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El derrumbe de los jesuitas chilenos: desde las primeras acusaciones de abusos hasta el caso Berríos
Por Marcos Sepúlveda- Interferencia.cl
Es probable que los jesuitas sean una de las congregaciones más poderosas en Chile: tienen decenas de colegios, una universidad y una serie de fundaciones, en donde se vinculan con empresarios y políticos de derecha y de izquierda. Pero su credibilidad ha ido a la baja, cuando en menos de 20 años, ha acumulado 17 religiosos denunciados por abusos sexuales y con la pérdida del favoritismo que por años le tuvo la élite.
En sus más de 500 años de historia, los jesuitas han sido expulsados y perseguidos por diversos estados e imperios. Han vivido entre la alabanza y la crítica, siempre en la polémica, debido a su mandato de lealtad incondicional al Papa. Fundada por San Ignacio en 1534, la Compañía de Jesús se expandió rápidamente en el planeta y se hizo cargo de evangelizar el ‘Nuevo Mundo‘ -América- en donde fueron de los primeros en instalar iglesias, universidades y colegios.
En menos de 500 años pasaron de ser una congregación nacida al calor de la Contrarreforma a liderar la Santa Sede desde 2013, con la elección del argentino Jorge Bergoglio como Pontífice, cuyo nombre es ahora Francisco.
Los 15,000 jesuitas que existen en el mundo lideran instituciones tales Radio Vaticana; el Observatorio Astronómico Vaticano; el Movimiento de Educación Popular Fe y Alegría que cuenta con 2,600 centros en América.
Los jesuítas llegaron a Chile en 1593 para encargarse de la educación, fundando escuelas a lo largo del país. En este aspecto, siempre han estado cerca de la élite nacional y del poder y a pesar de tener, durante el siglo XX, un fuerte acento en los temas sociales, sus colegios han sido históricamente de costosas matrículas. Por sus aulas han pasado más de 200 personajes relevantes de historia reciente chilena, entre los que destacan Radomiro Tomic y Bernardo Leigthon, dirigentes histórico de la DC; el ex ministro del interior de Michelle Bachelet, Jorge Burgos (DC); el ex canciller Mariano Fernández (DC); el ex ministro de Sebastián Piñera y director de empresas, Alfredo Moreno; el ex ministro de Hacienda, Felipe Larraín; el ex líder de la UDI, Pablo Longueira, entre otros que se han formado en “el espíritu ignaciano”.
Actualmente, los jesuitas cuentan con 21 establecimientos educacionales de Antofagasta a Puerto Montt, en su mayoría privados, los cuales educan a 18,609 estudiantes, tienen más de 1,800 docentes y un poco más de 130 sacerdotes. Además son sostenedores de la Universidad Alberto Hurtado, adscrita al sistema de gratuidad, la que cuenta con 7,902 estudiantes y 1,205 académicos. Esta casa de estudios recibió en 2019: $2,254’0779,721 millones de pesos por concepto de beneficios estudiantiles pagados por el Estado.
Sin embargo, su predominancia en el proceso educativo de la élite chilena ha bajado frente a nueva congregaciones más nuevas que han apuntado a satisfacer la demanda de escuelas para las élites, con una línea más conservadora, como lo son el Opus Dei y los Legionarios de Cristo.
Las instituciones jesuitas
La congregación también controla el Hogar de Cristo, el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), la Fundación Vivienda, Infocap, Techo para Chile, Espacios Mandela, y Súmate, entre otras organizaciones. Tres de ellas fueron lideradas y consagradas por sacerdotes que se encuentran condenados o denunciados por abusos sexuales: Renato Poblete y Felipe Berrios. A la vez, en sus directorios tienen sentados importantes empresarios y políticos, tanto de izquierda como de derecha, quienes suelen recalar ahí cuando finalizan sus carreras, por ejemplo, María José Zaldívar, que tras renunciar al Ministerio del Trabajo se integró al directorio del Hogar de Cristo.
El 26% de los directores de las fundaciones mencionadas provienen de compañías tales como Arauco, Butterfly y Parque Arauco. Un 25% viene de algún cargo político ostentado en los últimos 22 años, aunque principalmente se concentran en los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. Personeros como Máximo Pacheco, Silvia Eyzaguirre, Fernando Rojas, entre otros, integran estas juntas directivas.
El Hogar de Cristo es presidido por Alejandra Mehech, ex gerenta del Banco Santander y actual directora de Watts; el SJM es comandado por el economista de la Universidad de Chile, Joseph Ramos; Techo es liderado por el jesuita José Yuraszeck y vice presidido por la ex presidenta del directorio de TVN, Ana Holuigue. Hasta septiembre de 2021, Infocap o “la universidad del trabajador” estaba liderado por el vicepresidente de SQM, José Miguel Berguño.
