Hay un aviso interesante que toca un punto álgido al que solemos prestar poca atención: el como el contexto social desincentiva a las mujeres de su interés por la ciencia. Efectivamente, las mujeres escogen en menor medida que los hombres carreras de ciencias, y a pesar de haberse interesado por ellas en la infancia se van desanimando durante la adolescencia y la adultez.
Esto no es una casualidad, algo que acontece simplemente porque, como creen algunos, las ciencias “son masculinas”. Este aviso pone de relieve los mensajes sutiles que la niña recibe de parte de sus padres cuando explora el mundo natural: “¿Quién es mi niña bonita?”, “No te manches el vestido“, “No toques eso” y “Ten cuidado. ¿Por qué no dejas que lo haga tu hermano?” , son los mensajes que sus padres le dan cada que ella se involucra en una actividad, digamoslo así, científica, “peligrosa” y considerada poco femenina.
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Padres y maestros, atención con esto! La investigación también ha descubierto varias otras cosas, por ejemplo, que cuando los padres escuchan preguntas de sus hijos hombres en un museo de ciencias, las responden más largo y de modo más complejo que si las hacen sus hijas mujeres. Y que si los maestros en clase hacen una pregunta a un chico y este tarda en responder, atribuyen el silencio a que “está pensando” y le dan más tiempo para que organice sus ideas, mientras que si el silencio viene de una niña, la atribución es que esta “no sabe la respuesta” y el maestro ya no le da opción y pasa a otra persona. No cito las referencias pero son fácilmente ubicables. Y hay varias otras.