando uno defienda su fe y sus convicciones debe hacerlo con mansedumbre (cf. 1 P3,16), y hasta los adversarios deben ser tratados con mansedumbre (cf. 2 Tm 2,25). En la Iglesia muchas veces nos hemos equivocado por no haber acogido este pedido de la Palabra divina.
- La mansedumbre es otra expresión de la pobreza interior, de quien deposita su confianza solo en Dios. De hecho, en la Biblia suele usarse la misma palabra anawin para referirse a los pobres y a los mansos. Alguien podría objetar: «Si yo soy tan manso, pensarán que soy un necio, que soy tonto o débil». Tal vez sea así, pero dejemos que los demás piensen esto. Es mejor ser siempre mansos, y se cumplirán nuestros mayores anhelos: los mansos «poseerán la tierra», es decir, verán cumplidas en sus vidas las promesas de Dios. Porque los mansos, más allá de lo que digan las circunstancias, esperan en el Señor, y los que esperan en el Señor poseerán la tierra y gozarán de inmensa paz (cf. Sal 37,9.11). Al mismo tiempo, el Señor confía en ellos: «En ese pondré mis ojos, en el humilde y el abatido, que se estremece ante mis palabras» (Is 66,2).Reaccionar con humilde mansedumbre, esto es santidad.
«Felices los que lloran, porque ellos serán consolados»
- El mundo nos propone lo contrario: el entretenimiento, el disfrute, la distracción, la diversión, y nos dice que eso es lo que hace buena la vida. El mundano ignora, mira hacia otra parte cuando hay problemas de enfermedad o de dolor en la familia o a su alrededor. El mundo no quiere llorar: prefiere ignorar las situaciones dolorosas, cubrirlas, esconderlas. Se gastan muchas energías por escapar de las circunstancias donde se hace presente el sufrimiento, creyendo que es posible disimular la realidad, donde nunca, nunca, puede faltar la cruz.
- La persona que ve las cosas como son realmente, se deja traspasar por el dolor y llora en su corazón, es capaz de tocar las profundidades de la vida y de ser auténticamente feliz.70 Esa persona es consolada, pero con el consuelo de Jesús y no con el del mundo. Así puede atreverse a compartir el sufrimiento ajeno y deja de huir de las situaciones dolorosas. De ese modo encuentra que la vida tiene sentido socorriendo al otro en su dolor, comprendiendo la angustia ajena, aliviando a los demás. Esa persona siente que el otro es carne de su carne, no teme acercarse hasta tocar su herida, se compadece hasta experimentar que las distancias se borran. Así es posible acoger aquella exhortación de san Pablo: «Llorad con los que lloran» (Rm12,15).Saber llorar con los demás, esto es santidad.
«Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados»
- «Hambre y sed» son experiencias muy intensas, porque responden a necesidades primarias y tienen que ver con el instinto de sobrevivir. Hay quienes con esa intensidad desean la justicia y la buscan con un anhelo tan fuerte. Jesús dice que serán saciados, ya que tarde o temprano la justicia llega, y nosotros podemos colaborar para que sea posible, aunque no siempre veamos los resultados de este empeño.
- Pero la justicia que propone Jesús no es como la que busca el mundo, tantas veces manchada por intereses mezquinos, manipulada para un lado o para otro. La realidad nos muestra qué fácil es entrar en las pandillas de la corrupción, formar parte de esa política cotidiana del «doy para que me den», donde todo es negocio. Y cuánta gente sufre por las injusticias, cuántos se quedan observando impotentes cómo los demás se turnan para repartirse la torta de la vida. Algunos desisten de luchar por la verdadera justicia, y optan por subirse al carro del vencedor. Eso no tiene nada que ver con el hambre y la sed de justicia que Jesús elogia.
- Tal justicia empieza por hacerse realidad en la vida de cada uno siendo justo en las propias decisiones, y luego se expresa buscando la justicia para los pobres y débiles. Es cierto que la palabra «justicia» puede ser sinónimo de fidelidad a la voluntad de Dios con toda nuestra vida, pero si le damos un sentido muy general olvidamos que se manifiesta especialmente en la justicia con los desamparados: «Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda» (Is 1,17).Buscar la justicia con hambre y sed, esto es santidad.
«Felices los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia»
- La misericordia tiene dos aspectos: es dar, ayudar, servir a los otros, y también perdonar, comprender. Mateo lo resume en una regla de oro: «Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella» (7,12). El Catecismo nos recuerda que esta ley se debe aplicar «en todos los casos»,71 de manera especial cuando alguien «se ve a veces enfrentado con situaciones que hacen el juicio moral menos seguro, y la decisión difícil».72
- Dar y perdonar es intentar reproducir en nuestras vidas un pequeño reflejo de la perfección de Dios, que da y perdona sobreabundantemente. Por tal razón, en el evangelio de Lucas ya no escuchamos el «sed perfectos» (Mt 5,48) sino «sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará» (6,36-38). Y luego Lucas agrega algo que no deberíamos ignorar: «Con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros» (6,38). La medida que usemos para comprender y perdonar se aplicará a nosotros para perdonarnos. La medida que apliquemos para dar, se nos aplicará en el cielo para recompensarnos. No nos conviene olvidarlo.
- Jesús no dice: «Felices los que planean venganza», sino que llama felices a aquellos que perdonan y lo hacen «setenta veces siete» (Mt 18,22). Es necesario pensar que todos nosotros somos un ejército de perdonados. Todos nosotros hemos sido mirados con compasión divina. Si nos acercamos sinceramente al Señor y afinamos el oído, posiblemente escucharemos algunas veces este reproche: «¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?» (Mt 18,33). Mirar y actuar con misericordia, esto es santidad.
«Felices los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios»
- Esta bienaventuranza se refiere a quienes tienen un corazón sencillo, puro, sin suciedad, porque un corazón que sabe amar no deja entrar en su vida algo que atente contra ese amor, algo que lo debilite o lo ponga en riesgo. En la Biblia, el corazón son nuestras intenciones verdaderas, lo que realmente buscamos y deseamos, más allá de lo que aparentamos: «El hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón» (1 S 16,7). Él busca hablarnos en el corazón (cf. Os 2,16) y allí desea escribir su Ley (cf. Jr 31,33). En definitiva, quiere darnos un corazón nuevo (cf. Ez 36,26).
- Lo que más hay que cuidar es el corazón (cf. Pr 4,23). Nada manchado por la falsedad tiene un valor real para el Señor. Él «huye de la falsedad, se aleja de los pensamientos vacíos» (Sb 1,5). El Padre, que «ve en lo secreto» (Mt 6,6), reconoce lo que no es limpio, es decir, lo que no es sincero, sino solo cáscara y apariencia, así como el Hijo sabe también «lo que hay dentro de cada hombre» (Jn 2,25).
- Es cierto que no hay amor sin obras de amor, pero esta bienaventuranza nos recuerda que el Señor espera una entrega al hermano que brote del corazón, ya que «si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría» (1 Co 13,3). En el evangelio de Mateo vemos también que lo que viene de dentro del corazón es lo que contamina al hombre (cf. 15,18), porque de allí proceden los asesinatos, el robo, los falsos testimonios, y demás cosas (cf. 15,19). En las intenciones del corazón se originan los deseos y las decisiones más profundas que realmente nos mueven.
- Cuando el corazón ama a Dios y al prójimo (cf. Mt 22,36-40), cuando esa es su intención verdadera y no palabras vacías, entonces ese corazón es puro y puede ver a Dios. San Pablo, en medio de su himno a la caridad, recuerda que «ahora vemos como en un espejo, confusamente» (1 Co 13,12), pero en la medida que reine de verdad el amor, nos volveremos capaces de ver «cara a cara» (ibíd.). Jesús promete que los de corazón puro «verán a Dios».Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, esto es santidad.
«Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»
- Esta bienaventuranza nos hace pensar en las numerosas situaciones de guerra que se repiten. Para nosotros es muy común ser agentes de enfrentamientos o al menos de malentendidos. Por ejemplo, cuando escucho algo de alguien y voy a otro y se lo digo; e incluso hago una segunda versión un poco más amplia y la difundo. Y si logro hacer más daño, parece que me provoca mayor satisfacción. El mundo de las habladurías, hecho por gente que se dedica a criticar y a destruir, no construye la paz. Esa gente más bien es enemiga de la paz y de ningún modo bienaventurada.73
- Los pacíficos son fuente de paz, construyen paz y amistad social. A esos que se ocupan de sembrar paz en todas partes, Jesús les hace una promesa hermosa: «Ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9). Él pedía a los discípulos que cuando llegaran a un hogar dijeran: «Paz a esta casa» (Lc 10,5). La Palabra de Dios exhorta a cada creyente para que busque la paz junto con todos (cf. 2 Tm 2,22), porque «el fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz» (St 3,18). Y si en alguna ocasión en nuestra comunidad tenemos dudas acerca de lo que hay que hacer, «procuremos lo que favorece la paz» (Rm 14,19) porque la unidad es superior al conflicto.74
- No es fácil construir esta paz evangélica que no excluye a nadie sino que integra también a los que son algo extraños, a las personas difíciles y complicadas, a los que reclaman atención, a los que son diferentes, a quienes están muy golpeados por la vida, a los que tienen otros intereses. Es duro y requiere una gran amplitud de mente y de corazón, ya que no se trata de «un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz»,75 ni de un proyecto «de unos pocos para unos pocos».76 Tampoco pretende ignorar o disimular los conflictos, sino «aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso».77 Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza.Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad.
«Felices los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos»
- Jesús mismo remarca que este camino va a contracorriente hasta el punto de convertirnos en seres que cuestionan a la sociedad con su vida, personas que molestan. Jesús recuerda cuánta gente es perseguida y ha sido perseguida sencillamente por haber luchado por la justicia, por haber vivido sus compromisos con Dios y con los demás. Si no queremos sumergirnos en una oscura mediocridad no pretendamos una vida cómoda, porque «quien quiera salvar su vida la perderá» (Mt 16,25).
- No se puede esperar, para vivir el Evangelio, que todo a nuestro alrededor sea favorable, porque muchas veces las ambiciones del poder y los intereses mundanos juegan en contra nuestra. San Juan Pablo II decía que «está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más difícil la realización de esta donación [de sí] y la formación de esa solidaridad interhumana».78 En una sociedad así, alienada, atrapada en una trama política, mediática, económica, cultural e incluso religiosa que impide un auténtico desarrollo humano y social, se vuelve difícil vivir las bienaventuranzas, llegando incluso a ser algo mal visto, sospechado, ridiculizado.
- La cruz, sobre todo los cansancios y los dolores que soportamos por vivir el mandamiento del amor y el camino de la justicia, es fuente de maduración y de santificación. Recordemos que cuando el Nuevo Testamento habla de los sufrimientos que hay que soportar por el Evangelio, se refiere precisamente a las persecuciones (cf. Hch 5,41; Flp 1,29; Col 1,24; 2 Tm 1,12; 1 P 2,20; 4,14-16; Ap 2,10).
- Pero hablamos de las persecuciones inevitables, no de las que podamos ocasionarnos nosotros mismos con un modo equivocado de tratar a los demás. Un santo no es alguien raro, lejano, que se vuelve insoportable por su vanidad, su negatividad y sus resentimientos. No eran así los Apóstoles de Cristo. El libro de los Hechos cuenta insistentemente que ellos gozaban de la simpatía «de todo el pueblo» (2,47; cf. 4,21.33; 5,13) mientras algunas autoridades los acosaban y perseguían (cf. 4,1-3; 5,17-18). 94. Las persecuciones no son una realidad del pasado, porque hoy también las sufrimos, sea de manera cruenta, como tantos mártires contemporáneos, o de un modo más sutil, a través de calumnias y falsedades. Jesús dice que habrá felicidad cuando «os calumnien de cualquier modo por mi causa» (Mt 5,11). Otras veces se trata de burlas que intentan desfigurar nuestra fe y hacernos pasar como seres ridículos. Aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad.
El gran protocolo
- En el capítulo 25 del evangelio de Mateo (vv. 31-46), Jesús vuelve a detenerse en una de estas bienaventuranzas, la que declara felices a los misericordiosos. Si buscamos esa santidad que agrada a los ojos de Dios, en este texto hallamos precisamente un protocolo sobre el cual seremos juzgados: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme» (25,35-36).
Por fidelidad al Maestro
- Por lo tanto, ser santos no significa blanquear los ojos en un supuesto éxtasis. Decía san Juan Pablo II que «si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse».79 El texto de Mateo 25,35-36 «no es una simple invitación a la caridad: es una página de cristología, que ilumina el misterio de Cristo».80 En este llamado a reconocerlo en los pobres y sufrientes se revela el mismo corazón de Cristo, sus sentimientos y opciones más profundas, con las cuales todo santo intenta configurarse.