Otros nombres que se destacan son: Carmen Gloria López, vicepresidenta del Hogar de Cristo y exdirectora ejecutiva de TVN; María José Zaldívar, directora de Hogar y ex ministra del Trabajo de Piñera; Bárbara Etcheberry, directora de Techo y esposa del ex gerente general de Falabella Sandro Solari; Máximo Pacheco, director de Súmate y ex ministro de Energía de Bachelet; y, Sylvia Eyzaguirre, directora de Súmate y ex asesora de diversos ministerios durante la presidencia de Piñera.
Estas instituciones han recibido más de 99 mil millones de pesos del Estado desde 2016, según la web de Presupuesto Abierto. En 2021, el Hogar de Cristo recibió 18 mil millones de pesos, lo que representa un poco más del 35% de sus ingresos totales, los que ascienden a 51 mil millones de pesos.
Una organización en la que el Estado ha ido aumentando su apoyo ha sido Techo, la cual pasó de recibir 23 millones en 2016 a más de 2 mil millones en 2021, según Presupuesto Abierto. En su mayoría, estos recursos vienen dados por el ministerio de Vivienda y Urbanismo.
Al ser la gran parte de los colegio privados, tan solo reciben aportes para sostener los colegios que administran las fundaciones: Súmate, Cerro Navia Joven, Educacional Pudahuel y fundación Loyola; las que educan a cerca de 5 mil estudiantes, en su mayoría vulnerables y pertenecientes a la zona poniente de Santiago. Estas en 2021 recibieron $6,052’650,535 millones de pesos.
La caída
Los rumores de pasillo en la iglesia ya tenían como foco, hace tres años, a Felipe Berríos. El rumor se concretó este 29 de abril, cuando la Fundación para la Confianza presentó una denuncia canónica en el Arzobispado de Santiago en contra del jesuita Felipe Berrios, por presunto abuso sexual a tres menores de edad mientras era capellán de un colegio del sector oriente de la capital. Berrios trabajó en los colegios femeninos Carampangue, La Maisonette y Villa María Academy, por lo que se presume que las presuntas víctimas eran niñas o adolescentes en esos años.
Por años, Berríos fue una voz progresista en una Iglesia que desde el 2010, cuando explotó el caso Karadima, no ha parado de perder credibilidad. Sus palabras críticas y con un acento en las clases bajas hicieron eco en sectores progresistas de la Iglesia y también de la política. Sus aventuras como misionero en África, en Techo, en el campamento la Chimba de Antofagasta y su postura contra los abusos en la iglesia lo hicieron gozar de amplia credibilidad. Con esta denuncia, dicha credibilidad se resquebraja.
Berríos se suma, así, a una lista de 17 sacerdotes denunciados al interior de los jesuitas y a los 362 que se registran en la Iglesia Católica chilena, cifra que generó que el Papa Francisco enviara a Charles Scicluna a investigar estos temas en 2018.
Sin embargo, el tema no es nuevo para la congregación. Los primeros antecedentes de jesuitas vinculados con abusos se remontan a 1953, cuando por orden de San Alberto Hurtado la compañía envió al sur al sacerdote Eduardo Cádiz, por realizar abusos sexuales a menores, a quien expulsaron en abril de 1954.
“No sé cuánto tiempo tardó -¿semanas, meses?- en darme besos en la soledad de ese estudio (…) pronto pasó de los simples besos a situaciones más escabrosas, más inequívocas, más carnales”, relató el ex diplomático y escritor Jorge Edwards, quien en 1942, cuando tenía 11 años y estudiaba en el Colegio San Ignacio de Alonso Ovalle, fue abusado por Cádiz. Esto no se conoció hasta el año 2012, cuando publicó su autobiografía Los Círculos Morados.
La primera denuncia pública conocida contra un jesuita data del 2005, contra Juan Miguel Leturia, acusado de “medir el pene” de los estudiantes bajo la excusa de una investigación científica, hechos que perpetró en Santiago y Osorno entre los años 1980 y 1990. El patrón de ocultamiento de estos casos en la iglesia también se dio en el caso de Leturia; la congregación tenía antecedentes sobre él desde 1997, cuando decidieron enviarlo a Estados Unidos, con el pretexto de tratar su alcoholismo. A su regreso se le prohibió trabajar con menores, según revela el medio BishopAccountability.
El caso de Leturia fue investigado por la Fiscalía Metropolitana Oriente, pero el agresor falleció en 2011, sin condena judicial pero sí con una condena por juicio canónico. Esto dejó con un mal sabor de boca a la congregación, ya que hasta ese momento no se habían destacado casos de abusadores de menores de edad entre los jesuitas, en medio de los escándalos de una Iglesia cada vez más en crisis con los casos de Fernando Karadima y Cristián Precht. Si bien con el caso de Leturia el escándalo mediático fue menor, la salida del provincial Eugenio “Keno” Valenzuela, que dio “un paso al costado” argumentando “cansancio”, levantó sospechas.
