¿Cómo establecen los adolescentes y jóvenes sus compromisos morales? ¿Cómo se estructura su motivación hacia ellos? ¿Se relacionan estos compromisos con la búsqueda del sentido de la vida, o se trata de dos constructos diferentes, con poca vinculación entre sí? ¿Qué procesos explican el establecimiento para la propia vida de un sentido de propósito que trascienda al self? Estas preguntas, desde mi punto de vista muy relevantes, han sido lamentablemente muy poco estudiadas por los psicólogos. Una excepción a este vacío son los trabajos de Bill Damon en el Stanford Center on Adolescence, donde se viene estudiando, con adolescentes, la construcción del sentido de próposito para la propia vida. Aquí va un enlace a un texto de Damon y otros autores acerca del desarrollo del sentido de propósito (en inglés):
Desarrollo del sentido de propósito durante la adolescencia
He recordado este tema a partir de la lectura de un artículo de Mario Vargas Llosa publicado el 5 de Noviembre pasado en El Comercio, en el que presenta a Rachel Corrie a raíz de una obra de teatro sobre ella que se estrenó en New York. Para quienes no conocen el caso de Rachel, se trata de una valerosa y comprometida joven norteamericana de 23 años, voluntaria del ISM (International Solidarity Movement) quien fué aplastada y asesinada por un bulldozer (pala mecánica) mientras trataba de impedir, plantándose pacificamente frente al bulldozer, que este derrumbara la casa de unos palestinos en el campo de refugiados de Rafah, en la franja de Gaza.
Los que no han oido nunca hablar de Rachel -quien ejemplifica de manera extrema lo que es una persona con próposito- pueden visitar su página web:
Extenderé mis comentarios e ideas sobre este tema apasionante en entradas futuras.
Actualización:
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