- Ante la contundencia de estos pedidos de Jesús es mi deber, como Vicario suyo, rogar a los cristianos que los acepten y reciban con sincera apertura, «sine glossa», es decir, sin comentario, sin elucubraciones y excusas que les quiten fuerza. El Señor nos dejó bien claro que la santidad no puede entenderse ni vivirse al margen de estas exigencias suyas, porque la misericordia es «el corazón palpitante del Evangelio».81 98. Cuando encuentro a una persona durmiendo a la intemperie, en una noche fría, puedo sentir que ese bulto es un imprevisto que me interrumpe, un delincuente ocioso, un estorbo en mi camino, un aguijón molesto para mi conciencia, un problema que deben resolver los políticos, y quizá hasta una basura que ensucia el espacio público. O puedo reaccionar desde la fe y la caridad, y reconocer en él a un ser humano con mi misma dignidad, a una creatura infinitamente amada por el Padre, a una imagen de Dios, a un hermano redimido por Jesucristo. ¡Eso es ser cristianos! ¿O acaso puede entenderse la santidad al margen de este reconocimiento vivo de la dignidad de todo ser humano?82
- Esto implica para los cristianos una sana y permanente insatisfacción. Aunque aliviar a una sola persona ya justificaría todos nuestros esfuerzos, eso no nos basta. Los Obispos de Canadá lo expresaron claramente mostrando que, en las enseñanzas bíblicas sobre el Jubileo, por ejemplo, no se trata solo de realizar algunas buenas obras sino de buscar un cambio social: «Para que las generaciones posteriores también fueran liberadas, claramente el objetivo debía ser la restauración de sistemas sociales y económicos justos para que ya no pudiera haber exclusión».83
Las ideologías que mutilan el corazón del Evangelio
- Lamento que a veces las ideologías nos lleven a dos errores nocivos. Por una parte, el de los cristianos que separan estas exigencias del Evangelio de su relación personal con el Señor, de la unión interior con él, de la gracia. Así se convierte al cristianismo en una especie de ONG, quitándole esa mística luminosa que tan bien vivieron y manifestaron san Francisco de Asís, san Vicente de Paúl, santa Teresa de Calcuta y otros muchos. A estos grandes santos ni la oración, ni el amor de Dios, ni la lectura del Evangelio les disminuyeron la pasión o la eficacia de su entrega al prójimo, sino todo lo contrario.
- También es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista. O lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes o como si solo interesara una determinada ética o una razón que ellos defienden. La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte.84 No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente.
- Suele escucharse que, frente al relativismo y a los límites del mundo actual, sería un asunto menor la situación de los migrantes, por ejemplo. Algunos católicos afirman que es un tema secundario al lado de los temas «serios» de la bioética. Que diga algo así un político preocupado por sus éxitos se puede comprender; pero no un cristiano, a quien solo le cabe la actitud de ponerse en los zapatos de ese hermano que arriesga su vida para dar un futuro a sus hijos. ¿Podemos reconocer que es precisamente eso lo que nos reclama Jesucristo cuando nos dice que a él mismo lo recibimos en cada forastero (cf. Mt 25,35)? San Benito lo había asumido sin vueltas y, aunque eso pudiera «complicar» la vida de los monjes, estableció que a todos los huéspedes que se presentaran en el monasterio se los acogiera «como a Cristo»,85 expresándolo aun con gestos de adoración,86 y que a los pobres y peregrinos se los tratara «con el máximo cuidado y solicitud».87
- Algo semejante plantea el Antiguo Testamento cuando dice: «No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto» (Ex 22,20). «Si un emigrante reside con vosotros en vuestro país, no lo oprimiréis. El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto» (Lv 19,33-34). Por lo tanto, no se trata de un invento de un Papa o de un delirio pasajero. Nosotros también, en el contexto actual, estamos llamados a vivir el camino de iluminación espiritual que nos presentaba el profeta Isaías cuando se preguntaba qué es lo que agrada a Dios: «Partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora» (58,7-8).
El culto que más le agrada
- Podríamos pensar que damos gloria a Dios solo con el culto y la oración, o únicamente cumpliendo algunas normas éticas -es verdad que el primado es la relación con Dios-, y olvidamos que el criterio para evaluar nuestra vida es ante todo lo que hicimos con los demás. La oración es preciosa si alimenta una entrega cotidiana de amor. Nuestro culto agrada a Dios cuando allí llevamos los intentos de vivir con generosidad y cuando dejamos que el don de Dios que recibimos en él se manifieste en la entrega a los hermanos.
- Por la misma razón, el mejor modo de discernir si nuestro camino de oración es auténtico será mirar en qué medida nuestra vida se va transformando a la luz de la misericordia. Porque «la misericordia no es solo el obrar del Padre, sino que ella se convierte en el criterio para saber quiénes son realmente sus verdaderos hijos».88 Ella «es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia».89 Quiero remarcar una vez más que, si bien la misericordia no excluye la justicia y la verdad, «ante todo tenemos que decir que la misericordia es la plenitud de la justicia y la manifestación más luminosa de la verdad de Dios».90 Ella «es la llave del cielo».91
- No puedo dejar de recordar aquella pregunta que se hacía santo Tomás de Aquino cuando se planteaba cuáles son nuestras acciones más grandes, cuáles son las obras externas que mejor manifiestan nuestro amor a Dios. Él respondió sin dudar que son las obras de misericordia con el prójimo,92 más que los actos de culto: «No adoramos a Dios con sacrificios y dones exteriores por él mismo, sino por nosotros y por el prójimo. Él no necesita nuestros sacrificios, pero quiere que se los ofrezcamos por nuestra devoción y para la utilidad del prójimo. Por eso, la misericordia, que socorre los defectos ajenos, es el sacrificio que más le agrada, ya que causa más de cerca la utilidad del prójimo».93
- Quien de verdad quiera dar gloria a Dios con su vida, quien realmente anhele santificarse para que su existencia glorifique al Santo, está llamado a obsesionarse, desgastarse y cansarse intentando vivir las obras de misericordia. Es lo que había comprendido muy bien santa Teresa de Calcuta: «Sí, tengo muchas debilidades humanas, muchas miserias humanas. […] Pero él baja y nos usa, a usted y a mí, para ser su amor y su compasión en el mundo, a pesar de nuestros pecados, a pesar de nuestras miserias y defectos. Él depende de nosotros para amar al mundo y demostrarle lo mucho que lo ama. Si nos ocupamos demasiado de nosotros mismos, no nos quedará tiempo para los demás».94
- El consumismo hedonista puede jugarnos una mala pasada, porque en la obsesión por pasarla bien terminamos excesivamente concentrados en nosotros mismos, en nuestros derechos y en esa desesperación por tener tiempo libre para disfrutar. Será difícil que nos ocupemos y dediquemos energías a dar una mano a los que están mal si no cultivamos una cierta austeridad, si no luchamos contra esa fiebre que nos impone la sociedad de consumo para vendernos cosas, y que termina convirtiéndonos en pobres insatisfechos que quieren tenerlo todo y probarlo todo. También el consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos. En medio de esta vorágine actual, el Evangelio vuelve a resonar para ofrecernos una vida diferente, más sana y más feliz.
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109.La fuerza del testimonio de los santos está en vivir las bienaventuranzas y el protocolo del juicio final. Son pocas palabras, sencillas, pero prácticas y válidas para todos, porque el cristianismo es principalmente para ser practicado, y si es también objeto de reflexión, eso solo es válido cuando nos ayuda a vivir el Evangelio en la vida cotidiana. Recomiendo vivamente releer con frecuencia estos grandes textos bíblicos, recordarlos, orar con ellos, intentar hacerlos carne. Nos harán bien, nos harán genuinamente felices.
Gaudete et exsultate (II)
CAPÍTULO CUARTO: ALGUNAS NOTAS DE LA SANTIDAD EN EL MUNDO ACTUAL
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Dentro del gran marco de la santidad que nos proponen las bienaventuranzas y Mateo 25,31-46, quisiera recoger algunas notas o expresiones espirituales que, a mi juicio, no deben faltar para entender el estilo de vida al que el Señor nos llama. No me detendré a explicar los medios de santificación que ya conocemos: los distintos métodos de oración, los preciosos sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, la ofrenda de sacrificios, las diversas formas de devoción, la dirección espiritual, y tantos otros. Solo me referiré a algunos aspectos del llamado a la santidad que espero resuenen de modo especial.
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Estas notas que quiero destacar no son todas las que pueden conformar un modelo de santidad, pero son cinco grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo que considero de particular importancia, debido a algunos riesgos y límites de la cultura de hoy. En ella se manifiestan: la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y nos debilita; la negatividad y la tristeza; la acedia cómoda, consumista y egoísta; el individualismo, y tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual.
Aguante, paciencia y mansedumbre
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La primera de estas grandes notas es estar centrado, firme en torno a Dios que ama y que sostiene. Desde esa firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (Rm 8,31). Esto es fuente de la paz que se expresa en las actitudes de un santo. A partir de tal solidez interior, el testimonio de santidad, en nuestro mundo acelerado, voluble y agresivo, está hecho de paciencia y constancia en el bien. Es la fidelidad del amor, porque quien se apoya en Dios (pistis) también puede ser fiel frente a los hermanos (pistós), no los abandona en los malos momentos, no se deja llevar por su ansiedad y se mantiene al lado de los demás aun cuando eso no le brinde satisfacciones inmediatas.
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San Pablo invitaba a los romanos a no devolver «a nadie mal por mal» (Rm 12,17), a no querer hacerse justicia «por vuestra cuenta» (v.19), y a no dejarse vencer por el mal, sino a vencer «al mal con el bien» (v.21). Esta actitud no es expresión de debilidad sino de la verdadera fuerza, porque el mismo Dios «es lento para la ira pero grande en poder» (Na 1,3). La Palabra de Dios nos reclama: «Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad» (Ef 4,31).
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Hace falta luchar y estar atentos frente a nuestras propias inclinaciones agresivas y egocéntricas para no permitir que se arraiguen: «Si os indignáis, no lleguéis a pecar; que el sol no se ponga sobre vuestra ira» (Ef 4,26). Cuando hay circunstancias que nos abruman, siesmpre podemos recurrir al ancla de la súplica, que nos lleva a quedar de nuevo en las manos de Dios y junto a la fuente de la paz: «Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones» (Flp 4,6-7).
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También los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital. Aun en medios católicos se pueden perder los límites, se suelen naturalizar la difamación y la calumnia, y parece quedar fuera toda ética y respeto por la fama ajena. Así se produce un peligroso dualismo, porque en estas redes se dicen cosas que no serían tolerables en la vida pública, y se busca compensar las propias insatisfacciones descargando con furia los deseos de venganza. Es llamativo que a veces, pretendiendo defender otros mandamientos, se pasa por alto completamente el octavo: «No levantar falso testimonio ni mentir», y se destroza la imagen ajena sin piedad. Allí se manifiesta con descontrol que la lengua «es un mundo de maldad» y «encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida» (St 3,6).
- La firmeza interior que es obra de la gracia, nos preserva de dejarnos arrastrar por la violencia que invade la vida social, porque la gracia aplaca la vanidad y hace posible la mansedumbre del corazón. El santo no gasta sus energías lamentando los errores ajenos, es capaz de hacer silencio ante los defectos de sus hermanos y evita la violencia verbal que arrasa y maltrata, porque no se cree digno de ser duro con los demás, sino que los considera como superiores a uno mismo (cf. Flp 2,3).
- No nos hace bien mirar desde arriba, colocarnos en el lugar de jueces sin piedad, considerar a los otros como indignos y pretender dar lecciones permanentemente. Esa es una sutil forma de violencia.95 San Juan de la Cruz proponía otra cosa: «Sea siempre más amigo de ser enseñado por todos que de querer enseñar aun al que es menos que todos».96 Y agregaba un consejo para tener lejos al demonio: «Gozándote del bien de los otros como de ti mismo, y queriendo que los pongan a ellos delante de ti en todas las cosas, y esto con verdadero corazón. De esta manera vencerás el mal con el bien y echarás lejos al demonio y traerás alegría de corazón. Procura ejercitarlo más con los que menos te caen en gracia. Y sabe que si no ejercitas esto, no llegarás a la verdadera caridad ni aprovecharás en ella».97
- La humildad solamente puede arraigarse en el corazón a través de las humillaciones. Sin ellas no hay humildad ni santidad. Si tú no eres capaz de soportar y ofrecer algunas humillaciones no eres humilde y no estás en el camino de la santidad. La santidad que Dios regala a su Iglesia viene a través de la humillación de su Hijo, ése es el camino. La humillación te lleva a asemejarte a Jesús, es parte ineludible de la imitación de Jesucristo: «Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas» (1 P 2,21). Él a su vez expresa la humildad del Padre, que se humilla para caminar con su pueblo, que soporta sus infidelidades y murmuraciones (cf. Ex 34,6-9; Sb 11,23-12,2; Lc 6,36). Por esta razón los Apóstoles, después de la humillación, «salieron del Sanedrín dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el nombre de Jesús» (Hch 5,41).
