¿El neoliberalismo sin fin? La volátil continuidad electoral en Perú
Las elecciones en Perú lucen desde hace tiempo como una «montaña rusa». Tras meses de subidas y bajadas en la intención de voto que agitaron el país, todo termina volviendo al punto de inicio. Hay, además, dos continuidades: por un lado, un patrón de voto en la dimensión territorial que sorprende por su permanencia en lo que va del siglo XXI; por otro, las políticas económicas denominadas «neoliberales» –iniciadas por Alberto Fujimori hace 25 años–, que los dos candidatos que competirán en la segunda vuelta, Keiko Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski, defienden.
Por Iván Lanegra
Julio de 2015. Keiko Fujimori lidera la intención de voto presidencial con 33%, según un reporte de la firma Ipsos. Nacida en 1975 y ex-congresista (2006-2011), es la hija del ex-presidente Alberto Fujimori, quien cumple prisión por diversos delitos cometidos durante su mandato, incluyendo crímenes contra los derechos humanos y de corrupción. En segundo lugar, con 15%, aparece Pedro Pablo Kuczynski. Nacido en 1938 y con una larga experiencia como tecnócrata desde la década de 1960 (incluyendo el cargo de presidente del Consejo de Ministros durante el gobierno de Alejandro Toledo), también trae consigo la imagen de un eficiente promotor de negocios en el sector privado.
Abril de 2016. Keiko Fujimori (Fuerza Popular) gana la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con 33% de los votos emitidos (39% de los votos válidos). Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos por el Kambio, PPK) queda segundo, con 17% de los votos emitidos (21% de los votos válidos) y pasa junto con Fujimori a la segunda vuelta de la elección presidencial. Al mismo tiempo, Fujimori obtuvo 73 congresistas (de 130), es decir, contará con la mayoría absoluta. Kuczynski, por su parte, solo logró 18 congresistas.
¿Nada ocurrió en estos meses? Las elecciones en Perú lucen desde hace tiempo como una «montaña rusa». Tras meses de subidas y bajadas en la intención de voto que agitaron el país, todo terminó volviendo al punto de inicio. Hay, además, dos continuidades: por un lado, un patrón de voto en la dimensión territorial que sorprende por su permanencia en lo que va del siglo xxi; por el otro, las políticas económicas denominadas «neoliberales» –iniciadas por Alberto Fujimori hace 25 años–, que los dos candidatos que competirán en la segunda vuelta, Fujimori y Kuczynski, defienden.
Tras el fin del ciclo de expansión de la economía peruana impulsado en particular por los altos precios de los minerales, durante la segunda mitad del gobierno de Ollanta Humala (del Partido Nacionalista) se experimentó una desaceleración del crecimiento económico. En esto, Perú no estuvo solo: toda la región sufrió la misma tendencia. En términos comparativos, la economía peruana ha tenido incluso un mejor desempeño que sus pares latinoamericanos. Sin embargo, esta situación hizo más evidente el giro dado por el gobierno de Humala, quien, tras prometer en su campaña un cambio del modelo económico, ha defendido abiertamente las políticas económicas que criticó como candidato. Su baja aprobación (menos de 20%) se explica en buena medida por esta causa. Más aún, antes de la votación del 10 de abril, importantes voceros del partido de gobierno (el Partido Nacionalista retiró su candidato presidencial) declararon su preferencia por Kuczynski y descartaron a la candidata de la izquierda, Verónika Mendoza (del Frente Amplio).
Las principales alternativas al inicio de la campaña (Fujimori, Kuczynski y los ex-presidentes Alan García y el mencionado Toledo) se mostraban –con distinto énfasis– comprometidas con la continuidad de las políticas neoliberales. Pero los resultados de los últimos años –sumados al constante descrédito de los políticos peruanos– dejaban un espacio para políticos nuevos y para una opción política crítica del modelo económico. No obstante, esto no lucía fácil de lograr. Un candidato que se presentara como una nueva opción debía, además de aprovechar el desprestigio de los políticos, contar con recursos suficientes para hacer conocida y atractiva su propuesta.