Poco después, en 2014, su sucesor, Cristián del Campo, dio a conocer una noticia que rompió la paz de la compañía: Valenzuela había cometido “conductas imprudentes”. Ex seminaristas habían denunciado abusos de conciencia y tocaciones. Éstas habían llegado a la congregación a finales de 2010, pero nunca se instruyó una investigación previa y quedaron guardadas en un escritorio.
Valenzuela no era cualquier persona en la Iglesia. Para muchos, era un modelo espiritual a seguir entre los jesuitas. Había sido formador por más de 10 años del Seminario de Padre Hurtado, en donde formó al 24% de los sacerdotes activos de la orden. “Era el sostén espiritual de la compañía”, comenta un ex jesuita.
Los antecedentes se remitieron a la Congregación para la Doctrina de la Fe, la que concluyó no iniciar un proceso canónico, pero sí delegó en Del Campo la responsabilidad de “determinar medidas conforme a las faltas existentes”. Posteriormente, Valenzuela pudo seguir haciendo misa, fue suspendido de realizar acompañamiento espiritual y actividades pastorales en público por tres años. Se recluyó en la Residencia San Ignacio, contínua al Colegio San Ignacio Alonso Ovalle, en donde se dedicó a labores de enfermería y tareas domésticas. El 19 de agosto de 2015, la Congregación para la Doctrina de la Fe decidió no abrir un proceso canónico en su contra, dejando a juicio del Superior General de la Compañía de Jesús determinar sanciones, la cual fue igual a la impuesta en 2014. A punto de vencer este castigo, llegó una nueva denuncia en contra de Valenzuela, la cual fue declarada verosímil, lo que generó finalmente su expulsión del sacerdocio, en noviembre de 2019.

Otros casos de abusos
El secretismo y la ocultación de antecedentes sobre abusos fue la impronta que dejó Valenzuela entre los jesuitas. Durante su provincialato (2008-2013) se conocieron las denuncias en contra de Jaime Guzman y Raúl González, ambos sancionados en 2012, lo que recién se conoció públicamente en 2018. Los dos casos incluyeron acusaciones por tocaciones de trasero y genitales de niños y fotografiarlos desnudos mientras se bañaban en la casa de retiro del Colegio San Ignacio del Bosque, antecedentes que llegaron en 2010 en contra de Jaime Guzman, capellán del colegio entre 1985 y 1995.
Guzmán se destacaba en organizar retiros al Cajón del Maipo, momento que aprovechaba para fotografiar a sus estudiantes desnudos. Ex alumnos recuerdan que tenía álbumes llenos de fotos que solo mostraban el pecho o los genitales de los jóvenes y también imágenes de grupos de personas desnudas, según señalaba La Tercera en 2018.
“Todos los martes, el cura del Colegio San Ignacio El Bosque, Jaime Guzmán Astaburuaga, publicaba las fotos en un mural”, señaló el conductor de televisión y ex alumno del colegio, José Miguel Viñuela, en medio de la visita del Papa Francisco en 2018 cuando conducía el programa Mucho Gusto de Mega, uno de los programas más vistos en la televisión en ese momento.
Tras estas declaraciones, de inmediato salió el ex rector del San Ignacio, Fernando Montes, quien dirigía el colegio mientras Guzmán se paseaba con la cámara de fotos, a exigir que los denunciantes se acercaran a esclarecer los hechos. La verdad es que los hechos ya eran conocidos para la congregación. Los jesuitas sabían de la conducta de Guzmán desde el año 1995, cuando Juan Díaz, entonces rector de la escuela, abrió una investigación en su contra. Todo quedó en secreto, mientras Guzmán fue enviado entre 1997 y 2004 a Maryland, provincia eclesiástica en donde la orden abusó de más de 1000 niños.
El 30 de enero de 2018 los jesuitas abrieron una investigación canónica que terminó con Guzmán expulsado de la congregación en febrero de 2021.
El ex laico de Osorno, Juan Carlos Claret, relata en su libro Criminales que desde 1999 la compañía conocía que Raúl González había violado en tres ocasiones a un menor de edad mientras vivía con los sacerdotes Jaime Guzmán y Leonel Ibacache, en Valparaíso. Valenzuela lo trasladó en 2012 a la Residencia San Ignacio en Santiago, para colaborar en labores domésticas de su comunidad religiosa y con la prohibición de desempeñar actividades con menores de edad. Esta casa se encuentra a menos de 100 metros de un colegio.
A los 87 años, González falleció sin ser expulsado del sacerdocio ni condenado por abuso sexual. “Hasta la fecha a la víctima nunca se le pidió perdón ni se preocuparon de él de la manera en que lo necesitaba”, señala Claret en su libro.
En 2012 Helmut Kramer fue a golpear la puerta de los jesuitas para contar que el sacerdote jesuita Leonel Ibacache abusó de él en 1983, mientras preparaba su primera comunión. El provincial le cerró la puerta en la cara. No fue escuchado hasta el 19 de abril de 2018, cuando se inició una investigación canónica e Ibacache fue apartado del trabajo con menores. Un año más tarde fue expulsado y en septiembre de 2020 falleció.