- No me refiero solo a las situaciones crudas de martirio, sino a las humillaciones cotidianas de aquellos que callan para salvar a su familia, o evitan hablar bien de sí mismos y prefieren exaltar a otros en lugar de gloriarse, eligen las tareas menos brillantes, e incluso a veces prefieren soportar algo injusto para ofrecerlo al Señor: «En cambio, que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia de parte de Dios» (1 P 2,20). No es caminar con la cabeza baja, hablar poco o escapar de la sociedad. A veces, precisamente porque está liberado del egocentrismo, alguien puede atreverse a discutir amablemente, a reclamar justicia o a defender a los débiles ante los poderosos, aunque eso le traiga consecuencias negativas para su imagen.
- No digo que la humillación sea algo agradable, porque eso sería masoquismo, sino que se trata de un camino para imitar a Jesús y crecer en la unión con él. Esto no se entiende naturalmente y el mundo se burla de semejante propuesta. Es una gracia que necesitamos suplicar: «Señor, cuando lleguen las humillaciones, ayúdame a sentir que estoy detrás de ti, en tu camino».
- Tal actitud supone un corazón pacificado por Cristo, liberado de esa agresividad que brota de un yo demasiado grande. La misma pacificación que obra la gracia nos permite mantener una seguridad interior y aguantar, perseverar en el bien «aunque camine por cañadas oscuras» (Sal 23,4) o «si un ejército acampa contra mí» (Sal 27,3). Firmes en el Señor, la Roca, podemos cantar: «En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo» (Sal 4,9). En definitiva, Cristo «es nuestra paz» (Ef 2,14), vino a «guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,79). Él transmitió a santa Faustina Kowalska que «la humanidad no encontrará paz hasta que no se dirija con confianza a la misericordia divina».98 Entonces no caigamos en la tentación de buscar la seguridad interior en los éxitos, en los placeres vacíos, en las posesiones, en el dominio sobre los demás o en la imagen social: «Os doy mi paz; pero no como la da el mundo» (Jn 14,27).
Alegría y sentido del humor
- Lo dicho hasta ahora no implica un espíritu apocado, tristón, agriado, melancólico, o un bajo perfil sin energía. El santo es capaz de vivir con alegría y sentido del humor. Sin perder el realismo, ilumina a los demás con un espíritu positivo y esperanzado. Ser cristianos es «gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14,17), porque «al amor de caridad le sigue necesariamente el gozo, pues todo amante se goza en la unión con el amado […] De ahí que la consecuencia de la caridad sea el gozo».99 Hemos recibido la hermosura de su Palabra y la abrazamos «en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo» (1 Ts 1,6). Si dejamos que el Señor nos saque de nuestro caparazón y nos cambie la vida, entonces podremos hacer realidad lo que pedía san Pablo: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos» (Flp 4,4).
- Los profetas anunciaban el tiempo de Jesús, que nosotros estamos viviendo, como una revelación de la alegría: «Gritad jubilosos» (Is 12,6). «Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén» (Is 40,9). «Romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados» (Is 49,13). «¡Salta de gozo, Sión; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador» (Za 9,9). Y no olvidemos la exhortación de Nehemías: «¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!» (8,10).
- María, que supo descubrir la novedad que Jesús traía, cantaba: «Se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador» (Lc 1,47) y el mismo Jesús «se llenó de alegría en el Espíritu Santo» (Lc 10,21). Cuando él pasaba, «toda la gente se alegraba» (Lc 13,17). Después de su resurrección, donde llegaban los discípulos había una gran alegría (cf. Hch 8,8). A nosotros, Jesús nos da una seguridad: «Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. […] Volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría» (Jn 16,20.22). «Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (Jn 15,11).
- Hay momentos duros, tiempos de cruz, pero nada puede destruir la alegría sobrenatural, que «se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo».100 Es una seguridad interior, una serenidad esperanzada que brinda una satisfacción espiritual incomprensible para los parámetros mundanos.
- Ordinariamente la alegría cristiana está acompañada del sentido del humor, tan destacado, por ejemplo, en santo Tomás Moro, en san Vicente de Paúl o en san Felipe Neri. El mal humor no es un signo de santidad: «Aparta de tu corazón la tristeza» (Qo 11,10). Es tanto lo que recibimos del Señor, «para que lo disfrutemos» (1 Tm 6,17), que a veces la tristeza tiene que ver con la ingratitud, con estar tan encerrado en sí mismo que uno se vuelve incapaz de reconocer los regalos de Dios.101
- Su amor paterno nos invita: «Hijo, en cuanto te sea posible, cuida de ti mismo […]. No te prives de pasar un día feliz» (Si 14,11.14). Nos quiere positivos, agradecidos y no demasiado complicados: «En tiempo de prosperidad disfruta […]. Dios hizo a los humanos equilibrados, pero ellos se buscaron preocupaciones sin cuento» (Qo 7,14.29). En todo caso, hay que mantener un espíritu flexible, y hacer como san Pablo: «Yo he aprendido a bastarme con lo que tengo» (Flp 4,11). Es lo que vivía san Francisco de Asís, capaz de conmoverse de gratitud ante un pedazo de pan duro, o de alabar feliz a Dios solo por la brisa que acariciaba su rostro.
- No estoy hablando de la alegría consumista e individualista tan presente en algunas experiencias culturales de hoy. Porque el consumismo solo empacha el corazón; puede brindar placeres ocasionales y pasajeros, pero no gozo. Me refiero más bien a esa alegría que se vive en comunión, que se comparte y se reparte, porque «hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20,35) y «Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). El amor fraterno multiplica nuestra capacidad de gozo, ya que nos vuelve capaces de gozar con el bien de los otros: «Alegraos con los que están alegres» (Rm 12,15). «Nos alegramos siendo débiles, con tal de que vosotros seáis fuertes» (2 Co 13,9). En cambio, si «nos concentramos en nuestras propias necesidades, nos condenamos a vivir con poca alegría».102
Audacia y fervor
- Al mismo tiempo, la santidad es parresía: es audacia, es empuje evangelizador que deja una marca en este mundo. Para que sea posible, el mismo Jesús viene a nuestro encuentro y nos repite con serenidad y firmeza: «No tengáis miedo» (Mc 6,50). «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos» (Mt 28,20). Estas palabras nos permiten caminar y servir con esa actitud llena de coraje que suscitaba el Espíritu Santo en los Apóstoles y los llevaba a anunciar a Jesucristo. Audacia, entusiasmo, hablar con libertad, fervor apostólico, todo eso se incluye en el vocablo parresía, palabra con la que la Biblia expresa también la libertad de una existencia que está abierta, porque se encuentra disponible para Dios y para los demás (cf. Hch 4,29; 9,28; 28,31; 2 Co 3,12; Ef 3,12; Hb 3,6; 10,19).
- El beato Pablo VI mencionaba, entre los obstáculos de la evangelización, precisamente la carencia de parresía: «La falta de fervor, tanto más grave cuanto que viene de dentro».103 ¡Cuántas veces nos sentimos tironeados a quedarnos en la comodidad de la orilla! Pero el Señor nos llama para navegar mar adentro y arrojar las redes en aguas más profundas (cf. Lc 5,4). Nos invita a gastar nuestra vida en su servicio. Aferrados a él nos animamos a poner todos nuestros carismas al servicio de los otros. Ojalá nos sintamos apremiados por su amor (cf. 2 Co 5,14) y podamos decir con san Pablo: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Co 9,16).
- Miremos a Jesús: su compasión entrañable no era algo que lo ensimismara, no era una compasión paralizante, tímida o avergonzada como muchas veces nos sucede a nosotros, sino todo lo contrario. Era una compasión que lo movía a salir de sí con fuerza para anunciar, para enviar en misión, para enviar a sanar y a liberar. Reconozcamos nuestra fragilidad pero dejemos que Jesús la tome con sus manos y nos lance a la misión. Somos frágiles, pero portadores de un tesoro que nos hace grandes y que puede hacer más buenos y felices a quienes lo reciban. La audacia y el coraje apostólico son constitutivos de la misión.
- La parresía es sello del Espíritu, testimonio de la autenticidad del anuncio. Es feliz seguridad que nos lleva a gloriarnos del Evangelio que anunciamos, es confianza inquebrantable en la fidelidad del Testigo fiel, que nos da la seguridad de que nada «podrá separarnos del amor de Dios» (Rm 8,39).
- Necesitamos el empuje del Espíritu para no ser paralizados por el miedo y el cálculo, para no acostumbrarnos a caminar solo dentro de confines seguros. Recordemos que lo que está cerrado termina oliendo a humedad y enfermándonos. Cuando los Apóstoles sintieron la tentación de dejarse paralizar por los temores y peligros, se pusieron a orar juntos pidiendo la parresía: «Ahora, Señor, fíjate en sus amenazas y concede a tus siervos predicar tu palabra con toda valentía» (Hch 4,29). Y la respuesta fue que «al terminar la oración, tembló el lugar donde estaban reunidos; los llenó a todos el Espíritu Santo, y predicaban con valentía la palabra de Dios» (Hch 4,31).
- Como el profeta Jonás, siempre llevamos latente la tentación de huir a un lugar seguro que puede tener muchos nombres: individualismo, espiritualismo, encerramiento en pequeños mundos, dependencia, instalación, repetición de esquemas ya prefijados, dogmatismo, nostalgia, pesimismo, refugio en las normas. Tal vez nos resistimos a salir de un territorio que nos era conocido y manejable. Sin embargo, las dificultades pueden ser como la tormenta, la ballena, el gusano que secó el ricino de Jonás, o el viento y el sol que le quemaron la cabeza; y lo mismo que para él, pueden tener la función de hacernos volver a ese Dios que es ternura y que quiere llevarnos a una itinerancia constante y renovadora.
- Dios siempre es novedad, que nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras. Nos lleva allí donde está la humanidad más herida y donde los seres humanos, por debajo de la apariencia de la superficialidad y el conformismo, siguen buscando la respuesta a la pregunta por el sentido de la vida. ¡Dios no tiene miedo! ¡No tiene miedo! Él va siempre más allá de nuestros esquemas y no le teme a las periferias. Él mismo se hizo periferia (cf. Flp 2,6- 8; Jn 1,14). Por eso, si nos atrevemos a llegar a las periferias, allí lo encontraremos, él ya estará allí. Jesús nos primerea en el corazón de aquel hermano, en su carne herida, en su vida oprimida, en su alma oscurecida. Él ya está allí.
- Es verdad que hay que abrir la puerta del corazón a Jesucristo, porque él golpea y llama (cf. Ap 3,20). Pero a veces me pregunto si, por el aire irrespirable de nuestra autorreferencialidad, Jesús no estará ya dentro de nosotros golpeando para que lo dejemos salir. En el Evangelio vemos cómo Jesús «iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, proclamando y anunciando la Buena Noticia del reino de Dios» (Lc 8,1). También después de la resurrección, cuando los discípulos salieron a predicar por todas partes, «el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban» (Mc 16,20). Esa es la dinámica que brota del verdadero encuentro.
- La costumbre nos seduce y nos dice que no tiene sentido tratar de cambiar algo, que no podemos hacer nada frente a esta situación, que siempre ha sido así y que, sin embargo, sobrevivimos. A causa de ese acostumbrarnos ya no nos enfrentamos al mal y permitimos que las cosas «sean lo que son», o lo que algunos han decidido que sean. Pero dejemos que el Señor venga a despertarnos, a pegarnos un sacudón en nuestra modorra, a liberarnos de la inercia. Desafiemos la costumbre, abramos bien los ojos y los oídos, y sobre todo el corazón, para dejarnos descolocar por lo que sucede a nuestro alrededor y por el grito de la Palabra viva y eficaz del Resucitado.
- Nos moviliza el ejemplo de tantos sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que se dedican a anunciar y a servir con gran fidelidad, muchas veces arriesgando sus vidas y ciertamente a costa de su comodidad. Su testimonio nos recuerda que la Iglesia no necesita tantos burócratas y funcionarios, sino misioneros apasionados, devorados por el entusiasmo de comunicar la verdadera vida. Los santos sorprenden, desinstalan, porque sus vidas nos invitan a salir de la mediocridad tranquila y anestesiante.
- Pidamos al Señor la gracia de no vacilar cuando el Espíritu nos reclame que demos un paso adelante, pidamos el valor apostólico de comunicar el Evangelio a los demás y de renunciar a hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos. En todo caso, dejemos que el Espíritu Santo nos haga contemplar la historia en la clave de Jesús resucitado. De ese modo la Iglesia, en lugar de estancarse, podrá seguir adelante acogiendo las sorpresas del Señor.
En comunidad
- Es muy difícil luchar contra la propia concupiscencia y contra las asechanzas y tentaciones del demonio y del mundo egoísta si estamos aislados. Es tal el bombardeo que nos seduce que, si estamos demasiado solos, fácilmente perdemos el sentido de la realidad, la claridad interior, y sucumbimos.