Una elección en tres tiempos
La elección puede dividirse en tres momentos. En octubre de 2015, las encuestas registraron el aumento de la intención de voto por César Acuña, fundador del Partido Alianza para el Progreso. Este partido logró durante los últimos años un crecimiento importante en las elecciones subnacionales, en particular en las ciudades del norte peruano. Acuña, quien amasó una importante fortuna personal gracias al negocio de la educación universitaria, combinó los recursos provenientes de sus inversiones en ese campo con una red de políticos locales, lo que generó un modelo muy exitoso electoralmente. Gracias a ello desplazó al Partido Aprista de un ámbito que este había dominado desde la década de 1930. Incluso ganó en Trujillo, cuna del movimiento fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre. Acuña, nacido en el departamento de Cajamarca (frontera con Ecuador) en 1952, no posee grandes cualidades políticas personales, pero fue capaz de animar la campaña y llegar a ocupar el segundo lugar en las encuestas (con 13%, según la firma Ipsos). Congresista, alcalde y gobernador regional, no es un novato en política, pero resultaba una novedad frente a los otros candidatos.
Aunque Acuña fue objeto de serias acusaciones (incluso afronta actualmente juicios por infracciones cometidas en el ejercicio de sus funciones públicas), estas no parecían afectar su crecimiento en las encuestas. Sin embargo, una muy bien sustentada acusación de plagio en su tesis doctoral, defendida en la Universidad Complutense de Madrid, trajo consigo la crítica unánime de la opinión pública, más aún cuando se hizo público que no era la primera vez que cometía una falta de ese tipo. La acusación hería su imagen como promotor de la educación, algo muy valorado por las familias peruanas. Esto llevó a una caída en su intención de voto, que volvió a los niveles previos a su ascenso, hacia el mes de febrero.
Al mismo tiempo que Acuña alcanzaba su nivel más alto, aparecía un segundo candidato en las encuestas: Julio Guzmán (por el partido Todos por el Perú, al cual se integró recién en 2015). Guzmán, nacido en Lima en 1970, es un economista que trabajó en organismos internacionales y que se desempeñó por un breve periodo como viceministro y luego como secretario general de la Presidencia del Consejo de Ministros en la gestión de Humala. Desde un año antes de la elección, Guzmán venía organizando su participación en las elecciones de 2016. Su estrategia buscó aprovechar las redes sociales –algo que ya había probado con cierto éxito Kuczynski– como plataforma para el lanzamiento público. Guzmán se autocalificó como un outsider y buscó presentarse como un político «nuevo» y crítico de la política tradicional hecha por quienes llamó «dinosaurios».
Fuente: Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 263, Mayo – Junio 2016, ISSN: 0251-3552.
Quiénes y cuánto: una radiografía de los aportantes a la campaña electoral
Terminada la ruta electoral ahora se sabe que los partidos recibieron 7,190 aportes por parte de 3,056 donantes entre personas y empresas.
El 2 de setiembre del 2015 se hizo el primer aporte de esta campaña electoral. Lo hizo la excongresista de Perú Posible Julia Valenzuela.
Fueron S/1,500 en especies, para su nuevo partido Orden que lideró Ántero Flores–Aráoz. Así empezó también la carrera por recaudar dinero en los partidos.
El miércoles la oficina de Fiscalización de Fondos Partidarios de la ONPE reveló que en todo el proceso electoral hubo un gasto de S/66.4 millones.
En total hubo 7,190 aportes, según la propia web de la ONPE. Allí hubo involucrados 3,056 donantes entre personas naturales y empresas.
Número por número
La lista de partidos que recibieron más aportes la encabeza Alianza Para el Progreso con 3,225. Solo Virgilio Acuña, candidato al Congreso, hizo un total de 213 donaciones, que iban hasta los S/89,000.
En segundo lugar se ubica Todo por el Perú, que lideró Julio Guzmán, con 1,036 aportes. En tercer lugar se sitúa Fuerza Popular con 1,035.
Peruanos Por el Kambio aparece muy por debajo con 234. Sin embargo, junto al fujimorismo, son lo que recibieron las más altas donaciones. Por ejemplo, las tres empresas que más donaron (todas S/237,000) fueron a parar en sus arcas.
