Hace unos días puse el enlace a una noticia sobre el reciente fallo de la Corte Constitucional de Colombia que le da la razón a una estudiante acerca de que no es legal, ni bueno ni adecuado, que un colegio prohíba el uso de “mechas californianas”. En realidad, el asunto es más de fondo, pues tiene que ver con el control que pretenden ejercer muchos colegios sobre el modo en que los estudiantes se visten y arreglan, es decir, sobre su apariencia personal y sus cuerpos. La entrada sobre el tema es esta.
A raíz del fallo he leído diversos comentarios de docentes de nuestro entorno, muchos a favor pero muchos otros, demasiados me parece, en contra del asunto desde una perspectiva que refleja que el tema les es aun muy ajeno e incomprensible. Muchos docentes dicen que cada colegio tiene el derecho de poner “sus” propias reglas, y que si los estudiantes o los padres no están de acuerdo con ellas tienen la puerta abierta para irse a otro lugar. Esto contradice exactamente lo que señala el fallo colombiano cuando dice que no es posible que la solución frente a estos conflictos sea expulsar al estudiante, privarlo de un derecho al negarle la matrícula el siguiente año, o invitarlo a buscar otra institución educativa. Tampoco aparece en estas opiniones una comprensión, por mínima que sea, acerca de la irracionalidad de ciertas normas que solo responden a gustos o preferencias particulares de los directores u otras autoridades escolares, y que intentan regular asuntos que no son sustanciales a los procesos de aprendizaje.
Muchos docentes comentan que en otras instituciones, como el ejército o las empresas por ejemplo, las personas deben obedecer sin reclamar, como si la escuela fuera comparable a una compañía vendedora de zapatos, a telefónica, a Ripley, o a una fuerza armada. Se olvidan estos profesores que la escuela tiene una función educativa, formadora, pedagógica, que no tienen las otras instituciones, y que esa función es precisamente su razón de ser. Además, ser parte de esas otras instituciones es un asunto de deseo, de voluntad, no es una obligación (es un imperativo hipotético, en el lenguaje Kantiano, es decir, algo que yo acepto porque deseo pertenecer ), lo que las pone en un escenario muy distinto al de una institución educativa. Más aun, parecen olvidar los profesores que en la empresa o el ejército se trata con adultos, no con niños o adolescentes en formación, para los cuales la identidad y su expresión a partir de la apariencia propia resulta fundamental como parte de su proceso de desarrollo.
Desde la filosofía y la psicología del desarrollo moral estos asuntos han sido ampliamente reflexionados, y de verdad que apena ver que entre muchos docentes este debate es aun tan ajeno y poco entendido. Es una tarea pendiente sin duda en el país, especialmente para la formación docente tanto inicial como en servicio. Sin analizar profundamente estos temas, con ayuda tanto de la filosofía como de la psicología, es poco lo que podremos avanzar hacia una educación ciudadana inclusiva, democrática y justa.
Las ramificaciones del asunto son sumamente interesantes: Desde amigas que “quieren” que sus hijos se corten el pelo y esperan que sea la escuela la que “los obligue” (porque ellas no encuentran argumentos razonables)… y también amigos profesores que no están de acuerdo con ciertas normas arbitrarias y sujetas al deseo particular de una autoridad escolar o a convenciones sociales, pero que se muerden la lengua porque no saben cómo explicar su punto de vista.
Las primeras pueden ser ‘disculpadas’, pero cuando son los profesores los que no saben diferenciar los gustos personales, de las convenciones sociales y los principios morales… uno va entendiendo por qué “la democracia no se come” y por qué se suele apelar a la necesidad de “mano dura”, el clamor por tener auxiliares de disciplina y cosas por el estilo.
Bravo, por fin alguien dice algo coherente sobre este tema, tienes toda la razón cuando dices “ejercer el control sobre…” no veo nada de malo con el hecho de que alguien decida hacer algo en su cabello, vamos más allá, hacer algo con sus cuerpo (tatuajes, pircings) me gusto mucho tu artículo, muchas felicidades.