- La santificación es un camino comunitario, de dos en dos. Así lo reflejan algunas comunidades santas. En varias ocasiones la Iglesia ha canonizado a comunidades enteras que vivieron heroicamente el Evangelio o que ofrecieron a Dios la vida de todos sus miembros. Pensemos, por ejemplo, en los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de María, en las siete beatas religiosas del primer monasterio de la Visitación de Madrid, en san Pablo Miki y compañeros mártires en Japón, en san Andrés Kim Taegon y compañeros mártires en Corea, en san Roque González, san Alfonso Rodríguez y compañeros mártires en Sudamérica. También recordemos el reciente testimonio de los monjes trapenses de Tibhirine (Argelia), que se prepararon juntos para el martirio. Del mismo modo, hay muchos matrimonios santos, donde cada uno fue un instrumento de Cristo para la santificación del cónyuge. Vivir o trabajar con otros es sin duda un camino de desarrollo espiritual. San Juan de la Cruz decía a un discípulo: estás viviendo con otros «para que te labren y ejerciten».104
- La comunidad está llamada a crear ese «espacio teologal en el que se puede experimentar la presencia mística del Señor resucitado».105 Compartir la Palabra y celebrar juntos la Eucaristía nos hace más hermanos y nos va convirtiendo en comunidad santa y misionera. Esto da lugar también a verdaderas experiencias místicas vividas en comunidad, como fue el caso de san Benito y santa Escolástica, o aquel sublime encuentro espiritual que vivieron juntos san Agustín y su madre santa Mónica: «Cuando ya se acercaba el día de su muerte ―día por ti conocido, y que nosotros ignorábamos―, sucedió, por tus ocultos designios, como lo creo firmemente, que nos encontramos ella y yo solos, apoyados en una ventana que daba al jardín interior de la casa donde nos hospedábamos […]. Y abríamos la boca de nuestro corazón, ávidos de las corrientes de tu fuente, la fuente de vida que hay en ti […]. Y mientras estamos hablando y suspirando por ella [la sabiduría], llegamos a tocarla un poco con todo el ímpetu de nuestro corazón […] de modo que fuese la vida sempiterna cual fue este momento de intuición por el cual suspiramos».106
- Pero estas experiencias no son lo más frecuente, ni lo más importante. La vida comunitaria, sea en la familia, en la parroquia, en la comunidad religiosa o en cualquier otra, está hecha de muchos pequeños detalles cotidianos. Esto ocurría en la comunidad santa que formaron Jesús, María y José, donde se reflejó de manera paradigmática la belleza de la comunión trinitaria. También es lo que sucedía en la vida comunitaria que Jesús llevó con sus discípulos y con el pueblo sencillo.
- Recordemos cómo Jesús invitaba a sus discípulos a prestar atención a los detalles.
El pequeño detalle de que se estaba acabando el vino en una fiesta.
El pequeño detalle de que faltaba una oveja.
El pequeño detalle de la viuda que ofreció sus dos moneditas.
El pequeño detalle de tener aceite de repuesto para las lámparas por si el novio se demora.
El pequeño detalle de pedir a sus discípulos que vieran cuántos panes tenían.
El pequeño detalle de tener un fueguito preparado y un pescado en la parrilla mientras esperaba a los discípulos de madrugada. - La comunidad que preserva los pequeños detalles del amor,107 donde los miembros se cuidan unos a otros y constituyen un espacio abierto y evangelizador, es lugar de la presencia del Resucitado que la va santificando según el proyecto del Padre. A veces, por un don del amor del Señor, en medio de esos pequeños detalles se nos regalan consoladoras experiencias de Dios: «Una tarde de invierno estaba yo cumpliendo, como de costumbre, mi dulce tarea […]. De pronto, oí a lo lejos el sonido armonioso de un instrumento musical. Entonces me imaginé un salón muy bien iluminado, todo resplandeciente de ricos dorados; y en él, señoritas elegantemente vestidas, prodigándose mutuamente cumplidos y cortesías mundanas. Luego posé la mirada en la pobre enferma, a quien sostenía. En lugar de una melodía, escuchaba de vez en cuando sus gemidos lastimeros […]. No puedo expresar lo que pasó por mi alma. Lo único que sé es que el Señor la iluminó con los rayos de la verdad, los cuales sobrepasaban de tal modo el brillo tenebroso de las fiestas de la tierra, que no podía creer en mi felicidad».108
- En contra de la tendencia al individualismo consumista que termina aislándonos en la búsqueda del bienestar al margen de los demás, nuestro camino de santificación no puede dejar de identificarnos con aquel deseo de Jesús: «Que todos sean uno, como tú Padre en mí y yo en ti» (Jn 17,21).
En oración constante
- Finalmente, aunque parezca obvio, recordemos que la santidad está hecha de una apertura habitual a la trascendencia, que se expresa en la oración y en la adoración. El santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios. Es alguien que no soporta asfixiarse en la inmanencia cerrada de este mundo, y en medio de sus esfuerzos y entregas suspira por Dios, sale de sí en la alabanza y amplía sus límites en la contemplación del Señor. No creo en la santidad sin oración, aunque no se trate necesariamente de largos momentos o de sentimientos intensos.
- San Juan de la Cruz recomendaba «procurar andar siempre en la presencia de Dios, sea real, imaginaria o unitiva, de acuerdo con lo que le permitan las obras que esté haciendo».109 En el fondo, es el deseo de Dios que no puede dejar de manifestarse de alguna manera en medio de nuestra vida cotidiana: «Procure ser continuo en la oración, y en medio de los ejercicios corporales no la deje. Sea que coma, beba, hable con otros, o haga cualquier cosa, siempre ande deseando a Dios y apegando a él su corazón».110
- No obstante, para que esto sea posible, también son necesarios algunos momentos solo para Dios, en soledad con él. Para santa Teresa de Ávila la oración es «tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama».111 Quisiera insistir que esto no es solo para pocos privilegiados, sino para todos, porque «todos tenemos necesidad de este silencio penetrado de presencia adorada».112 La oración confiada es una reacción del corazón que se abre a Dios frente a frente, donde se hacen callar todos los rumores para escuchar la suave voz del Señor que resuena en el silencio.
- En ese silencio es posible discernir, a la luz del Espíritu, los caminos de santidad que el Señor nos propone. De otro modo, todas nuestras decisiones podrán ser solamente «decoraciones» que, en lugar de exaltar el Evangelio en nuestras vidas, lo recubrirán o lo ahogarán. Para todo discípulo es indispensable estar con el Maestro, escucharle, aprender de él, siempre aprender. Si no escuchamos, todas nuestras palabras serán únicamente ruidos que no sirven para nada.
- Recordemos que «es la contemplación del rostro de Jesús muerto y resucitado la que recompone nuestra humanidad, también la que está fragmentada por las fatigas de la vida, o marcada por el pecado. No hay que domesticar el poder del rostro de Cristo».113 Entonces, me atrevo a preguntarte: ¿Hay momentos en los que te pones en su presencia en silencio, permaneces con él sin prisas, y te dejas mirar por él? ¿Dejas que su fuego inflame tu corazón? Si no le permites que él alimente el calor de su amor y de su ternura, no tendrás fuego, y así ¿cómo podrás inflamar el corazón de los demás con tu testimonio y tus palabras? Y si ante el rostro de Cristo todavía no logras dejarte sanar y transformar, entonces penetra en las entrañas del Señor, entra en sus llagas, porque allí tiene su sede la misericordia divina.114
- Pero ruego que no entendamos el silencio orante como una evasión que niega el mundo que nos rodea. El «peregrino ruso», que caminaba en oración continua, cuenta que esa oración no lo separaba de la realidad externa: «Cuando me encontraba con la gente, me parecía que eran todos tan amables como si fueran mi propia familia. […] Y la felicidad no solamente iluminaba el interior de mi alma, sino que el mundo exterior me aparecía bajo un aspecto maravilloso».115
- Tampoco la historia desaparece. La oración, precisamente porque se alimenta del don de Dios que se derrama en nuestra vida, debería ser siempre memoriosa. La memoria de las acciones de Dios está en la base de la experiencia de la alianza entre Dios y su pueblo. Si Dios ha querido entrar en la historia, la oración está tejida de recuerdos. No solo del recuerdo de la Palabra revelada, sino también de la propia vida, de la vida de los demás, de lo que el Señor ha hecho en su Iglesia. Es la memoria agradecida de la que también habla san Ignacio de Loyola en su «Contemplación para alcanzar amor»,116 cuando nos pide que traigamos a la memoria todos los beneficios que hemos recibido del Señor. Mira tu historia cuando ores y en ella encontrarás tanta misericordia. Al mismo tiempo esto alimentará tu consciencia de que el Señor te tiene en su memoria y nunca te olvida. Por consiguiente, tiene sentido pedirle que ilumine aun los pequeños detalles de tu existencia, que a él no se le escapan.
- La súplica es expresión del corazón que confía en Dios, que sabe que solo no puede. En la vida del pueblo fiel de Dios encontramos mucha súplica llena de ternura creyente y de profunda confianza. No quitemos valor a la oración de petición, que tantas veces nos serena el corazón y nos ayuda a seguir luchando con esperanza. La súplica de intercesión tiene un valor particular, porque es un acto de confianza en Dios y al mismo tiempo una expresión de amor al prójimo. Algunos, por prejuicios espiritualistas, creen que la oración debería ser una pura contemplación de Dios, sin distracciones, como si los nombres y los rostros de los hermanos fueran una perturbación a evitar. Al contrario, la realidad es que la oración será más agradable a Dios y más santificadora si en ella, por la intercesión, intentamos vivir el doble mandamiento que nos dejó Jesús. La intercesión expresa el compromiso fraterno con los otros cuando en ella somos capaces de incorporar la vida de los demás, sus angustias más perturbadoras y sus mejores sueños. De quien se entrega generosamente a interceder puede decirse con las palabras bíblicas: «Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por el pueblo» (2 M 15,14).
- Si de verdad reconocemos que Dios existe no podemos dejar de adorarlo, a veces en un silencio lleno de admiración, o de cantarle en festiva alabanza. Así expresamos lo que vivía el beato Carlos de Foucauld cuando dijo: «Apenas creí que Dios existía, comprendí que solo podía vivir para él».117 También en la vida del pueblo peregrino hay muchos gestos simples de pura adoración, como por ejemplo cuando «la mirada del peregrino se deposita sobre una imagen que simboliza la ternura y la cercanía de Dios. El amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio».118
- La lectura orante de la Palabra de Dios, más dulce que la miel (cf. Sal 119,103) y «espada de doble filo» (Hb 4,12), nos permite detenernos a escuchar al Maestro para que sea lámpara para nuestros pasos, luz en nuestro camino (cf. Sal 119,105). Como bien nos recordaron los Obispos de India: «La devoción a la Palabra de Dios no es solo una de muchas devociones, hermosa pero algo opcional. Pertenece al corazón y a la identidad misma de la vida cristiana. La Palabra tiene en sí el poder para transformar las vidas».119
- El encuentro con Jesús en las Escrituras nos lleva a la Eucaristía, donde esa misma Palabra alcanza su máxima eficacia, porque es presencia real del que es la Palabra viva. Allí, el único Absoluto recibe la mayor adoración que puede darle esta tierra, porque es el mismo Cristo quien se ofrece. Y cuando lo recibimos en la comunión, renovamos nuestra alianza con él y le permitimos que realice más y más su obra transformadora.
CAPÍTULO QUINTO: COMBATE, VIGILANCIA Y DISCERNIMIENTO
- La vida cristiana es un combate permanente. Se requieren fuerza y valentía para resistir las tentaciones del diablo y anunciar el Evangelio. Esta lucha es muy bella, porque nos permite celebrar cada vez que el Señor vence en nuestra vida.
El combate y la vigilancia
- No se trata solo de un combate contra el mundo y la mentalidad mundana, que nos engaña, nos atonta y nos vuelve mediocres sin compromiso y sin gozo. Tampoco se reduce a una lucha contra la propia fragilidad y las propias inclinaciones (cada uno tiene la suya: la pereza, la lujuria, la envidia, los celos, y demás). Es también una lucha constante contra el diablo, que es el príncipe del mal. Jesús mismo festeja nuestras victorias. Se alegraba cuando sus discípulos lograban avanzar en el anuncio del Evangelio, superando la oposición del Maligno, y celebraba: «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lc 10,18).
Algo más que un mito
- No aceptaremos la existencia del diablo si nos empeñamos en mirar la vida solo con criterios empíricos y sin sentido sobrenatural. Precisamente, la convicción de que este poder maligno está entre nosotros, es lo que nos permite entender por qué a veces el mal tiene tanta fuerza destructiva. Es verdad que los autores bíblicos tenían un bagaje conceptual limitado para expresar algunas realidades y que en tiempos de Jesús se podía confundir, por ejemplo, una epilepsia con la posesión del demonio. Sin embargo, eso no debe llevarnos a simplificar tanto la realidad diciendo que todos los casos narrados en los evangelios eran enfermedades psíquicas y que en definitiva el demonio no existe o no actúa. Su presencia está en la primera página de las Escrituras, que acaban con la victoria de Dios sobre el demonio.120 De hecho, cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro quiso que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión utilizada allí no se refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es «el Malo». Indica un ser personal que nos acosa. Jesús nos enseñó a pedir cotidianamente esa liberación para que su poder no nos domine.
