¿Cuantos “valores” hay aquí?

A Paulo le dejaron en el colegio como tarea escribir una historia que tuviera un “conflicto de dos valores”. Me pidió ayuda porque no entendía bien lo que debía hacer, y en base a una noticia que habíamos escuchado el día anterior, lo orienté de esta manera:

Imagínate que hay un perro muy maltratado, amarrado en la azotea de la casa de tu vecino, sin comer ni beber por varios días, expuesto al sol. Y a ti te conmueve y te enoja su situación y crees que lo correcto es salvarlo. Pero para salvarlo, tendrías que meterte en la casa del vecino, de alguna manera violentar su propiedad, y además, robar al perro que no es tuyo. Estás frente a un conflicto porque para salvar al perro tienes que robarlo“.

Con esas ideas y una breve explicación sobre lo que significa un conflicto moral, Paulo escribió su cuento.  ¿Resultado? la profesora lo desaprobó.

Lo que me preocupa de este asunto no es la calificación de la profesora, porque eso la verdad a mi me tiene sin cuidado. Lo que me preocupa y molesta (y mucho), son las razones de la desaprobación: la profesora le dijo a Paulo que su historia solo tenía un valor, salvar la vida del perro, porque robar no era un valor.

Creo que no hace falta razonar demasiado para darse cuenta de que si robar no le parece un valor, entonces todo lo que debía hacer era invertir la idea, identificar su negativa (p y ~ p) para darse cuenta de que respetar la propiedad privada (o no robar, para hacerlo más concreto) sí lo es. La verdad es que los profesores tendrían que prepararse más, o estar abiertos a recibir críticas y sugerencias cuando se equivocan. Decirle a un niño que está equivocado cuando no lo está, y encima desaprobarlo por ello, es injusto. Es además una mala práctica pedagógica y una evidencia de  que no se domina el tema que se está enseñando. Sobra decir que ninguna de estas cosas debiera pasar en ningún colegio, a ningún niño.

 

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Comentarios

  1. Victor escribió:

    Considero que las respuestas, que atribuimos incorrectas, de los estudiantes, son ideales para indagar qué piensan y porqué. Más allá de decir “está bien” o “mal”, hay que motivar en ellos una justificación y saldrá a la luz la cultura en la que se desarrolla el estudiante y sobre la cual organizan sus respuestas. A partir de ahí, se inicia la reconstrucción del conocimiento, pero cuidado, no sobre las creencias del docente, si no a la luz de la ciencia.

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