Los fines de la educación moral

Mi sobrina Lucía nadando con delfines

A todos los que preguntan cuál es la mejor manera de llevar a cabo la educación moral (formación ética, educación en valores o como se desee llamarla), les diría que hay muchas maneras de hacerla. Lo importante no es qué metodología se usa, sino recordar que, por el camino que sea, la educación moral debería tener como eje central el autodescubrimiento por parte del estudiante de las connotaciones morales de sus experiencias. No se trata de una inculcación de los valores del profesor, ni de una transmisión acrítica de las normas sociales. La experiencia y las investigaciones demuestran que este tipo de enseñanza tiene muy poca o ninguna incidencia en el desarrollo moral. De lo que se trata, por el contrario, es de ayudar al estudiante a razonar sobre sus conflictos morales, a reconocerlos en su vida diaria y en la historia de la humanidad, y a fortalecer aquellas características personales que lo harán ser una persona éticamente más sensible, más lúcida en relación al reconocimiento de los Derechos Fundamentales de las personas y la protección de la naturaleza, y más proclive a mantener coherencia entre su acción y los principios morales que reconoce y discierne. Para esto, educación y psicología deben ir –ineludiblemente- de la mano y alimentarse la una a la otra.

He escrito algo sobre los fines de la educación moral aquí:

Artículo Palestra – Susana Frisancho

Y sobre este tema, Jean Piaget, en su libro La Nueva Educación Moral (librito bastante poco conocido por cierto) dice lo siguiente (pp. 7-8):

“Los procedimientos para la educación moral se pueden clasificar desde diferentes puntos de vista. En primer lugar, desde el punto de vista del objeto perseguido: es evidente que el método será muy distinto si se desea formar una personalidad libre o un individuo sometido al conformismo del grupo social al que pertenece. No tenemos que tratar aquí, claro es, de los fines de la educación moral, pero estamos obligados, para clasificar los procedimientos, a distinguir los que favorecen la autonomía de la conciencia y los que llevan a un resultado inverso. En segundo lugar, se puede adoptar el punto de vista de la técnica misma: para limitarnos a la autonomía de la conciencia podemos preguntarnos si una enseñanza oral de la moral -una “lección moral”- es tan eficaz como supone Durkheim, por ejemplo, o si se necesita para esta finalidad una pedagogía completamente “activa”. Dado un mismo fin se pueden concebir diferentes técnicas. En tercer lugar, se pueden clasificar los procedimientos para la educación moral en función del dominio moral que se examine: tal procedimiento, excelente para desarrollar la veracidad, la sinceridad y las virtudes que se pueden llamar intelectuales, ¿es bueno para la educación de la responsabilidad o del caracter? Si clasificamos el conjunto de los procedimientos de la educación moral de acuerdo con estos tres puntos de vista, y si construímos así una tabla de triple entrada, correríamos el riesgo de caer en el caos. ¿Existe alguna división más simple, algunos principios que nos permitan orientarnos simultáneamente en los fines, las técnicas y los dominios? Creemos que sí, pero a condición de partir primeramente del niño mismo y de iluminar la pedagogía moral por la psicología de la moral infantil. Cualesquiera que sean los fines que se proponga alcanzar, cualesquiera que sean las técnicas que se decida adoptar, y cuales quiera que sean los dominios a los cuales se apliquen estas técnicas, la cuestión primordial estriba en saber cuáles son las disponibilidades del niño. Sin una psicología precisa de las relaciones morales de los niños entre sí y del niño con el adulto, toda discusión sobre los procedimientos de la educación moral resulta estéril. Se impone pues, un rápido bosquejo de los datos psicológicos actuales. Esto nos permitirá, por otra parte, clasificar los procedimientos en función de sus fines”.

Referencias

Piaget, J.; Petersen, P.; Wodehouse, H. y Santullano, L. (1967). La nueva educación moral. Buenos Aires: Losada

Puntuación: 2.71 / Votos: 7

Comentarios

  1. julio80 escribió:

    Esta noticia me hizo recordar tus posts sobre estos temas:
    http://www.elcomercioperu.c
    Tu artículo en Palestra promete, voy a darme el tiempo para leerlo en detalle.

  2. Susana Frisancho escribió:

    Agradezco el envío de esta noticia. La verdad es que este tipo de comentarios (sexistas, machistas y completamente fuera de lugar) son más frecuentes de lo que uno cree. Recuerdo mucho lo impresionada que quedé cuando me contaron (una fuente fidedignísima y de completa credibilidad) los comentarios desatinados de uno de nuestros Ministros en una reunión de alto vuelo con funcionarios de toda America Latina. Groseros e impresentables… a una de las ministras que asistía a la reunión -bastante guapa según dijeron- le dijo con todo desparpajo que "cuando la casa se arregla, es porque alquilarse quiere", en alusión indirecta a la doble intención que supuestamente tendría su arreglo personal. Y no transcribo los demás comentarios porque además de patéticos, implican gestos manuales obscenos que no se pueden reproducir en un blog. Y sí, lamentablemente, este es el tipo de personas que nos representan y gobiernan…

  3. MIGUEL ANGEL escribió:

    MEGUSTO MUCHO TU COMENTARIO TE AGRDESCO QUE LO HAYAS PUBLICADO

  4. OLIMPIDA escribió:

    ES INTERESENTE TU COMENTARIO

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