- Entonces, no pensemos que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea.121 Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades, porque «como león rugiente, ronda buscando a quien devorar» (1 P 5,8).
Despiertos y confiados
- La Palabra de Dios nos invita claramente a «afrontar las asechanzas del diablo» (Ef 6,11) y a detener «las flechas incendiarias del maligno» (Ef 6,16). No son palabras románticas, porque nuestro camino hacia la santidad es también una lucha constante. Quien no quiera reconocerlo se verá expuesto al fracaso o a la mediocridad. Para el combate tenemos las armas poderosas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la celebración de la Misa, la adoración eucarística, la reconciliación sacramental, las obras de caridad, la vida comunitaria, el empeño misionero. Si nos descuidamos nos seducirán fácilmente las falsas promesas del mal, porque, como decía el santo cura Brochero, «¿qué importa que Lucifer os prometa liberar y aun os arroje al seno de todos sus bienes, si son bienes engañosos, si son bienes envenenados?».122
- En este camino, el desarrollo de lo bueno, la maduración espiritual y el crecimiento del amor son el mejor contrapeso ante el mal. Nadie resiste si opta por quedarse en un punto muerto, si se conforma con poco, si deja de soñar con ofrecerle al Señor una entrega más bella. Menos aún si cae en un espíritu de derrota, porque «el que comienza sin confiar perdió de antemano la mitad de la batalla y entierra sus talentos. […] El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que al mismo tiempo es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal».123
La corrupción espiritual
- El camino de la santidad es una fuente de paz y de gozo que nos regala el Espíritu, pero al mismo tiempo requiere que estemos «con las lámparas encendidas» (Lc 12,35) y permanezcamos atentos: «Guardaos de toda clase de mal» (1 Ts 5,22). «Estad en vela» (Mt 24,42; cf. Mc 13,35). «No nos entreguemos al sueño» (1 Ts 5,6). Porque quienes sienten que no cometen faltas graves contra la Ley de Dios, pueden descuidarse en una especie de atontamiento o adormecimiento. Como no encuentran algo grave que reprocharse, no advierten esa tibieza que poco a poco se va apoderando de su vida espiritual y terminan desgastándose y corrompiéndose.
- La corrupción espiritual es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que «el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (2 Co 11,14). Así acabó sus días Salomón, mientras el gran pecador David supo remontar su miseria. En un relato, Jesús nos advirtió acerca de esta tentación engañosa que nos va deslizando hacia la corrupción: menciona una persona liberada del demonio que, pensando que su vida ya estaba limpia, terminó poseída por otros siete espíritus malignos (cf. Lc 11,24-26). Otro texto bíblico utiliza una imagen fuerte: «El perro vuelve a su propio vómito» (2 P 2,22; cf. Pr 26,11).
El discernimiento
- ¿Cómo saber si algo viene del Espíritu Santo o si su origen está en el espíritu del mundo o en el espíritu del diablo? La única forma es el discernimiento, que no supone solamente una buena capacidad de razonar o un sentido común, es también un don que hay que pedir. Si lo pedimos confiadamente al Espíritu Santo, y al mismo tiempo nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, la reflexión, la lectura y el buen consejo, seguramente podremos crecer en esta capacidad espiritual.
Una necesidad imperiosa
- Hoy día, el hábito del discernimiento se ha vuelto particularmente necesario. Porque la vida actual ofrece enormes posibilidades de acción y de distracción, y el mundo las presenta como si fueran todas válidas y buenas. Todos, pero especialmente los jóvenes, están expuestos a un zapping constante. Es posible navegar en dos o tres pantallas simultáneamente e interactuar al mismo tiempo en diferentes escenarios virtuales. Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento.
- Esto resulta especialmente importante cuando aparece una novedad en la propia vida, y entonces hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo. En otras ocasiones sucede lo contrario, porque las fuerzas del mal nos inducen a no cambiar, a dejar las cosas como están, a optar por el inmovilismo o la rigidez. Entonces impedimos que actúe el soplo del Espíritu. Somos libres, con la libertad de Jesucristo, pero él nos llama a examinar lo que hay dentro de nosotros -deseos, angustias, temores, búsquedas- y lo que sucede fuera de nosotros -los «signos de los tiempos»- para reconocer los caminos de la libertad plena: «Examinadlo todo; quedaos con lo bueno» (1 Ts 5,21).
Siempre a la luz del Señor
- El discernimiento no solo es necesario en momentos extraordinarios, o cuando hay que resolver problemas graves, o cuando hay que tomar una decisión crucial. Es un instrumento de lucha para seguir mejor al Señor. Nos hace falta siempre, para estar dispuestos a reconocer los tiempos de Dios y de su gracia, para no desperdiciar las inspiraciones del Señor, para no dejar pasar su invitación a crecer. Muchas veces esto se juega en lo pequeño, en lo que parece irrelevante, porque la magnanimidad se muestra en lo simple y en lo cotidiano.124 Se trata de no tener límites para lo grande, para lo mejor y más bello, pero al mismo tiempo concentrados en lo pequeño, en la entrega de hoy. Por tanto, pido a todos los cristianos que no dejen de hacer cada día, en diálogo con el Señor que nos ama, un sincero «examen de conciencia». Al mismo tiempo, el discernimiento nos lleva a reconocer los medios concretos que el Señor predispone en su misterioso plan de amor, para que no nos quedemos solo en las buenas intenciones.
Un don sobrenatural
- Es verdad que el discernimiento espiritual no excluye los aportes de sabidurías humanas, existenciales, psicológicas, sociológicas o morales. Pero las trasciende. Ni siquiera le bastan las sabias normas de la Iglesia. Recordemos siempre que el discernimiento es una gracia. Aunque incluya la razón y la prudencia, las supera, porque se trata de entrever el misterio del proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno y que se realiza en medio de los más variados contextos y límites. No está en juego solo un bienestar temporal, ni la satisfacción de hacer algo útil, ni siquiera el deseo de tener la conciencia tranquila. Está en juego el sentido de mi vida ante el Padre que me conoce y me ama, el verdadero para qué de mi existencia que nadie conoce mejor que él. El discernimiento, en definitiva, conduce a la fuente misma de la vida que no muere, es decir, conocer al Padre, el único Dios verdadero, y al que ha enviado: Jesucristo (cf. Jn 17,3). No requiere de capacidades especiales ni está reservado a los más inteligentes o instruidos, y el Padre se manifiesta con gusto a los humildes (cf. Mt 11,25).
- Si bien el Señor nos habla de modos muy variados en medio de nuestro trabajo, a través de los demás, y en todo momento, no es posible prescindir del silencio de la oración detenida para percibir mejor ese lenguaje, para interpretar el significado real de las inspiraciones que creímos recibir, para calmar las ansiedades y recomponer el conjunto de la propia existencia a la luz de Dios. Así podemos dejar nacer esa nueva síntesis que brota de la vida iluminada por el Espíritu.
Habla, Señor
- Sin embargo, podría ocurrir que en la misma oración evitemos dejarnos confrontar por la libertad del Espíritu, que actúa como quiere. Hay que recordar que el discernimiento orante requiere partir de una disposición a escuchar: al Señor, a los demás, a la realidad misma que siempre nos desafía de maneras nuevas. Solo quien está dispuesto a escuchar tiene la libertad para renunciar a su propio punto de vista parcial o insuficiente, a sus costumbres, a sus esquemas. Así está realmente disponible para acoger un llamado que rompe sus seguridades pero que lo lleva a una vida mejor, porque no basta que todo vaya bien, que todo esté tranquilo. Dios puede estar ofreciendo algo más, y en nuestra distracción cómoda no lo reconocemos.
- Tal actitud de escucha implica, por cierto, obediencia al Evangelio como último criterio, pero también al Magisterio que lo custodia, intentando encontrar en el tesoro de la Iglesia lo que sea más fecundo para el hoy de la salvación. No se trata de aplicar recetas o de repetir el pasado, ya que las mismas soluciones no son válidas en toda circunstancia y lo que era útil en un contexto puede no serlo en otro. El discernimiento de espíritus nos libera de la rigidez, que no tiene lugar ante el perenne hoy del Resucitado. Únicamente el Espíritu sabe penetrar en los pliegues más oscuros de la realidad y tener en cuenta todos sus matices, para que emerja con otra luz la novedad del Evangelio.
La lógica del don y de la cruz
- Una condición esencial para el progreso en el discernimiento es educarse en la paciencia de Dios y en sus tiempos, que nunca son los nuestros. Él no hace caer fuego sobre los infieles (cf. Lc 9,54), ni permite a los celosos «arrancar la cizaña» que crece junto al trigo (cf. Mt 13,29). También se requiere generosidad, porque «hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20,35). No se discierne para descubrir qué más le podemos sacar a esta vida, sino para reconocer cómo podemos cumplir mejor esa misión que se nos ha confiado en el Bautismo, y eso implica estar dispuestos a renuncias hasta darlo todo. Porque la felicidad es paradójica y nos regala las mejores experiencias cuando aceptamos esa lógica misteriosa que no es de este mundo, como decía san Buenaventura refiriéndose a la cruz: «Esta es nuestra lógica».125 Si uno asume esta dinámica, entonces no deja anestesiar su conciencia y se abre generosamente al discernimiento.
- Cuando escrutamos ante Dios los caminos de la vida, no hay espacios que queden excluidos. En todos los aspectos de la existencia podemos seguir creciendo y entregarle algo más a Dios, aun en aquellos donde experimentamos las dificultades más fuertes. Pero hace falta pedirle al Espíritu Santo que nos libere y que expulse ese miedo que nos lleva a vedarle su entrada en algunos aspectos de la propia vida. El que lo pide todo también lo da todo, y no quiere entrar en nosotros para mutilar o debilitar sino para plenificar. Esto nos hace ver que el discernimiento no es un autoanálisis ensimismado, una introspección egoísta, sino una verdadera salida de nosotros mismos hacia el misterio de Dios, que nos ayuda a vivir la misión a la cual nos ha llamado para el bien de los hermanos.
* * *
- Quiero que María corone estas reflexiones, porque ella vivió como nadie las bienaventuranzas de Jesús. Ella es la que se estremecía de gozo en la presencia de Dios, la que conservaba todo en su corazón y se dejó atravesar por la espada. Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña. Ella no acepta que nos quedemos caídos y a veces nos lleva en sus brazos sin juzgarnos. Conversar con ella nos consuela, nos libera y nos santifica. La Madre no necesita de muchas palabras, no le hace falta que nos esforcemos demasiado para explicarle lo que nos pasa. Basta musitar una y otra vez: «Dios te salve, María…».
- Espero que estas páginas sean útiles para que toda la Iglesia se dedique a promover el deseo de la santidad. Pidamos que el Espíritu Santo infunda en nosotros un intenso anhelo de ser santos para la mayor gloria de Dios y alentémonos unos a otros en este intento. Así compartiremos una felicidad que el mundo no nos podrá quitar.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 19 de marzo, Solemnidad de San José, del año 2018, sexto de mi Pontificado.
Secretario de la OEA
Barro con ventilador
Los congresistas de Fuerza Popular, Luis Galarreta, Úrsula Letona y Lourdes Alcorta, no tardaron en responder a lo asegurado por su excolega de bancada, Kenji Fujimori, quien señaló que la constructora brasileña Odebrecht había financiado sus campañas políticas.
En el video completo que grabó Moisés Mamani -al que Correo tuvo acceso-, el menor de los Fujimori le dice: “Letona, Alcorta y Galarreta fueron financiados por Odebrecht. ¿No dicen que había congresistas que han recibido plata de Odebrecht?”.
Tras la publicación de este diario, Letona afirmó en Twitter estar “indignada” por lo dicho por Kenji Fujimori: “Los corruptos tienen la osadía d pretender desacreditarnos por nuestra lucha frontal contra la corrupción” Y dijo esperar que se rectifique, pues de lo contrario recurrirá a “mecanismos legales”.
En tanto, el presidente del Congreso, Luis Galarreta, también rechazó las acusaciones: “Tengo una carrera política transparente. Indignado con este nivel de gentuza”, escribió.
Por su parte, Lourdes Alcorta no escatimó en calificativos contra el benjamín de los Fujimori. “Jamás en mi vida me he salido d la línea de conducta que mis padres me enseñaron”, afirmó.
Cabe señalar que durante su interrogatorio, el ex representante de Odebrecht en el Perú, Jorge Barata, reveló al Ministerio Público en Sao Paulo que candidatos al Parlamento en el 2011 recibieron dinero de Odebrecht.
Barata dijo que la empresa brasileña destinaba estos fondos pues buscaba “tener algún acceso al Legislativo”.
Fuente: Diario Correo.
Kenji Fujimori se jacta de tener el respaldo de Almagro y el Tribunal Constitucional
Por Glademir Anaya-Diario Correo.