Durante la investigación se logró comprobar que Ibacache abusó de cinco menores de edad durante su estancia en los jesuitas, en Santiago, Antofagasta y Puerto Montt. Entre los denunciantes se encontró el mismo Felipe Berrios, quien señaló que Ibacache abusó de su hermano mientras estudiaba en el San Ignacio del Bosque.
El viaje del primer Papa Jesuita a Chile, a principios del 2018, contempló un encuentro privado con los sacerdotes de la congregación y una visita al Hogar de Cristo. Los sacerdotes de la compañía se pasearon por todos los medios de comunicación hablando sobre los temas que abordaría Francisco en Chile: pobreza, derechos sociales, justicia, respeto a los pueblos originarios, desigualdad. Todo esto se fue apagando por el escepticismo de los chilenos, y del mismo Papa, frente a los abusos de la iglesia chilena. La visita fue considerada un fracaso ante la baja convocatoria de fieles, y la incomodidad del Papa frente a preguntas relacionadas a abusos sexuales de sacerdotes.
Tras la visita,se generó una fuerte alza de acusaciones a religiosos por diversos abusos. La cifra llegó a 212 sacerdotes denunciados por abusos sexuales hasta fines del 2020; entre ellos siete jesuitas: Juan Miguel Cárcamo, Leonel Ibacache, Renato Poblete, Felipe Denegri Morales, Gerald Fitzpatrick, Eduardo Ponce y Alejandro Longueira.
En mayo de 2018, cayó el director del Centro de Espiritualidad Jesuita, Juan Pablo Cárcamo. Psicólogo de la orden y autor de varios libros de autoayuda qué aún se leen en diversos retiros espirituales de la congregación, fue acusado por una religiosa por abusos de conciencia y transgresión en el ámbito sexual. El patrón de ocultamiento entre los jesuitas se repitió en este caso: la curia conocía los antecedentes desde 2016, pero no fue hasta junio de 2018 cuando decidió prohibirle que realizara acompañamiento espiritual. Tras descubrirse dos nuevas denuncias, la prohibición se elevó a diez años, en marzo de 2019. Cárcamo aún sigue siendo jesuita y se desconoce en qué estado se encuentra el proceso canónico o penal.
Otro caso que no se pudo acreditar, pero que fue enviado a la Congregación Para la Doctrina de la Fe, fue la denuncia presentada por un menor de 17 años en contra de Eduardo Ponce, por una acción de connotación sexual mientras se desempeñaba en Puerto Montt.
Durante estos años la congregación en Chile se ha visto salpicada por el escándalo de los jesuitas alemanes, ya que los sacerdotes Peter Riedel y Wolfgang Statt fueron enviados a Chile tras conocerse denuncias en su contra. Según Deutsche Welle, Peter Riedel abusó de mujeres menores de edad tanto en Alemania como en Chile, en particular en Arica y en Santiago, al alero de los jesuitas.
Statt realizó labores pastorales en Arica entre 1985 y 1992, año en que renunció a los jesuitas para radicarse definitivamente en el país. 18 años después, se supo que en su carta de renuncia había confesado conductas abusivas, según relató Der Spiegel en 2010. Un día antes de hacerse pública la denuncia, el ex religioso abandonó el país. Aún se desconoce si es que existen víctimas chilenas, a pesar que las autoridades solicitaron al embajador de Chile en Berlín recabar mayores antecedentes.
No sólo religiosos han cometido abusos en los recintos jesuitas, también existen denuncias en contra de Julio César Barahona y Alejandro Antúnez, ambos profesores acusados de tocaciones en el colegio San Ignacio del Bosque, mientras Fernando Montes era rector.
Barahona se desempeñó como director de estudio y seminarista. Era conocido por organizar “campeonatos” de masturbación y por tocarle el pene a jóvenes mientras les gritaba “¡Esto te controla!”. Tras una protesta de estudiantes, fue trasladado a la diócesis jesuita de Arica, en donde el obispo Ramón Salas lo nombró director espiritual del colegio San Marcos. Los “campeonatos de masturbación” continuaron hasta que el teólogo Paul Endre, entonces estudiante, denunció los hechos, lo que generó que Barahona no fuera nombrado sacerdote. Barahona siguió haciendo clases en otros colegios religiosos sin ninguna sanción, hasta el 2019, cuando fue detenido por posesión de pornografía infantil en Rancagua.
