Hace dos semanas, Jorge Tapia, alumno de la Facultad de Ciencias e Ingeniería de la PUCP e integrante de la REA, escribió en punto.edu un artículo de opinión en el que exploraba las razones detrás del fracaso del programa de bicicletas de la PUCP. Con total razón, decía que el fracaso de este programa era una muestra de la falta de civismo de la mayoría de estudiantes, los que habían hecho un muy mal uso de las bicicletas. En efecto, muchos de mis estudiantes me cuentan que los alumnos usaban las bicicletas de manera tan burda que las llantas terminaban reventadas, practicaban deportes extremos con ellas hasta romperlas, manejaban por los lugares prohibidos (el tontódromo, por ejemplo), les ponían cadenas propias para asegurarlas y que los demás no pudieran usarlas, las dejaban tiradas en cualquier lugar o las usaban para enseñar a manejarlas a quienes no sabían, a pesar de que esto estaba prohibido. Por supuesto, tal como dice Jorge en su artículo, todo esto demuestra falta de civismo, poco respeto por los bienes públicos y un egocentrismo impropio en universitarios.
Jorge reconoce que habían sido ilusos al esperar que el programa funcione y yo me atrevería a decir que han sido también ilusos al pensar que podían manejar ellos solos un programa así, sin recurrir a la psicología para pensarlo, implementarlo y evaluarlo. El problema es fundamentalmente actitudinal y requiere de un programa de modificación del comportamiento, de desarrollo de actitudes, de incentivos y de vigilancia. Tendría que haberse hecho, por ejemplo, una línea base inicial y un diagnóstico previo que permitiera identificar necesidades. Debería haberse diseñado un programa educativo de concientización, además de formar por ejemplo a los vigilantes (y a los estudiantes pucp, mejor aun) y darles recursos para manejar los comportamientos incorrectos de los usuarios. En fin…. muchas cosas se podrían haber hecho desde la psicología educacional y social para minimizar los problemas y evitar el fracaso del programa. Aunque nos apene el cierre de un programa tan interesante como este, esta es, al fin y al cabo, una buena oportunidad para visibilizar lo que la psicología pudo haber aportado y reflexionar sobre la interdisciplinariedad.
Nota: aquí puede leerse el artículo original en el punto.edu 344 de Junio 2015
Susana:
Coincido con lo que propones: les faltó usar la psicología en los planteamientos del programa, y también al momento de hacer el análisis correcto de los resultados.
Lo ocurrido es una muestra de la llamada “idiosincriacia nacional” de no cuidar lo colectivo y destruir todo lo que sea “gratis”. Que ocurra en la “mejor universidad del Perú”, como señala el autor del artículo, muestra cuánto ha bajado nuestro nivel cultural como país y cómo los centros académicos todavía no toman nota de ello y persisten en estar a espaldas (o de perfil) a lo que ocurre en nuestra sociedad.
La PUCP también se ve afectada por esta baja general de nivel cultural y prueba patente de ello es todo lo que menciona el autor sobre los comportamientos en los comedores, salones y biblioteca. También son prueba de ello los cambios curriculares que han incluido cursos (y eliminado otros) para ir de acuerdo con alumnos que cada vez leen menos y no comprenden lo que leen, y que finalmente logran que el nivel cultural se acomode no “hacia arriba” sino “hacia abajo”.
Sin embargo, considero que el proyecto no debió haberse cancelado. Lo que debieron haber hecho es realizar un balance riguroso y relanzar el programa renovado y con mucha más fuerza, aprendiendo de los errores. Al cancelarlo, están reforzando los comportamientos negativos (que encima dicen que son pocos) y desanimando a quienes sí tuvieron comportamientos adecuados (que serían la mayoría, según el autor). Y justamente eso es lo que pasa en nuestro país: las buenas ideas (así sean mayoría) no persisten, se dejan apabullar por el fracaso inicial, y finalmente se impone el desorden, la mediocridad y la corrupción que generan unos cuantos, pero que sí se juegan hasta el pellejo en defender sus intereses.
Imponer las buenas ideas tarda años, y no cinco ni diez, a veces puede ser toda una vida. Lo valioso aquí es no dejarse apabullar por un fracaso, que lo tiene cualquiera, y continuar con la mayor convicción.
Saludos.
Totalmente de acuerdo Elena. Pero el mismo Jorge Tapia me cuenta que también habían problemas de financiamiento. Una pena porque era una idea excelente.