Más destapes en los ‘kenjivideos‘. El congresista Kenji Fujimori usaba como parte de su estrategia para captar a legisladores que se sumen a su bloque denominado los ‘avengers’ -y rechacen el segundo pedido de vacancia presidencial contra Pedro Pablo Kuczynski-, el nombre del Tribunal Constitucional (TC), entidad que viene revisando la acción de inconstitucionalidad presentada contra la ley de bancada mixta, que, de ser derogada, podría permitir que los ‘avengers’ se consoliden como un grupo parlamentario formal.
“Tenemos el respaldo del Tribunal Constitucional (TC), tenemos el respaldo del propio secretario de la OEA. Yo me he reunido con el secretario de la OEA, con el señor Almagro”, sostiene el legislador, en uno de los videos accedidos por este diario, luego de ser consultado por Moisés Mamani respecto a qué si va a estar o no blindado.
Incluso, Guillermo Bocángel, quien se encuentra presente en la conversación le dice al puneño, que vas a estar “blindado, blindado” y le aseguran que es el congresista número 19 que habían captado para salvar al entonces mandatario Kuczynski de la segunda vacancia.
Este medio ha intentado comunicarse con alguno de los magistrados del Tribunal Constitucional a fin de que nos brinden su opinión al respecto, pero no hemos obtenido respuesta. Cabe destacar que en una oportunidad, el Tribunal Constitucional se mostró a favor de que los legisladores que dejen sus bancadas y puedan formar otra.
Señor y Dios mío
Evangelio según San Juan 20,19-31.
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”.
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”.
Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Bolivia acogerá el V Congreso Americano Misionero: “América en Misión, el Evangelio es alegría”
Del 10 al 14 de julio de 2018, se realizará en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, el V Congreso Americano Misionero (V CAM).
Por Renato Martínez– Vatican News.
“América en Misión, el Evangelio es Alegría”, bajo este lema se realizará el V Congreso Americano Misionero (V CAM), del 10 al 14 de julio de 2018, en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en el cual se desarrollará el tema: “La alegría del Evangelio, corazón de la misión profética, fuente de reconciliación y comunión”. Será el X Congreso de una larga serie de encuentros que inició en el año 1977 en México y que se realiza cada 4 años en países diferentes. El último Congreso tuvo lugar en Maracaibo, Venezuela, en el 2013.
Convocatoria
En la convocatoria se subraya que, “la Misión hoy necesita que nuestras comunidades respondan con generosidad, inventiva y ardor al llamamiento constante e incansable del Papa Francisco, que nos pide ser impulsores de un profundo proceso de Evangelización en nuestro continente y en el mundo”. La convocatoria para este V Encuentro Americano Misionero está firmada por Monseñor Ricardo Centellas, Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, Monseñor Eugenio Scarpellini, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Bolivia, Monseñor Julio María Elías, Obispo Responsable de Misiones, y por Monseñor Sergio Gualberti, Arzobispo de Santa Cruz y Presidente del V CAM.
Objetivo del V CAM
El objetivo principal del V CAM es el de “fortalecer la identidad y el compromiso misionero Ad Gentes de la Iglesia en las Américas, para anunciar la alegría del Evangelio a todos los pueblos –se lee en el comunicado– con particular atención a las periferias del mundo de hoy y al servicio de una sociedad más justa, solidaria y fraterna”. Por ello, recordando el mandato: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes y sepan que yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (cf. Mt 28,19-20), se hace presente que la Iglesia no podrá dejar de ser misionera y por tanto con el V CAM, se pretende renovar la conciencia misionera de todos los bautizados.
Acontecimiento Misionero
“Las Iglesias particulares de las Américas, desde Aparecida, están comprometidas con la Misión de anunciar la Buena Noticia de Jesucristo en la desafiante realidad social de nuestro Continente –se precisa en la convocatoria– en respuesta a los desafíos de estos tiempos marcados por profundos cambios de alcance global, que traen oportunidades, pero también impactos que desconciertan a nuestros pueblos en el ámbito cultural y religioso”.
El V Congreso Americano Misionero, se agrega, es un gran acontecimiento misionero, un tiempo de gracia, para vivir un nuevo Pentecostés, donde se propicia una reflexión misionológica de la vida y situación de la Iglesia en el continente Americano, pero también busca proyectar compromisos y acciones pastorales en clave misionera para ayudar a las Iglesias locales en su conversión pastoral.
Hipotecada
Villarán se habría hipotecado a Odebrecht y OAS
La ex alcaldesa de Lima, Susana Villarán, “habría hipotecado su voluntad” a cambio del financiamiento de Odebrecht y OAS para la campaña contra la revocatoria, pese a que ambas empresas tenían intereses directos y concretos con la comuna capitalina.
Así lo establece la tesis fiscal por la que se solicitó el allanamiento a las viviendas de Susana Villarán y del ex gerente municipal, José Miguel Castro Gutiérrez, la misma que fue recogida por el Tercer Juzgado Nacional de Investigación Preparatoria, a cargo del juez Manuel Antonio Chuyo Zavaleta.
La intervención fiscal a ambas viviendas, estuvo a cargo del equipo especial de la Fiscalía que dirige Hamilton Castro.
La tesis de la Fiscalía alude a una serie de hechos concomitantes que son investigados por el Ministerio Público, entre los que se incluyen las declaraciones del colaborador eficaz Jorge Barata, respecto a que la constructora brasileña aportó 3 millones de dólares a la campaña por el “No a la revocatoria” a pedido, primero, de Castro Gutiérrez y, luego, de la propia Villarán.
Según Barata, la ayuda se concretó porque en ese momento la constructora tenía “diversos proyectos de interés en la Municipalidad de Lima”, entre los cuales se incluía Rutas de Lima. El temor era que si no se ayudaba a que Villarán se quedara en el cargo, otro alcalde podría perjudicar los intereses de Odebrecht.
Barata dijo que el aporte a la campaña contra la revocatoria salió de la ya famosa División de Operaciones Estructuradas, es decir, del área creada especialmente por Odebrecht para el pago de coimas.
Otro elemento que se ha tomado en cuenta está constituido por las declaraciones del colaborador eficaz Nº12-2017 respecto a que la empresa OAS aportó 1 millón de dólares para la campaña contra la revocatoria.
COINCIDENCIAS
En medio del proceso de revocatoria contra Villarán (marzo de 2013), la Municipalidad de Lima tomó, coincidentemente, dos decisiones contractuales que favorecieron tanto a Odebrecht y OAS.
El 9 de diciembre de 2013 la comuna capitalina suscribió el contrato de adjudicación directa de la iniciativa privada “Vías Nuevas de Lima” a favor del consorcio Líneas Viales de Lima, conformado por las empresas Norberto Odebrecht S.A y Odebrecht Participacoes e Investimentos S.A.
Investigaciones posteriores revelaron que con este contrato se obvió el trámite de aprobación previa por parte del Ministerio de Economía y Finanzas y se incumplieron una serie de procedimientos legales.
Un mes después, el 13 de febrero de 2013, la Municipalidad de Lima amplió de 30 a 40 años el plazo de concesión del proyecto Línea Amarilla a cargo de OAS, mediante la adenda número 1 que, además, incluyó otras medidas que habrían terminado por desnaturalizar el contrato inicial.
La Fiscalía también descubrió que entre diciembre de 2012 y finales de 2013, Susana Villarán y José Miguel Castro Gutiérrez se reunieron 14 veces con los representantes de Odebrecht y OAS.
El Ministerio Público refirió también que el financiamiento de Odebrecht y OAS a la campaña por el “No” se consignó en la rendición de cuentas presentada ante el Jurado Nacional de Elecciones, pero declarándolas como aportes efectuados por personas que han negado haber entregado ese dinero o por ciudadanos inexistentes.
La ex alcaldesa de Lima (2011-2014) ha sido impedida de salir del país desde noviembre pasado, al igual que Castro, quien trabajó durante su gestión como gerente municipal. La Fiscalía peruana abrió una investigación preliminar contra ella por los delitos de lavado de activos y cohecho pasivo propio.
El publicista brasileño Valdemir Garreta declaró a fiscales peruanos haber recibido tres millones de dólares de Odebrecht y OAS para hacer la campaña de comunicaciones del proceso contra la revocación.
Según su testimonio, Garreta fue contactado previamente por el publicista Luis Favre para preguntarle si podía hacerse cargo de la campaña de comunicación de Villarán, tal como efectivamente ocurrió.
“Por el trabajo se acordó una remuneración de tres millones de dólares”, dijo Garreta respecto a las coordinaciones que supuestamente hizo con Villarán, tras lo cual añadió que el encargado de los pagos fue el ex gerente municipal José Miguel Castro.
Millonaria recaudación por peajes
El integrante de la Comisión Lava Jato, Víctor Andrés García Belaunde, sostuvo que gracias a la ex alcaldesa Susana Villarán, las empresas brasileñas Odebrecht y OAS recaudarán entre 10 mil a 15 mil millones de dólares en peajes.
“Odebrecht y OAS van a recaudar entre 10 y 15 mil millones de dólares en 30 años solo en peajes, de allí vienen las utilidades que se calculan será de 250 %, que es una utilidad que no la tienen ni siquiera los narcotraficantes, todo gracias a [Susana] Villarán”, sostuvo.
García Belaunde afirmó que los proyectos Rutas de Lima y Línea Amarilla constituyen dos “regalos” hechos por la ex alcaldesa a las constructoras brasileñas, motivo por el cual está en la condición de investigada por la Comisión Lava Jato.
“Se han regalado autopistas a dos empresas mafiosas, hubo irregularidades de por medio, estamos en investigación y no puedo adelantar los detalles. Lo cierto es que ha habido dinero sucio y se han entregado por 40 años dos obras hechas por el Estado y no por la municipalidad, pero el municipio ha regalado obras que no eran municipales”, afirmó el parlamentario acciopopulista.
Con respecto a los allanamientos efectuados a los inmuebles de Villarán por parte de la Fiscalía, indicó que la “justicia es igual para todos”.
“Creo que todos somos iguales ante la ley, se debe aplicar sin ningún tipo de reservas ni ensañamiento, hay que criticar la lentitud del Ministerio Público, no las órdenes que se dan, pero creo que al final la ley debe prevalecer y ser aplicada para todos sin excepción”, añadió.
Comentó que existen muchos indicios de la vinculación de Odebrecht con Susana Villarán.
Sobre el mismo tema, el legislador oficialista Juan Sheput subrayó la demora de parte de la Fiscalía para efectuar los allanamientos de las viviendas no solo de Villarán, sino también de su ex gerente general, José Castro.
“A mí no me alegra el drama de nadie pero sí creo que el Ministerio Público se ha demorado tanto en su caso como en el de su entorno, Castro, porque sobre ellos existe un halo de sospechas y sobre todo muchos indicios que los vinculan a este manejo extraño que ha existido de la campaña del ‘No’ de la revocatoria y en los dos procesos electorales”, afirmó el parlamentario oficialista.
HABLA EX ALCALDESA
Susana Villarán dijo que es respetuosa de los procedimientos de la Fiscalía y el Poder Judicial, y aseguró que no encontrarán nada en los allanamientos registrados ayer.
En un pronunciamiento vía Facebook, dijo que es “fiel cumplidora de la ley”, y precisó que el allanamiento fiscal se llevó a cabo en el domicilio donde la acoge su hermana en Miraflores.
“Desde mi trabajo en el sur de Lima les digo: nada temo, no encontrarán nada porque no tengo cuentas en paraísos fiscales, ni propiedades compradas con dinero sucio, tampoco desbalance patrimonial”, escribió.
Asimismo, insistió en que su gestión como alcaldesa de Lima fue un ejemplo de transparencia. “Todo lo que hicimos estuvo siempre abierto al escrutinio público. Que la verdad se abra paso y, eso sí, que traten a todos por igual”, afirmó.
Fuente: Diario Expreso.
Licenciamiento de la UNMSM
SUNEDU OTORGA LICENCIAMIENTO INSTITUCIONAL A LA UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS
‘Decana de América’ recibe 10 años de autorización tras demostrar que cumple satisfactoriamente condiciones básicas de calidad para ofrecer el servicio educativo universitario.
La Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) otorgó la licencia de funcionamiento institucional a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), tras demostrar que cumple Condiciones Básicas de Calidad (CBC) para ofrecer el servicio educativo universitario y lidera un modelo de gestión que promueve la investigación.
“Es un día histórico para el sistema universitario peruano. La autorización entregada a San Marcos, institución con 466 años de trayectoria académica, es el más claro ejemplo de cómo el proceso de licenciamiento consolida la mejora integral e institucional de la universidad peruana. Es muy gratificante para la SUNEDU licenciar a una de las universidades más emblemáticas del país”, señaló Martín Benavides, superintendente encargado de la SUNEDU.