El caso Poblete
Los cimientos de la orden se terminaron de remover en febrero de 2019, cuando llegó hasta la Comisión Escucha un testimonio de abuso en contra del fallecido Renato Poblete. Poblete gozó en vida de una gran popularidad: fue un estrecho colaborador de San Alberto Hurtado, cercano a la familia Edwards dueños de El Mercurio y mientras fue capellán del Hogar de Cristo, entre 1982 y 2000, las sedes de la institución se multiplicaron. Tal fue su cercanía con la familia Edwards, que fue negociador entre ellos y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez en 1991, para que liberaran a Cristián Edwards.“No sólo me violó (…) me llevaba donde otros amigos para que me violaran y golpearan mientras él miraba”, señaló la denunciante Marcela Aranda, en una entrevista a Meganoticias. Ambos se conocieron en 1987, mientras ella buscaba un acompañante espiritual.
Una huella imborrable en su memoria dejaron las tres ocasiones en que la obligó a abortar. “Son tres niños que yo nunca pude abrazar”, declaró en su única entrevista televisiva. Tras alejarse del sacerdote en 1993, puso en conocimiento de los hechos al superior de la orden, Juan Ochagavia, quien no hizo nada.
Tras meses de investigación, se dio con el paradero de 21 denunciantes en contra de Poblete, seis parejas estables y 22 relaciones aparentemente consentidas. El informe realizado por Waldo Bown no acreditó la existencia de encubrimiento, a pesar que Juan Ochagavia conoció antecedentes que no puso a disposición de la justicia. La orden se negó a entregar entregar a tribunales todos los antecedentes penales de los que tuviera conocimiento, limitándose a compartir con el Ministerio Público sólo un resumen ejecutivo. Por ese motivo sus dependencias fueron allanadas en octubre de 2019.
En medio de la polémica, se conocieron los casos de los fallecidos Felipe Denegri y Gerald Fitzpatrick. Ambos fueron acusados de abusar sexualmente de un mayor de edad en la década de los noventas. En el caso de Denegri, las acusaciones fueron declaradas verosímiles y probables, mientras que a Fitzpatrick no se pudieron acreditar por la falta de información.

“Fue un acto de niño taimado”: la tensión que genera en los jesuitas la renuncia del sacerdote Felipe Berríos
Por Catalina Batarce- Diario La Tercera de Chile.
Gran revuelo causó la divulgación de la carta que envió Felipe Berríos (65) oficializando su renuncia a la Compañía de Jesús, congregación a la que pertenece hace 45 años. Porque aún cuando era una definición que había adoptado hace semanas -y así lo publicó La Tercera Sábado- a varios tomó por sorpresa la forma en que lo hizo, pues este tipo de procesos, en el caso de otros consagrados, se habían dado en mayor sintonía con las autoridades de la Compañía de Jesús y, principalmente, sin grandes cuestionamientos públicos de por medio. Por lo demás, su paso al costado no se ha materializado y sigue siendo jesuita.
Lejos de la modalidad a la que estaban acostumbrados en el torno de esa comunidad, el sacerdote informó sólo días antes su decisión a sus superiores, sin que existieran instancias de reflexión conjunta, y esbozando fuertes reproches en contra de la entidad. Esto último, como manifestó, por la forma en que la congregación le dio curso a la investigación canónica en su contra tras recibirse denuncias por “actos de connotación sexual” que lo acusaban, y que luego fueron catalogadas como “verosímiles” por parte de la abogada María Elena Santibáñez, encargada de la investigación previa canónica. Nunca estuvo conforme, además, con que se le impidiera retornar a su hogar, en el campamento Luz Divina en Antofagasta.
“No comprendo por qué el gobierno de la provincia insinúa en sus declaraciones que se me ha investigado por hechos que podrían constituir delitos graves. Esta difícil situación no solo ha sido tremenda en sí misma, sino que, además, se suma el modo en que el gobierno de la provincia ha actuado en relación a mí”, dijo en la carta que compartió, agregando que el Provincial Gabriel Roblero estuvo lejos de apoyarlo: “Ha tenido actitudes objetivas y comprobadas en que ha optado más por cuidar la imagen de la institución y su propia persona, que la búsqueda de la verdad y la justicia”.
Ante este escenario las dudas y especulaciones se han incrementado. El ex sacerdote jesuita Juan Carlos Bussenius asegura a La Tercera PM que es “del todo extraño” como han sucedido las cosas en este caso, aunque asegura que Berríos -a quien conoce desde hace años- siempre se caracterizó por hacer todo “a su pinta”.
“Sabiendo que está en una situación de acusación de orden canónico, no es llegar e irse. En estos casos hay que proceder con mucho cuidado y me parece muy imprudente lo que está haciendo”, comenta.
Según explica, para renunciar a la Compañía, además de la necesidad de que existan una serie de conversaciones con el Provincial en torno a las razones, debe enviar una carta al Padre General de la entidad para que se analice su caso y le acepten o no la petición. Señala, asimismo, que dado que Berríos es “profeso”, o sea que tiene un voto especial al Papa, debería, antes que cualquier cosa, esperar un permiso que le permita vivir fuera de la congregación en tanto se resuelve su solicitud de renuncia, lo cual finalmente zanja la Curia General de la comunidad religiosa, que está en Roma.
