La investigación de línea Vygotskiana plantea que los miembros de distintas sociedades difieren en sus formas de interacción y comunicación, lo que los lleva a tener diferentes patrones de desarrollo. Dicho de otro modo, el tipo de interacción entre personas -que tiene raíces históricas y culturales- es un elemento fundamental en el desarrollo de los procesos cognoscitivos, pues estos se asumen histórica y culturalmente situados.
La pertenencia a una determinada cultura influye en los procesos cognoscitivos de las personas de diversas maneras, algunas tan sutiles que pueden no reconocerse a simple vista. Por ejemplo, existen varios estudios que indican que personas de comunidades europeo-americanas urbanas y de clase media suelen tener más interacciones en parejas (diádicas) que en grupos, mientras que personas de otras herencias culturales muestran con mayor frecuencia participación múltiple, simultánea y en grupo. Esto es fácil de entender si recordamos que en comunidades en donde la familia es usualmente extensa -como es el caso de la mayoría de comunidades del Perú- es común que los bebés y niños pequeños sean atendidos por varias personas además de los padres, lo que da a estos niños variadas oportunidades de observar y participar en diferentes grupos y de tener interacciones simultáneas múltiples. En contraste, en comunidades industrializadas donde usualmente sólo la madre u otro adulto (la niñera, etc.) se encarga del cuidado de los niños estos tienen pocas oportunidades diarias de participar en grupos, ya sea con otros adultos o con otros niños. Estas diferencias afectan el proceso de atención de los individuos, pues los preparan según sea el caso para prestar atención a múltiples estímulos a la vez, o sólo a uno.
La investigación también ha demostrado que los niños y niñas de comunidades culturales no industrializadas aprenden sobretodo por observación, a diferencia de los niños de comunidades industrializadas con índices altos y mayoritarios de escolaridad, los que aprenden primordialmente a través de explicaciones verbales. El nivel educativo de los cuidadores (usualmente la madre) afecta la manera en que estos estructuran sus interacciones con los niños: las madres más educadas juegan con los niños asumiendo el rol de “maestras” (juegan enseñando), mientras que las madres con menor nivel educativo no asumen este rol en sus juegos.
Mi colega y amiga mexicana Rebeca Mejía-Arauz ha hecho interesantísimas investigaciones al respecto, que recomiendo leer a quienes estén interesados en el tema. La cito directamente (Mejía-Arauz, 2004, p.2) para explicar lo anterior:
“Varios estudios reportan diferencias en las formas de interacción entre madres con más escolaridad y sus hijos (e.g. LeVine, et al., 1991). Se ha observado que cuando las madres de herencia indígena o Latina han tenido amplia experiencia educativa formal, tienden a interactuar con sus hijos en formas similares a la interacción en salón de clases (jerárquica y de uno a uno). En contraste, las madres indígenas o Latinas con poca experiencia educativa estructuran su participación con sus hijos en forma horizontal-grupal (Chavajay & Rogoff, 2002).”
La propia Mejía-Arauz (2004), utilizando una tarea de origami con grupos de distinta herencia cultural (de herencia Europea cuyas madres tenían 12 o más grados escolares, de herencia Mexicana cuyas madres tenían menos de 11 grados escolares, y de herencia Mexicana cuyas madres tenían una escolaridad de 12 o más grados), encontró apoyo para los resultados de investigaciones etnográficas que indican la prevalencia de interacción grupal y aprendizaje por observación entre personas de comunidades de herencia Mexicana y de otras comunidades Latinoamericanas de herencia indígena, comparadas con personas de herencia Europea entre las que este tipo de interacción y de aprendizaje es mucho menos frecuente.
No está demás enfatizar que estas diferencias culturales y cognitivas repercutirán en la escolaridad de los niños, la que suele exigir -por ejemplo- un sólo patrón atencional o de aprendizaje a niños provenientes de herencias culturales cuyas formas habituales de prestar atención y aprender pueden ser distintas. A partir del reconocimiento de las diferencias culturales debería atenderse a la diversidad de un salón de clases no sólo en el nivel del planteamiento teórico sino sobretodo en el trabajo de aula, con metodologías y estrategias de intervención pedagógica que reconozcan y respeten estas diferencias.
Referencias
Chavajay, P., & Rogoff, B. (2002). Schooling and traditional collaborative social organization of problem solving by Mayan mothers and children. Developmental Psychology, 38, 55-66.
LeVine, R. A., LeVine, S. E., Richman, A., Tapia Uribe, F. M., Correa, C. S., & Miller, P. M. (1991). Women’s schooling and child care in the demographic transition: A Mexican case study. Population and Development Review, 17, 459-496.
Mejía-Arauz, R. (2004). Variaciones socioculturales en la participación entre niños. Un estudio cultural comparativo. Ponencia presentada en el Congreso de la Sociedad Mexicana de Psicología Social. Ciudad Obregón, Sonora, México, Octubre 204.
Rogoff, B. (2003). The cultural nature of human development. New York: Oxford University Press
Vygotsky, L. (1978). Interaction between Learning and Development. En: Vygotsky, L. S. Mind in Society. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, pp. 79-91.
Actualización
Una entrevista a Rebeca en la que da más información sobre sus investigaciones. Completa lo que yo presenté más arriba.
Entrevista a Rebeca Mejía-Arauz
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