Entre las fortalezas que llevaron a la ‘Decana de América’ a obtener el licenciamiento destaca su permanente producción de conocimiento en diversos campos como las Ciencias de la Salud, Económico Empresariales, Humanidades, Ciencias Básicas e Ingenierías. Asimismo, desarrolla importantes actividades para promover la investigación como la inversión de recursos y financiamiento de proyectos, impulso de grupos de investigación e incentivos para los docentes investigadores.
El esfuerzo de los docentes que investigan se refleja en la producción científica de San Marcos, calculada en más de 35 mil publicaciones registradas en el Directorio Nacional de Investigadores e Innovadores (DINA). De este total, se destaca las 2,330 alojadas en Scopus y las 1,780 en Scielo, ambas consideradas como las más importantes bases de datos de resúmenes y citas de artículos científicos del mundo.
La UNMSM también cuenta con 239 investigadores calificados en el Registro Nacional de Investigadores en Ciencia y Tecnología (Regina), lo que representa 80% de sus docentes a tiempo completo y dedicación exclusiva. A ello, se suma la promoción de políticas de innovación y desarrollo, lo que permitió el registro de 14 patentes ante el Indecopi en los últimos cinco años.
De este modo, la SUNEDU saluda a la UNMSM, que se convierte en la trigésima cuarta casa de estudios en obtener el licenciamiento institucional. Asimismo, invoca a todas las universidades a comprometerse con el cumplimiento de las CBC, especialmente a las públicas del país, para que alcancen el licenciamiento, y de esta manera se promueva el ordenamiento y la calidad del sistema educativo universitario en el Perú.
UNMSM: Historia y licenciamiento
El 12 de mayo de 1551, una Real Provisión del rey Carlos V dio origen a la fundación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, basándose en el modelo de la Universidad de Salamanca. Dos décadas después, en 1571, una bula del papa Pío V la denominó como Real y Pontificia Universidad de la Ciudad de los Reyes de Lima.
La UNMSM ha transitado, desde su fundación, por cinco diferentes locales: tres durante el siglo XVI: Convento de Nuestra Señora del Rosario de la Orden de los Dominicos, a extramuros en la parte de San Marcelo, donde poco antes había funcionado el Convento de la Orden de San Agustín, y en 1575 en la primitiva Plaza del Estanque, después llamada de la Inquisición, actual local del Congreso.
En la segunda mitad del siglo XIX se trasladó al local del antiguo Convictorio de San Carlos (Parque Universitario) durante el gobierno de Manuel Pardo y, en la actualidad, ocupa la Ciudad Universitaria ubicada entre las avenidas Venezuela y Universitaria, en el Cercado de Lima.
En relación al procedimiento de licenciamiento, la SUNEDU corroboró que San Marcos ofrece servicios educativos que cumplen las CBC que exige la Ley Universitaria, compromiso que beneficia a sus más de 37 mil estudiantes que participan en los 184 programas que ofrece dicha casa de estudios: 66 de pregrado, 87 maestrías y 31 doctorados, además de 133 programas de segunda especialidad.
Según reportes al 2017, la universidad cuenta con 2,931 docentes, de los cuales 1,519 trabajan a tiempo completo y dedicación exclusiva, lo que representa 51.8 % de los docentes declarados. Es importante precisar que la Ley Universitaria N°30220 exige 25 % de catedráticos bajo ese régimen de trabajo.
La Decana de América también certificó la presencia de un total de 304 laboratorios y 23 talleres equipados, distribuidos en las 20 facultades que albergan a sus más de 34 mil estudiantes. Asimismo, las facultades que conforman el área de Ciencias de la Salud, cuentan con campos clínicos e institutos de investigación en varios hospitales de Lima, lo que les permite tener acceso a laboratorios especializados para el desarrollo de sus investigaciones.
Los recursos para el desarrollo de la investigación en la UNMSM están compuestos por un amplio acervo bibliográfico, que se encuentra distribuido entre las 44 bibliotecas y otras unidades de información de las facultades, escuelas profesionales, institutos y centros de investigación, y museos de la universidad.
Culminado este proceso de licenciamiento, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos deberá afrontar un gran reto: la adecuada implementación del programa de estudios generales, que deberá ser gradual y enmarcado en las disposiciones previstas en la actual Ley Universitaria.
Fuente: SUNEDU.
San Marcos rechaza ranking de la Sunedu que la ubica en el tercer puesto
Orestes Cachay, rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) , no se encuentra conforme con el último ranking que elaboró la Superintendencia Nacional de Educación Superior (Sunedu) , la cual ubica a su casa de estudios en el tercer puesto.
La autoridad universitaria, en diálogo con Andina, señaló que “no ve con buenos ojos” el listado elaborado por aquella entidad fiscalizadora. ¿La razón? Porque “dentro de su investigación solo está tomando en cuenta el rubro de publicaciones y nada más”.
Cachay, para sustentar su posición, argumentó que existen varias universidades privadas que pagan a investigadores extranjeros para que elaboren textos y publicaciones a nombre de ellas.
Además, otra razón por la cual el rector rechazó el ranking de ‘ Las mejores universidades del Perú’ según la Sunedu, es porque la San Marcos se ubica en mejores posiciones, pero en listados internacionales.
“En cambio nuestras publicaciones son investigaciones de nuestros docentes. Nosotros aparecemos en mejor ubicación dentro de ranking mundiales, lo cual no coincide con lo publicado recientemente por Sunedu”, expresó tajantemente.
Recordemos que el ranking de la Sunedu ubicó en primer puesto a la Pontifica Universidad Católica del Perú (PUCP) y en el segundo lugar a la Universidad Cayetano Heredia.
“SE ESTÁ SACANDO UNA INFORMACIÓN SESGADA”
Cachay reiteró que la Universidad San Marcos es la primera mejor casa de estudios del Perú si se le compara con las demás universidades peruanas a nivel internacional.
“Esto nos dice que los parámetros para hacer un ranking no pueden estar direccionados solamente a publicaciones, sino a muchos otros factores. Como el repositorio de información que se tiene, el número de sílabos, los cursos… se está sacando una información muy sesgada”, indicó.
Cabe señalar que una reciente nómina que se realizó a nivel mundial y en la cual se tomó en cuenta a 25 mil universidades, la UNMSM se ubicó en el puesto 1,600. En cambio, “las universidades que en el Perú ocupan el primer y segundo lugar están muy por debajo de ese lugar”, agregó.
Fuente: Diario Perú21.
Prisión para Lula OAS
Por Verónica Goyzueta– Diario ABC.
La Corte Suprema brasileña rechazó por 6 votos a 5 el recurso de «habeas corpus» presentado por la defensa del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva para evitar su prisión en segunda instancia. Lula fue derrotado de forma dramática, tras casi once horas de una votación que terminó empatada y que tuvo que resolver la presidenta del tribunal, Carmen Lucia Rocha.
La decisión es un golpe duro contra Lula da Silva, que ya fue condenado a doce años de prisión en segunda instancia y puede ser encarcelado en cuanto se agoten las posibilidades legales de ese tribunal, donde prácticamente ha perdido el caso.
«Necesitamos reflexionar sobre lo que oímos», declaró uno de los abogados de Lula, José Roberto Batocchio, al salir del tribunal. La defensa debe presentar nuevos recursos pero se espera, sin embargo, que los pierda nuevamente. Con ellos, solo retrasará su entrada en prisión, a más tardar, hasta comienzos del mes de mayo.
Lula, que esperaba en la sede del sindicato de metalúrgicos de São Bernardo do Campo, donde comenzó su historia política, decidió no pronunciarse sobre el resultado. El Partido de los Trabajadores (PT), difundió una nota criticando la decisión y proclamando la inocencia de su líder. «Hoy es día trágico para la democracia», comenzaba el texto, que acusó a la mayoría de la Corte Suprema de «rasgar la Constitución» al rechazar la tesis de «presunción de inocencia» hasta la última instancia.
El líder de la izquierda brasileña, favorito en todos los sondeos para las elecciones presidenciales de octubre con un 36% de los votos, ve también alejarse la posibilidad de disputar los sufragios, a no ser que consiga una decisión favorable en el Tribunal Superior Electoral (TSE).
Lula fue condenado a doce años de prisión por corrupción y blanqueo de fondos por haber recibido un piso tríplex frente al mar de una constructora, la OAS, que ganó licitaciones y obras en la petrolera estatal Petrobras.
La larga espera por la decisión de los jueces dejó a los brasileños en vilo, dividiendo al país entre los que piden la prisión del expresidente y quienes creen que el exmetalúrgico está siendo víctima de una campaña para evitar que dispute nuevamente la presidencia.
De hecho, este nuevo capítulo en el proceso contra el expresidente, que es investigado en otras siete acciones judiciales, aumenta la incertidumbre sobre las elecciones, donde hasta el momento no han aparecido nombres de peso, y se destaca un polémico candidato de ultraderecha, Jair Bolsonaro.
Sergio Moro expide orden de prisión contra el expresidente Lula
El juez brasileño Sergio Moro emitió una orden de prisión contra el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, condenado a 12 años y un mes de cárcel por corrupción.
El magistrado, emblema de la operación Lava Jato, indicó en su decisión que le concede a Lula, “en consideración de la dignidad del cargo que ocupó”, la oportunidad de presentarse voluntariamente ante la Policía Federal de Curitiba antes de mañana viernes a las 17H00 (20H00 GMT).
Prohibió además “la utilización de esposas en cualquier hipótesis”.
La decisión llega menos de 24 horas después de que la corte suprema de Brasil rechazara un recurso del líder de la izquierda para recurrir su sentencia en libertad ante tribunales superiores.
La defensa de Lula no se manifestó de inmediato tras la orden de arresto de Moro, pero más temprano el abogado Cristiano Zanin Martins había declarado a periodistas que no trabajaban “con la hipótesis de la prisión” inmediata.
El exlíder sindical de 72 años, favorito en las encuestas para las elecciones de octubre, fue condenado por haber recibido un apartamento de lujo de una constructora involucrada en el escándalo de Petrobras.
Implicado en otros seis procesos judiciales, el exmandatario niega todas las acusaciones y las considera parte de un complot de las élites para que no pueda volver al poder después de haber dejado el cargo en el 2010 como el presidente más popular de la historia reciente de Brasil.
Fuente: Diario Gestión.
La prisión de Lula no libera a Brasil de su crisis
Por -Diario The New York Times.
Nadie en Brasil domina los símbolos de la política mejor que Luiz Inácio Lula da Silva. El expresidente se entregó a la Policía Federal para empezar a cumplir su condena de doce años por corrupción, pero no sin antes pasar dos días rodeado de seguidores que lo acompañaron toda la noche en la sede del sindicato metalúrgico de São Bernardo do Campo, donde él empezó su carrera política como líder sindical. En 1980, también en un mes de abril, la dictadura militar lo encarceló por primera vez.
El juez Sérgio Moro le ordenó presentarse a la policía antes de las cinco de la tarde del viernes 6 de abril. Pero Lula impuso sus propias reglas. Solo se entregó después de asistir a una misa ecuménica en conmemoración del cumpleaños de su fallecida esposa, Marisa Letícia. Estuvo rodeado de aliados políticos, entre ellos otros dos candidatos presidenciales, en la propia sede del sindicato donde Lula y Marisa se conocieron en 1973 y donde él la veló el año pasado.
Antes de entregarse para ser trasladado a la cárcel en Curitiba, Lula no dejó de hacer política ni por un minuto. Pasó buena parte del día arengando a la población desde su camión de campaña y aprovechó la atención de los medios para propagar su discurso de que el encarcelamiento del candidato favorito a la elección presidencial de octubre deteriorará aún más la democracia brasileña. “Yo no voy a parar porque ya no soy un ser humano. Yo soy una idea. Una idea mezclada con las ideas de ustedes”, le dijo a una multitud que le gritaba: “No te entregues”. El carro de la policía federal designado para trasladarlo intentó partir dos veces, pero los seguidores del expresidente se lo impedían.
El juicio contra Lula encendió aún más los ánimos de los brasileños, ya sobresaltados por la crisis política. El 4 de abril, en la víspera de la decisión del Supremo Tribunal Federal (STF) de negar un recurso de habeas corpus al expresidente, el general Eduardo Villas Boas, jefe de las Fuerzas Armadas, despertó el fantasma de la dictadura al afirmar en Twitter que los militares comparten, “junto con todos los buenos ciudadanos, el repudio a la impunidad y el respeto a la Constitución, la paz social y la democracia”. Su mensaje fue interpretado como una intimidación a la corte. Otro general, Luiz Gonzaga Schroeder, fue más allá y dijo en una entrevista que en caso de que Lula fuera electo es “deber de las Fuerzas Armadas restaurar el orden”.
Ambos generales comparten la opinión de los que ven en la cruzada de Lula una descarada afrenta al combate a la corrupción que representa la operación Lava Jato. Su encarcelamiento es el punto más alto de esta investigación iniciada en 2014 pero no es, ni de lejos, el fin de la crisis política. En todo caso, la ida de Lula a prisión marca el inicio de una etapa de mayor incertidumbre a pocos meses de una elección presidencial. En contraste, muchos de los opositores de Lula también investigados por Lava Jato, no han sido perseguidos y guardan silencio a la espera de que se les olvide.
