Siempre me resulta indignante leer noticias como esta: profesores roban prueba.
Lamentablemente no es una sorpresa, estos comportamientos son comunes cada que hay una evaluación docente, sea esta del tipo que sea. Y encima, los profesores quieren quedar como víctimas: “Somos víctimas del Ministerio de Educación”.
Por dónde se le mire, estos hechos resultan inadmisibles y en lo personal, me dan una mezcla de rabia y pena. ¿Cómo puede ser posible que un profesor, precisamente el encargado de formar niños y adolescentes, caiga en juegos sucios como estos? Puedo entender que bastante de cierto hay cuando dicen sentirse “víctimas” del Ministerio, pues conozco el sector de cerca y se que a los profesores se los maltrata mucho (con sueldos bajísimos que llegan tarde o a veces nunca, con supervisiones absurdas, con contratos y/o nombramientos que no se cumplen, con condiciones laborales paupérrimas, con evaluaciones vergonzosas e injustas, etc. etc. etc.). Lo he denunciado varias veces en este blog, ver aquí y aquí como ejemplo.
Sin embargo, nada de esto justifica aliarse con la corrupción endémica al sector educación y robar o comprar un examen para intentar burlar el sistema. Creo que los profesores tienen que desarrollarse más como personas, como seres humanos, para poder separar sus reacciones emocionales, completamente comprensibles (sentirse “víctimas” del Ministerio), de los juicios de valor sobre el bien y el mal y de las conductas objetivas que se derivan de esos juicios. Una cosa no puede reemplazar a la otra. Por más indignados y desesperados que estemos, esos afectos no pueden reemplazar al discernimiento sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo correcto y lo incorrecto. No se puede ni se debe actuar por impulso, movidos por un malestar emocional. Esta regla se aplica a todos, pero mucho más a los profesores puesto que son ellos los encargados de educar niños y adolescentes sensibles y en formación, y por eso mismo están llamados a ser mejores personas, más razonables, conscientes y justas. Precisamente la toma de conciencia, el desarrollo moral y el ejercicio ciudadano implican manejar esas emociones e impulsos y desarrollar nuestra capacidad de pensar y de actuar de modo tal que aquello que hagamos sea justo y nos permita mantener intacta nuestra dignidad.
Con profesores así, la educación realmente está perdida. Robar un examen nunca es una salida decente. Jugar sucio no debería ser jamás una opción.
¿O acaso estoy poniendo la valla demasiado alta?
Nota: El robar los exámenes porque “son víctimas” no es sino una justificación moral al estilo Bandura. Ver aquí y aquí sobre el tema.