“Por esos puntos yo digo que llama la atención el empecinamiento de Felipe de seguir con su propia visión del asunto, aún cuando su voto de obediencia está vigente, y en un acto como de niño taimado quiere llegar e irse. Eso no corresponde”, reflexiona Bussenius.
Si bien se entiende que una persona no puede ser obligada a mantenerse en una congregación -o en otro espacio-, desde la perspectiva administrativa, la abogada Anastasía Assimakópulos, profesora de Derecho Canónico de la Universidad de los Andes, explica que, considerando que “hay todo un estatuto jurídico para los religiosos que los ayuda a llevar el estilo de vida propio de su posición en la Iglesia”, no porque él renuncie eso corre de inmediato.
“Acá debe haber un proceso donde él tiene que entregar sus razones, hay un periodo de discernimiento, de ayuda, porque se está en una orden en que el centro se pone en la caridad, en el cuidado de cada persona. Entonces, esto no es automático”, comparte la profesional.
Dado que Felipe Berríos hoy sigue sujeto a “medidas cautelares” impuestas por el Provincial producto de las denuncias en su contra, y que son las que le impiden volver a Antofagasta, Assimakópulos explica que, si llega a irse, no procederían sanciones, aún cuando en la práctica sigue siendo sacerdote jesuita. “No se soluciona el problema aplicando una sanción. Este es un derecho que busca que las personas se acerquen más a Dios y, a veces, una sanción pueda terminar alejándolo más, porque, por lo demás, la investigación canónica va a seguir igual (…) No lo pueden obligar a no estar en La Chimba”, sostiene.
Por otra parte, es necesario considerar que, como hasta ahora, Berríos no ha manifestado intención de dejar el sacerdocio, sino que sólo la Compañía, la abogada detalla que, para seguir ejerciendo, deberá ser aceptado por algún obispo para que se incardine en dicha diócesis. No puede ser aceptado en otra instancia, eso sí, mientras no salga formalmente de su congregación actual.

Los reparos de la Compañía
Si bien hechas públicas las intenciones del aún sacerdote la Compañía de Jesús informó que lamentaba la decisión, durante la tarde del jueves el Provincial Gabriel Roblero compartió con la comunidad una carta de tres carillas donde profundizó en el asunto y, de paso, defendió las labores realizadas por la congregación ante las denuncias recibidas.
Ahí, en primer punto, aseguró que conversó presencialmente con él el jueves 17 de noviembre y que, en la instancia lo animó “a ser paciente, a que no se apresurara, que fuera prudente en lo que hiciera y pudiera esperar la decisión que viniera desde la Santa Sede respecto a la situación canónica en que se encuentra”.
En línea, aseguró que durante todo el proceso “Felipe fue informado de la denuncia principal y de todas las otras denuncias que se recibieron en su contra, pudiendo responder a cada una de ellas, lo que además hizo asesorado por un abogado de su confianza, que él mismo eligió, asistiendo en cuatro oportunidades ante la investigadora”.
Reiteró, en el mismo tono que las denuncias “se tratarían de hechos ocurridos entre los años 1993 y 2009, que habrían afectado a siete mujeres entre los 14 años, la más pequeña, a 22 o 23 años la mayor de ellas. Tres de estas conductas habrían sido cometidas en retiros de colegios, dos en trabajos voluntarios (en un caso, de secundarios, y en el otro, de universitarios). Finalmente, en tres casos se trataría de hechos ocurridos dentro de la celebración del Sacramento de la Confesión. Los hechos que involucran menores de edad y el sacramento de la Confesión son de los delitos más graves en la legislación de la Iglesia”.
De esta forma, reiteró que Berríos ha contado con todas las garantías y que lo han mantenido en Santiago para resguardar el proceso. “Nos permite cuidar a todos los intervinientes en este proceso, incluida la integridad física del propio Felipe. El procedimiento de investigación previa canónica no termina con las conclusiones de la investigadora, sino con la decisión del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Por tanto, prudentemente, no corresponde modificar las medidas cautelares en esta etapa. Por otra parte, habría sido impresentable que, habiendo resultado 7 hechos denunciados como verosímiles, 3 de ellos con menores de edad, se le enviará a vivir solo a La Chimba”, recalcaron.

Caso Rupnik: El vicario del Papa habla de las denuncias de abusos
La diócesis de Roma critica la actitud de los medios de comunicación y asegura su plena colaboración para esclarecer el asunto
Por Ary Waldir Ramos Díaz– www.es.aleteia.org
El cardenal Angelo De Donatis emitió un comunicado para aclarar su posición y la de su diócesis, respecto al caso del padre Marko Rupnik (23.12.2022).
De Donatis, Vicario del Papa Francisco en Roma, rompió el silencio tras ser señalado por su amistad personal y conferir algunos encargos a padre Rupnik.
