Con motivo del ASPA están pintando el museo de la Nación. Miguel Cruchaga ha protestado, a mi juicio con razón. Ver noticia aquí.
No es que yo sea fan del brutalismo, la verdad, todo lo contrario, pero creo que Cruchaga tiene toda la razón: la pintura no durará nada y además (y esto es lo más importante), le quita la esencia al estilo de la construcción.
Se que este es un tema sumamente polémico y no tengo tiempo ahora de escribir un post muy razonado al respecto. Aún así, sí quiero dejar esbozada alguna idea, pues soy de las que sufren horriblemente cada que ven una casona hermosa tumbada (y en su lugar un edificio adefesiero, desangelado, construido a la mala y con materiales feos y baratos), o edificios con vidrios verdes de espejo en plena sierra, largos cuales tripas por haber sido construidos hacia arriba en terrenos diminutos, y encima, con los fierros de construcción expuestos en el techo. ¿A las personas no les importa esta fealdad, o es que no se dan cuenta de ella? Si no recuerdo mal, el maestro Adolfo Winternitz en su librito Itinerario hacia el arte decía que si bien a nosotros se nos había agudizado el sentido del olfato, pues ahora no soportaríamos los hedores que eran normales y corrientes en el medioevo, los medievales tenían mucho más sentido estético que nosotros y eran mucho más sensibles y conscientes de la arquitectura, por ejemplo.
Que no se me entienda mal: se que las ciudades son dinámicas y cambian todo el tiempo. Se que no hay un canon artístico indiscutible y aceptado como tal, tengo amigos artistas y entiendo al que dice que sobre arte y estética no hay nada dicho. Tampoco quiero imponer mis propios gustos a toda costa, no pretendo que a la gente le guste lo que me gusta a mi ni que todos valoremos lo mismo. Pero aún así, sí creo que hay cosas que son feas y otras que son bonitas, entiendo que hay estilos y creo en el respeto hacia ellos, pienso que la arquitectura debe ser armónica con el entorno, y que las municipalidaes deberían tener normas que regulen lo que se puede o no construir, lo que se puede o no pintar, con un mínimo criterio estético… en fin, uno no puede hacer lo que le da la gana, ni siquiera en la fachada de su casa.
Hace unos meses camino al centro de Lima pasé por la hermosa casa Roosevelt, que en ese entonces estaba pintada de verde, y para mi sorpresa y pavor, al pasar por la calle lateral descubrí que una de sus puertas, con toda la pared de alrededor, había sido pintada de esmalte color naranja!!!! Horror de horrores… ¿Pero a quién pudo ocurrírsele semejante cosa? ¿Quién quiso diferenciarse de tal modo que no le importó atentar de esa manera contra le belleza de todo el edificio? ¿O era una pinturita que le sobraba a alguien? Esa pared anaranjada y brillante como de ferretería (y que felizmente desapareció luego de unas semanas) era simplemente impresentable… y me chocó mucho pensar que quien perpetró aquello, no se diera cuenta.
He discutido con muchas gente que piensa que las personas tienen derecho a pintar y construir sus casas como quieran, que lo que a mi me parece feo, a ellos les parece bonito, que intentar “imponer” una estética es cosa de burgueses clasemedieros, o de dictaduras, que para ciertas personas los vidrios verdes de espejo, los monumentos de cemento en las plazas o las mayólicas en las fachadas son señal de progreso, de modernidad, y que eso hay que respetarlo…. Pero yo sigo pensando que el cariño por los estilos arquitectónicos, la valoración de lo que estos representan como parte de la memoria histórica del país, y el respeto por la belleza del entorno son cosas que se educan desde la infancia, y que esta es una tarea que en el Perú, lamentablemente, no hemos emprendido todavía.
Actualización:
Ahora lo pintarán de color cemento. Aquí
Comentario del arquitecto Canziani, aquí
Un enlace sobre el tema, aquí
Dra. Frisancho, siendo yo una de las personas con la que ha discutido mucho sobre el tema, o por lo menos un poco, le diré esto. Hace unos meses iba leyendo yo un libro del filósofo Dennis Dutton, titulado The Art Instinct, donde entre muchas otras cosas interesantes se arguye que ciertos valores estéticos son universales a la especie (por ejemplo, el placer que producen las líneas horizontales, el gusto por el color azul, la preferencia por proporciones armónicas y simétricas), y pensé: será que este señor no ha visitado Lima. En todo caso, me parece que hay una diferencia entre los usos más o menos simbólicos de una ventana de espejo verde, que son usos aspiracionales y deben ser observados creo yo con ojos sociológicos antes que con evaluaciones estéticas, y la promoción desde el estado o el municipio de la huachafería y la fealdad en arquitectura, o el afeamiento intencional de la ciudad (incluso de edificios y monumentos que ya eran bastante feos, pero que por lo menos eran coherentes). Eso sí que no vale.