Lula está en el primer lugar de las encuestas de intención de voto y todavía puede presentar recursos ante los tribunales para revertir su condena de doce años y un mes de prisión, ser liberado e inscribirse como candidato del Partido de los Trabajadores a la presidencia. Mientras la corte electoral no revoque su candidatura invocando la Ley de la Ficha Limpia, que impide a un condenado ser candidato, él podría hacer campaña electoral desde la cárcel.
El mayor perdedor de ese desenlace sería la izquierda brasileña, que tiene a Lula como su principal líder. Con la izquierda desprestigiada, dividida y probablemente sin un candidato fuerte en las elecciones, Brasil podría seguir una tendencia de otros países de América Latina donde la derecha, que se ha negado a cortar lazos con los regímenes dictatoriales de sus países -como el caso de Chile-, tiene un importante auge y se ha fortalecido por el apoyo de grupos evangélicos.
No está nada claro si la democracia ganará algo con la detención de Lula, pero no hay duda de que si alguien gana con su caída es Jair Bolsonaro, el candidato presidencial conservador y militar retirado, quien está en el segundo lugar en las encuestas. Bolsonaro fue uno de los primeros en respaldar públicamente el mensaje del general Eduardo Villas Boas contra la corrupción. Ese es otro de los contrasentidos que desconciertan a los brasileños, ya que Bolsonaro ha exaltado repetidamente al jefe del centro de torturas de la dictadura.
Mientras tanto, la radicalización política se hace sentir en la población. El 29 de marzo, durante un recorrido de Lula por Paraná, en el sur del país, para defender su libertad, dispararon contra su caravana. Es un signo alarmante de la escalada de la violencia política. Después de la negativa de habeas corpus, un hombre que gritaba ofensas contra Lula frente a un instituto fue internado con traumatismo craneal tras ser empujado por un militante del Partido de los Trabajadores y golpearse la cabeza contra un camión que pasaba. Y en protesta contra su detención, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), bloqueó carreteras en once estados. Varios periodistas fueron agredidos mientras cubrían el arresto de Lula.
Por ahora, el resurgimiento de los militares muestra que cuando el gobierno pierde control político, enciende el deseo de poder en los cuarteles. En un escenario extremo, un disturbio popular podría ser una excusa peligrosa para los que buscan socavar el sistema democrático usando el auge del radicalismo como pretexto. Ese no es un dato trivial en Brasil que está más a la deriva que nunca.
Accesitarios
Por Rosa Vallejos– Diario El Comercio.
A partir de mañana empieza en el Congreso de la República el trámite con el que se busca el desafuero de cinco congresistas, debido a los videos y audios que fueron grabados por el fujimorista Moisés Mamani y que muestran las negociaciones para evitar la vacancia del ex presidente Pedro Pablo Kuczynski.
En entrevista con este Diario, el titular del Congreso, Luis Galarreta, dijo que la denuncia será presentada mañana. Esta incluye a los congresistas no agrupados Kenji Fujimori, Bienvenido Ramírez y Guillermo Bocángel, todos ex representantes de Fuerza Popular; así como a los oficialistas Mercedes Araoz, saliente primera ministra, y Carlos Bruce, aún titular de Vivienda.
La denuncia debe ser enviada a la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales para su evaluación. Si es aprobada, deberá debatirse y votarse en el pleno del Parlamento.
Del mismo, la Comisión de Ética empezará mañana el proceso contra los cinco parlamentarios mencionados por el caso de la supuesta compra de votos, informó a El Comercio el presidente de ese grupo de trabajo, Juan Carlos Gonzales.
Fujimori, Bocángel y Ramírez también son investigados por la Fiscalía de la Nación por el presunto delito de cohecho pasivo impropio. También fue incluido Bruno Giuffra, ex ministro de Transportes y Comunicaciones.
El Ministerio Público ya citó al legislador fujimorista Moisés Mamani, quien presentó los videos y audios, para que rinda su testimonio sobre lo sucedido. La audiencia será el próximo viernes 6 de abril.
Neyra: “Estoy esperando con prudencia. Ahora hay que levantar al país”
Ángel Neyra Olaychea es el accesitario en Lima de la lista de Fuerza Popular. Ingeniero industrial de profesión, fue parlamentario por esa agrupación entre el 2011 y el 2016. Neyra llegó al partido fujimorista en el 2010, invitado por el entonces ministro de la Producción Rafael Rey.
Integró el equipo técnico del plan de gobierno de Keiko Fujimori para los comicios del año siguiente. Ángel Neyra es autor de la ley de parques industriales tecnoecológicos y de la ley de desarrollo de las bebidas tradicionales: emoliente y afines, que –según reseñó– “busca proteger al consumidor a fin de que los emolienteros asuman responsabilidades de salubridad acompañados de las municipalidades”.
Según la ONPE, Neyra aportó S/58,950 entre la primera y segunda vuelta de las elecciones del 2016. Es propietario de la empresa consultora Sittec & Gestión E.I.R.L. Sobre la posibilidad de retornar al Congreso, Neyra dijo: “Estoy esperando con prudencia. Después de todo lo que ha pasado, toca pensar en positivo. Hay que levantar al país”.
La maestra de Tumbes que podría reemplazar a Bienvenido Ramírez
María Candelaria Ramos Rosales es quien reemplazaría a Bienvenido Ramírez en caso de que se concrete el desafuero planteado en el Congreso. Maestra de profesión, Ramos fue asesora de la presidencia del Gobierno Regional de Tumbes entre el 2006 y el 2010. Obtuvo 2,692 votos en las últimas elecciones, 15 mil votos por debajo de Ramírez.
Antes de postular por Fuerza Popular, la docente Ramos fue militante del Partido Aprista Peruano y de Perú Posible. Durante la campaña del 2016, fue una entusiasta activista del fujimorismo y se desempeñó como responsable de la coordinación con los comités de base, comedores populares y organizaciones de juventudes del norte.
Además, acompañó a la lideresa de su agrupación, Keiko Fujimori, en la denominada Ruta Perú, caravana que durante ocho días recorrió siete departamentos del sur del país.
Campos: “Me entristece lo que pasó con Kenji y Guillermo [Bocángel]”
César Campos Ramírez podría llegar al Congreso en reemplazo de Guillermo Bocángel, representante de Huánuco. Campos es contador público y gerente general de Excelencia Empresarial América Móvil, compañía dedicada a la gestión y asesoría de empresas en materia tributaria. En diálogo con El Comercio, aseguró que prefiere esperar prudentemente lo que se resuelva en el caso de Bocángel, a quien considera su amigo.
“Lo que ha ocurrido no me alegra. Me entristece, estoy incómodo con lo que ha pasado con Kenji, con Guillermo, con el mismo partido, con lo que sufre el país, mi Huánuco, el cual represento, pero es mi obligación asumir el cargo de legislador si así se decide. Entonces ya me conocerán”, afirmó.
Agregó que, debido a un proceso que le entabló una entidad bancaria, debió vender una de sus propiedades para pagar una deuda asumida por terceros en la que, según él, participó como garante. “Lo solucioné. Tuve que asumir ese compromiso así haya sido un garante”, precisó.
Denuncia constitucional
Fue presentada una denuncia constitucional contra los congresistas no agrupados Kenji Fujimori, Bienvenido Ramírez y Guillermo Bocángel a raíz del caso de los audios y videos sobre la negociación de votos para evitar la vacancia de Pedro Pablo Kuczynski.
El documento lleva las firmas de cuatro legisladores: Mauricio Mulder (Partido Aprista), Edwin Vergara (Fuerza Popular), Wilbert Rozas (Frente Amplio) y Yeni Vilcatoma (no agrupada).
“A los denunciados se les atribuye conductas que constituyen, por un lado, infracciones a la norma y principios consagrados en la Constitución, y por otro, delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones”, indica el texto.
De acuerdo al documento, los legisladores Fujimori, Ramírez y Bocángel formaron parte de un presunto sistema con el que se pretendía captar congresistas para la “compra de sus votos a través de prebendas”.
Estas prebendas –agrega el texto– consistirían en financiamiento de proyectos, programas y obras con fondos públicos “a ser ejecutados por los diferentes niveles de gobierno: regional y local”.
Este caso salió a la luz cuando el congresista fujimorista Moisés Mamani, acompañado por la bancada de Fuerza Popular, presentó extractos de videos en los que se mostraría cómo intentaron convencerlo de votar contra la vacancia.
En los videos también aparecen el congresista Kenji Fujimori y su asesor Alexei Toledo, así como los legisladores Ramírez y Bocángel.
Al día siguiente de la difusión del material, el presidente Kuczynski renunció al cargo. Ese mismo día se difundieron audios de conversaciones entre Mamani y el entonces ministro Bruno Giuffra.
–Proceso a seguir–
La denuncia debe verse en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales en primera instancia. Si ahí procede, esta debe formular un informe de calificación y remitirlo a la Comisión Permanente.
Luego, la Comisión Permanente otorga a la subcomisión un período de 15 días para investigar el caso.
Después de oír los descargos de los implicados, la subcomisión tiene 10 días para elevar un informe, que debe ser debatido y votado en la Comisión Permanente.
Si la acusación constitucional es aprobada, es enviada al pleno del Parlamento para su debate. Esto puede durar 50 días.
En el pleno se decide si los congresistas son suspendidos temporalmente, inhabilitados o destituidos por infracción constitucional.
Fuente: Diario El Comercio.
Sacerdote secuestrado
A través de un comunicado, la ONG Centre d’étude pour la promotion de la paix, la démocratie et les droits de l’homme (CEPADHO) informó que el Padre Célestin Ngango fue raptado cerca de su parroquia en la localidad de Karambi, en la provincia de Kivu del Norte, cuando se dirigía a la aldea de Nyarukwangara.
Indicaron que “mientras estaba de regreso a Karambi, su vehículo fue interceptado por los delincuentes, lo obligaron a descender y a seguirlos”.
La ONG denunció que “se trata de un acto criminal contra un artesano de la paz” y que se han incrementado los secuestros en la zona.
Radio Okapi, un medio local, señaló que los secuestradores han pedido 50 mil dólares por el rescate del Padre Ngango y que las autoridades están investigando el caso.
También recordaron que en el año 2016 dos sacerdotes y un diácono fueron secuestrados en el país por unos desconocidos que pidieron dinero por su rescate.
Por su parte, la agencia AFP señaló que en enero de este año, otro presbítero fue secuestrado en Kivu del Norte y liberado 48 horas después.
Fuente: ACI Prensa.
El mundo se ha olvidado del Congo, solo la Iglesia defiende a la población, señala sacerdote
Por Miguel Pérez Pichel-ACI Prensa.
La situación en la República Democrática del Congo es cada vez más grave desde el estallido en octubre de 2017 de numerosas protestas antigubernamentales, ante la negativa del Presidente Joseph Kabila a abandonar el poder que ejerce desde el año 2001 y convocar elecciones como señala la Constitución del país.
El pasado 31 de diciembre 8 personas murieron durante la represión de las fuerzas de seguridad contra una protesta pacífica convocada por el Comité Laico de Coordinación, una organización de laicos católicos que pide la convocatoria inmediata a elecciones democráticas.
Según informó la Nunciatura Apostólica en el país, las personas fueron asesinadas por la policía en el interior de diferentes iglesias de Kinshasa, capital del Estado. Los agentes rodearon 134 parroquias y detuvo a 130 personas, entre ellas 6 sacerdotes.
En unas duras declaraciones recogidas por Ayuda a la Iglesia Necesitada, el Padre Apollinaire Cibaka Cikongo, profesor en el seminario mayor de Cristo Rey, lamentó el silencio cómplice del mundo sobre las continuas violaciones contra los derechos humanos en Congo.
“La Iglesia es la única voz autorizada del país y, en consecuencia, nos encontramos en primera línea. Los medios de comunicación están todos alineados con el Gobierno y la oposición es débil y está fragmentada en al menos 600 partidos políticos diferentes”, señaló.
El sacerdote explicó que los fallecidos como consecuencia de la represión estaban asistiendo a Misa. “Los fieles asistían a la Santa Misa cuando los soldados abrieron fuego”, denunció.
El Padre Cikongo indicó que la voz de la Iglesia local y de la comunidad católica no basta para solucionar la crisis, ya que el presidente Kabila cuenta con el apoyo de los países occidentales y de superpotencias como India o China.
En este sentido, denunció que estos países protegen al Presidente a cambio del control de los recursos naturales del país como las minas de diamantes o de minerales empleados para la fabricación de componentes electrónicos.
En sus declaraciones, el sacerdote también advirtió de la urgencia de una intervención de la comunidad internacional para poner fin a la violencia y para forzar al Presidente Kabila a renunciar al poder. “Todos saben perfectamente lo que está sucediendo. Pero, puesto que nuestros sufrimientos significan los beneficios de otros, el mundo entero prefiere refugiarse en un silencio cómplice”.