El cardenal italiano se pronunció sobre las acusaciones de abusos que pesan contra el jesuita.
Las víctimas exigían palabras de solidaridad y de rechazo contra los abusos de poder y sexuales aducidos al comportamiento del sacerdote esloveno, mientras dirigía ejercicios espirituales.
De Donatis reaccionó con una critica a las «acusaciones vertidas en los medios de comunicación» y sostuvo que quiere colaborar para encontrar la verdad.
El padre Rupnik, famoso artista esloveno de mosaicos expuestos en varias iglesias y capillas en el mundo, está implicado en otros casos de abusos que presuntamente cometió en la década de 1990 contra varias monjas en Italia y Eslovenia.
Casos prescritos
Doctrina de la Fe declaró en octubre de 2022 que las denuncias en cuestión se referían a casos prescritos. No obstante, la Compañía de Jesús mantuvo medidas contra él. Y ha pedido a otras víctimas que den un paso adelante y denuncien.
Mientras tanto, en Eslovenia, los obispos del episcopado ya han condenado los «actos inaceptables del padre Rupnik, deplorando que hayan permanecido ocultos durante tanto tiempo».
«Toda la Diócesis de Roma, ante esta desconcertante comunicación, sobre todo mediática, que desorienta al Pueblo de Dios, vive estas horas con preocupación y consternación, consciente de la extrema delicadeza de la situación, que -hay que reiterarlo- ha sido ampliamente tratada en sedes judiciales completamente ajenas a la jurisdicción del Cardenal Vicario».
También indica el cardenal De Donatis que el caso de Rupnik «ahora está siendo gestionada por los jesuitas». Por tanto, pone el énfasis en que el esclarecimiento no es cosa de la diócesis de Roma. En años pasados, De Donatis encargó a Rupnik, la remodelación de la capilla del seminario mayor.
Búsqueda de la verdad
La declaración de la diócesis de Roma adopta una perspectiva reacia y a la defensiva en relación con las denuncias publicadas en los medios de comunicación y pide apegarse a la «verdad».
«Los juicios que vemos que muchos difunden con especial vehemencia, no parecen manifestar ni un criterio evangélico de búsqueda de la verdad, ni un criterio básico en el que se fundamenta cualquier Estado de Derecho, a verbis legis non est recedendum»
«Consciente de la extrema delicadeza de la situación» , el cardenal vicario asegura que sólo recientemente tuvo conocimiento de los asuntos revelados. También recordó que no es la diócesis la que tiene competencia para tratar este caso. No obstante, el cardenal De Donatis asegura a la Compañía de Jesús y a las autoridades superiores «toda la colaboración necesaria» en la gestión de este caso.
«En particular, la Diócesis de Roma asegura toda la colaboración necesaria con la Compañía de Jesús y los Superiores para la aplicación del Decreto Prot. DIR-SOLI 22/005 de 16 de diciembre, firmado por el Delegado DIR, Padre Johan Verschueren SJ, dentro de los términos del derecho canónico».
Oficios canónicos diocesanos de Rupnik en Roma
Al mismo tiempo, indica que el jesuita Rupnik no tendrá más remedio que abandonar sus dos encargos oficiales con la diócesis de Roma: «Esto implicará probablemente, entre otras cosas, una serie de medidas con respecto a los oficios canónicos diocesanos -los únicos sometidos directamente a la autoridad del Cardenal Vicario- con los que el Padre Rupnik sigue investido, en particular el de Rector de la Iglesia de San Felipe Neri en el Esquilino y el de Miembro de la Comisión Diocesana para el Arte Sacro y el Patrimonio Cultural».
«La Diócesis de Roma –continúa el comunicado- también es consciente de la necesidad de reflexionar y posiblemente tomar medidas con respecto a una actividad que ya está en marcha desde hace muchos años por el padre Rupnik y sus Colaboradores también en nuestro ámbito diocesano: se trata del conocido ‘Centro Aletti’, puesto en marcha a principios de los años 90, que luego se desarrolló y creció bajo la autoridad de la Compañía de Jesús y finalmente se convirtió, el 5 de junio de 2019 (cf. Decreto Prot. n. 349/19), en una Asociación Pública de Fieles de la Diócesis de Roma, de la que la Dra. Maria Campatelli es actualmente Directora».
Excomunión retirada
El caso del padre Rupnik sacude no solo la diócesis de Roma, también da un coletazo que implícitamente toca al papa Francisco. Esto debido a que el jesuita Rupnik está implicado en varios casos de abusos, oficialmente se habla de nueve casos, pero ya hay fuentes eclesiales que extienden las víctimas a 20 mujeres adultas.
Uno de los casos de abuso se refiere, según sus superiores de la Compañía de Jesús, a la «absolución de un cómplice» en 2015 durante una confesión, un hecho grave que motivó un decreto de excomunión en mayo de 2020 por parte del dicasterio para la Doctrina de la Fe, sanción levantada pocos días después.
