Con esta idea tan sencilla, que en realidad no es de mi invención sino que tomé prestada de Mary Claux, he dado una razón a Paulo (que tiene 4 años) sobre el por qué del terremoto. Claro que también le he explicado el asunto de la energía y etc. etc., pero la idea del baile ha resultado mucho más efectiva por que precisamente (creo), aprovecha el animismo natural que es una característica del pensamiento de los niños de su edad.
Así como jugando a la guerrita los niños que viven en zonas en conflicto reelaboran y procesan lo que viven, así también Paulo (e imagino que muchos otros niños de su edad) ha estado en estos días jugando al “temblor”, moviendo las cosas de la casa para asustarme. Es una buena estrategia de afrontamiento.
Los psicólogos tenemos mucho que aportar en la ayuda a las víctimas del terremoto. Desde contención y apoyo para procesar lo vivido (pensemos que -como me hizo notar una colega- Ica y Pisco son zonas con gran migración de víctimas de la violencia terrorista, y es muy probable que muchas de las víctimas del terremoto del Miércoles hayan vivido también el trauma de la violencia política) o ayuda para manejar la ansiedad y reducir el estrés, hasta apoyo en la organización y optimización de los recursos humanos de la comunidad, pasando por estrategias puntuales para el trabajo con los niños, adolescentes y ancianos, entre otras muchas cosas.
En el siguiente post espero poner una convocatoria.
Actualización
Carlos Iberico me contó lo siguiente: Una niña de tres años, durante el terremoto y por iniciativa propia le dijo a su mamá: “la casa está feliz porque está bailando“. Es interesante destacar que 1) la niña utiliza espontáneamente el recurso que yo uso de manera intencional. Es justamente su animismo -característica del pensamiento a esa edad- lo que la lleva a interpretar el terremoto de esa manera; 2) Lo importante es que la niña decía eso contenta. No tenía miedo. Estro nos habla de la estrecha relación entre el pensamiento y los estados afectivos, los que dependen de las cogniciones. Al hacerse una representación y una atribución positiva de la situación vivida, la niña no se asusta. No hay atribución de catástrofe, como la hay en los adultos, y por lo tanto no se genera en ella ningún temor.
Otro caso de atribución positiva que me alcanza también Carlos Iberico: un niño interpreta el terremoto como que La Mole ha venido y está moviendo la casa. Feliz de que La Mole hubiera venido, el niño interpreta el movimiento de manera postiva, y como consecuencia, no se asusta. Leer más