En el caso del fujimorismo, José Chlimper, candidato a la vicepresidencia, fue el que más dinero aportó a la campaña de Keiko Fujimori. ¿Y Joaquín Ramírez? Entre él y su hermano Osías solo aportaron S/12,600.
Otra familia que aportó, pero esta vez a favor de PPK, fue la Lombardi Elías con más de S/182,000.
Nada de nada
También hubo aquellas agrupaciones a las que el altruismo electoral les pasó de lado. Ese es el caso de Somos Perú, Partido Humanista Peruano, Progresando Perú, Perú Libertario, Perú Nación, Somos Perú, el PPC y Unión por el Perú que no recibieron ni un solo sol.
Un punto aparte es el Apra, que si bien no recibió dinero, pues este fue directamente a la Alianza Popular, figura en la lista de aportantes con S/200,000. Obviamente, este dinero fue para la campaña de Alan García.
Vea aquí la lista completa publicada en el portal de la ONPE de los aportantes a la campaña electoral.
Fuente: Diario Gestión.
El escenario que le preparan a PPK sus aliados de izquierda
Por Jorge Morelli- Diario Expreso.
La invitación de Keiko Fujimori a que los aliados electorales de Peruanos por el Kambio, Verónika y su combo del Frente Amplio, acompañen ahora a Pedro Pablo Kuczynski en la tarea de gobierno contiene una sutil ironía que a nadie le pasa inadvertida. No es sino natural igualmente que, ante el pedido de auxilio de PPK, miembros de la bancada naranja le contesten que busque primero a su aliada (y la ponga a cargo de la seguridad ciudadana).
Esto, porque, en acto de oportunismo sin precedentes, Verónika, mascarón de proa del radicalismo antiminero, anunció sin ningún empacho que primero votaría por PPK y luego dedicaría el resto del quinquenio a tirarle piedras a su gobierno.
He aquí entonces a PPK en medio del mar pidiendo un salvavidas que la izquierda no le va a alcanzar. Verónika anuncia que el Frente Amplio no aceptará ningún ministerio (que nadie le ha ofrecido) lo que no le impide demandarle diálogo sobre sus coincidencias con el programa de PPK, a ver qué puntos podría apoyar su bancada en el Congreso.
Verónika está lista para negociar el entrismo, pero su archirrival, Marco Arana, tiene otros planes. Arana, gallo viejo, llevó a Verónika a la candidatura presidencial para colocarse él, previsoramente, en la lista parlamentaria. Congresista electo hoy -luego de una dura pugna con Juan Regalado-, Arana está sentado en el Congreso a diferencia de Verónika, y será él, y no ella, el interlocutor del gobierno a nombre de la bancada parlamentaria mientras a Verónika no le queda sino tirar piedras desde la calle.
La trampa la confirma la también congresista electa Marisa Glave, a quien no le parece trascendental que Verónika se reúna con PPK. Lo que le parece trascendental es la agenda que le toca consolidar a la bancada de la que Arana y ella son miembros, pero no Verónika. Como Arana, Glave recita que Verónika es una vocera del partido, pero no su lideresa, porque el Frente Amplio tiene “liderazgos múltiples”.
Por un lado el diálogo, por otro la piedra. Seis regiones del sur van al paro el 22 de junio exigiendo la libertad de los antimineros de Tía María (entre ellos el dirigente de las “lentejas”, preso por extorsión). El paro lo convoca la CGTP en Arequipa, Puno, Moquegua, Tacna, Cusco e Ica.
Finalmente, la estocada la pone el colectivo del antifujimorismo “No a Keiko”. Ha acordado en reunión interna exigir a PPK el cumplimiento de los compromisos firmados con ellos. Son siete, suscritos el 30 de mayo pasado con la CGTP y el SUTEP, con los “afectados del conflicto armado interno” y con las víctimas de las “esterilizaciones forzadas”.
Este es el escenario que el radicalismo le tiene preparado a su aliado PPK antes incluso de llegar al gobierno.