Algo que fue señalado por observadores como un «indulto» papal, pues es el Obispo de Roma quien tiene autoridad de levantar tal condena. La legítima autoridad, sin embargo, puede considerar oportuno declarar la excomunión o no en breve: por lo tanto, se debe distinguir entre excomuniones latae sententiae declaradas y no declaradas.
La que fuera secretaria de la fundadora de la Comunidad Loyola denuncia los muros que las religiosas abusadas encontraron en Eslovenia y en Roma
Por MATEO GONZÁLEZ ALONSO- Revista VIDA NUEVA.
Mientras los diferentes organismos que tienen bajo su tutela al conocido artista jesuita Marko Ivan Rupnik tras diferentes acusaciones de abusos, con demasiada lentitud y poca claridad para algunos, el diario italiano Domani ha publicado una entrevista con otras de las víctimas abusadas por el sacerdote. En esta ocasión se trata de una religiosa que fue secretaria de Ivanka Hosta, la fundadora y superiora general de la Comunidad Loyola en Eslovenia. Una comunidad y una religiosa sobre las que, a día de hoy, no constan investigaciones o medidas canónicas específicas.
Falta de confianza en la superiora
La religiosa, cuyo nombre se mantiene en el anonimato, tiene actualmente 60 años y responde al periódico como hizo en hace unos días otra religiosa italiana que dio amplios detalles de los abusos sexuales y de conciencia sufridos tanto en el estudio del jesuita en Roma como en la comunidad en Eslovenia. Un testimonio en el que llegaba a afirmar que podrían ser una veintena las religiosas que habían sufrido abusos por parte del padre espiritual de la fundación.
En el nuevo testimonio se apunta a la complicidad, con su silencio, de las autoridades eclesiásticas y de los jesuitas en este caso. La religiosa fue del grupo inicial que se formó en Liubliana en 1984 y en a sus 25 años profesó sus votos perpetuos junto a seis hermanas, entre ellas la superiora Hosta. De ella relata que “Rupnik nos decía que Ivanka tenía el carisma pero que no lo sabía transmitir, que solo él podía interpretar este don y transmitírnoslo a las hermanas”, creando así de esta manera “un muro entre Ivanka y las otras hermanas de la comunidad que de esta manera no podían confiar ella” impidiendo una “relación sincera” entre la superiora y las hermanas. “Poco a poco, éste se convirtió en el estilo de las relaciones entre nosotros”, lamenta.
Tras cinco años de “gran alegría” en la comunidad, descubrió la realidad de los abusos en 1989 cuando fue enviada a Roma a seguir sus estudios sintiendo “que el principio de mi oscuridad se debía al padre Rupnik”. El jesuita le alejó de una de las hermanas con las que tenía una gran amistad, también prohibió la vistas, cartas y llamadas a su familia. Seguir indicaciones como estas han marcado las relaciones de la religiosa, que tuvo que no ha podido desarrollar “amistades profundas” o justificar a sus padres que no iba a contactar con ellos porque “estaba preocupada por su salvación” y cosas “más tremendas” que añadió otra religiosa encargada de supervisar la misiva.
Arte y artista
Más allá de los recuerdos, confirma que en 1993 llegaron las primeras denuncias de abusos a la mesa de superiora. Ella misma animó a otras religiosas a llevar su historia a Hosta y recuerda a Rupnik “furioso” después de que el arzobispo de Liubliana le alejó de la comunidad tras la denuncia eclesiástica de la primera religiosa –y que la propia secretaria informara directamente al provincial jesuita de entonces–. El alejamiento del jesuita se explicó, cuenta, como una medida para que el carisma pasara del fundador a la comunidad.
Este movimiento, prosigue, hizo que “la comunidad comenzara a funcionar como una verdadera y auténtica secta” aumentando los miedos, la desconfianza, el señalamiento y el control, se analizaban los confesores, la dirección espiritual se confió a hermanas de la comunidad… se analizaban hasta los contenidos de la oración personal. Este “ambiente sombrío” generó numerosas salidas de la comunidad, 19 en pocos años –incluyendo la secretaria–. Más tarde, en 1998 relató su experiencia en la curia general de los jesuitas y se enteró que, poco antes del confinamiento, se había comisariado la comunidad. También lamenta no haber tenido respuestas a las cartas que envío sobre el tema el pasado mes de junio.
Valorando las reacciones de los obispos eslovenos desmiente que ellos “no supieran” entonces ya que el caso llegó al arzobispado y a los jesuitas de Eslovenia y de Roma. “No creían que iríamos tan adelante en las denuncias públicas y han dicho medias verdades para tratar de sobrevivir”, sentencia. Es más, reconoce que “hasta que la Iglesia no comprenda que la condición de abusador de Rupnik está ligada a la de artista, seguirá restando importancia a la gravedad de lo ocurrido”.