Muchos investigadores que empezaron a trabajar con Lawrence Kohlberg y dentro del marco conceptual Kohlbergiano terminaron por alejarse de él debido a diferencias teóricas. Los principales puntos de discrepancia creo que pueden resumirse del siguiente modo:
1) Para algunos autores, los períodos 5 y 6 no representan etapas evolutivas del mismo modo que los cuatro primeros (los períodos 1, 2, 3 y 4), ya que no es posible considerarlas como secuenciales en el patrón de desarrollo humano. Se plantea que estos estadios no pueden ser derivados del modelo estructural piagetano puesto que es sólo una minoría la que accede naturalmente a estos niveles. Esta misma crítica se hace al planteamiento acerca del período 7 (tardíamente, Kohlberg propone un estadio “suave” número 7 -en contraste con los seis estadios “duros” de su trabajo anterior- que delinea una orientación moral basada en un pensamiento ético y religioso, y envuelve una perspectiva y una vivencia cósmica y existencial de la vida y del mundo). Estas críticas pueden leerse en autores como Perry, Gibbs, Fowler y Gilligan.
2) Otras críticas apuntan a señalar que la definición de los estadios morales se hace solamente en términos del razonamiento, ignorando otros factores importantes como la emoción moral o la voluntad (por ejemplo, Murphy y Gilligan, Hoffman, Flanagan, Sullivan).
3) Uno de los aspectos más polémicos de la teoría de Kohlberg lo constituye la relación que guardan los sexos con el razonamiento moral. Kohlberg afirma que es la justicia el principio moral básico; el principio de benevolencia se supedita a la justicia porque por sí mismo es inadecuado e insuficiente y aparece como una deficiencia en el desarrollo moral, ya que no tiene capacidad para resolver conflictos. Así, Kohlberg ubica el razonamiento moral femenino como inferior al masculino, afirmando que las mujeres muestran un atraso moral, puesto que sólo alcanzan al nivel 3 en la taxonomía de etapas de desarrollo. Para Gilligan (la principal autora de esta crítica) justicia y cuidado son distintas orientaciones morales, diferentes maneras de organizar el pensamiento acerca de lo que constituye un problema moral y la manera más apropiada de resolverlo. Ninguna orientación es deficiente con respecto a la otra.
4) Se plantea también que la teoría de Kohlberg confunde moralidad y convención al ponerlos en un solo continuo en el desarrollo, cuando con continuos diferentes. Estudios en la tradición piagetana indican que los niños diferencian entre los problemas morales y los problemas convencionales, y encuentran estas convenciones mucho más arbitrarias y modificables, por lo que se propone que muchos de estos niños son capaces de entender las bases contractuales de las convenciones y prácticas sociales en estadios precoces de los que propone Kohlberg en su teoría. Turiel y Nucci son los autores más conocidos en esta crítica.
5) Otras críticas apuntan a señalar que la teoría de Kohlberg otorga menor capacidad moral a los niños de lo que estos realmente tienen, que presenta límites por usar dilemas hipotéticos en lugar de situaciones de conflicto ético reales, que está demasiado basada en el lenguaje (la gente sabe más de lo que puede articular), que no hay datos empíricos suficientes que respalden los estadios post-convencionales y que se necesitan constructos intermedios que medien entre el razonamiento y el comportamiento, pues los estadios de Kohlberg resultan demasiado abstractos para guiar la acción.
El resumen de las objeciones al modelo de Kohlberg que presentas me parece oportuno complementarlo con la crítica que se hace desde una perspectiva pragmática, como por ejemplo lo propuesto por Krebs y Denton o los hermanos Dreyfus.
Desde la óptica de Krebs & Denton (2005, 2006), el modelo de Kohlberg no explica suficientemente el funcionamiento del razonamiento moral en la vida cotidiana. Sostienen que en este ámbito las personas toman decisiones morales movidas por el interés de alcanzar la realización de sus metas personales y no solo por principios universales y abstractos, como por ejemplo el de la justicia, que exige un nivel alto de imparcialidad y abstracción. Además, afirman que para alcanzar las metas personales y en algunos casos grupales, el razonamiento moral requiere de un sistema de cooperación que no sólo facilite el que los individuos logren sus objetivos, sino que garantice que los conflictos se diriman maximizando la satisfacción de los intereses de todos.
De manera complementaria, Dreyfus & Dreyfus (1999) proponen centrar la atención no en la transformación de las estructuras, que tenderían a cualificar su influencia sobre el razonamiento moral acudiendo a principios universales e invariantes, sino sobre el modo como progresivamente las personas se convierten en expertas en el manejo de situaciones moralmente dilemáticas.
La explicación de los hermanos Dreyfus se apoya en el saber procedimental, el saber cómo; sostienen que el desarrollo moral, en últimas, se da porque las personas van haciendo juicios morales de manera cada vez más experta, en otras palabras, los sujetos paulatinamente expresan juicios morales más concretos y progresivamente van ampliando su sensibilidad frente a las personas involucradas en la situación. El experto moral no reacciona movido por principios sino por la habilidad de discriminar situaciones morales típicas, lo cual le permite, no sólo sentir cuándo se requiere dar una respuesta, sino también expresar el tipo más apropiado de raciocinio moral frente a las condiciones relacionales particulares que enmarcan el dilema moral.
Por otro lado, Krebs & Denton (2005) consideran que su modelo explica de mejor modo la regresión algunos sujetos muestran cuando dan respuestas a los dilemas morales, por ejemplo, cuando se espera que respondan con un juicio del nivel 3 y dan respuestas desde el estadio 2; frente a esto sostienen que los sujetos acomodan sus respuestas teniendo en cuenta las características del contexto en el que se da la decisión moral. Ante dilemas poco complejos las respuestas tienden a ser simples y ante a situaciones complejas las respuestas se hacen más sofisticadas.
Las dos propuestas antes citadas coinciden en aceptar que el nivel de flexibilidad en las respuestas determina la madurez moral de los individuos, debido a que cuentan con una caja de herramientas con un amplio conjunto de estrategias, lo cual facilita el “… seleccionar una que les permitirá resolver de la manera más efectiva los problemas [morales] por ellos encontrados” (Krebs & Denton, 2006, p. 673). En otras palabras, el experto moral debe ser una persona lo suficientemente flexible como para ajustar sus decisiones a las exigencias que les hace el dilema a resolver.
Referencias
Dreyfus, H. L. & Dreyfus, S. E. (1990). What is morality? A phenomenological account of the development of ethical expertise. En D. Rasmussen (Ed.), Universalism vs. communitarianism. Contemporary debates in ethics. Cambridge (pp. 237-264). MA: The MIT Press.
Krebs, D. L. & Denton, K. (2005). Toward a More Pragmatic Approach to Morality: A Critical Evaluation of Kohlberg’s Model. Psychological Review, Vol. 112, No. 3, 629–649.
Krebs, D. L. & Denton, K. (2006). Explanatory Limitations of Cognitive-Developmental Approaches to Morality. Psychological Review Vol. 113, No. 3, 672–675.
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