Casi cada vez que encuentro un psicólogo clínico trabajando en una escuela obtengo un ejemplo nuevo de mala práctica profesional, de desactualización, incompetencia e ignorancia completa de los procesos educativos y de aprendizaje, además de muy poca capacidad para aliarse con los docentes, ponerse a su servicio y ayudarlos a potenciar su práctica pedagógica.
Lo último que he observado es una psicóloga en una institución educativa que, hablando de la metacognición y su importancia para el aprendizaje estratégico, decía muy suelta de huesos (porque creía que estaba haciendo algo positivo) que ellos tenían “terapias” de metacognición que consistían en sacar a los niños con problemas en este proceso fuera del aula, para hacerles ejercicios remediales que los ayuden a ser más metacognitivos en su aprendizaje.
Bueno pues…. eso no sirve. Todo proceso de toma de conciencia (y la metacognición lo es) debe estar contextualizado, ser “infusionado” como suele decirse, porque de otro modo el estudiante no lo generaliza. Esto está investigado hace mucho tiempo y se sabe que es así. Si la psicóloga de ese colegio tuviera la especialidad educativa, lo sabría. No estaría haciendo perder el tiempo a los niños, privándolos de sus clases, y podría además ayudar al maestro (en lugar de dejarlo fuera de la intervención que se hace con el niño) para que sea él o ella quien apoye a su estudiante de manera estratégica durante las clases, sin sacar al niño del aula.
No se imaginan cuanta rabia me puede dar ver este tipo de cosas. No hay derecho que se pervierta el rol del psicólogo en una institución educativa de esta manera, ni que se estafe así a los niños, ni que se abandone de este modo el rol de soporte a la práctia pedagógica del docente que todo psicologo que trabaja en un colegio debe tener.
Lamentablemente el problema no es nuevo. Ya había hablado de ello aquí.