La validación de documentos de interés nacional

Nunca he terminado de entender (o mejor dicho de aceptar) que en nuestro país , cuando elaboramos propuestas de interés nacional, no podamos tener procesos de consulta que sean serios e  incorporen a diferentes estamentos de nuestra sociedad.

Demasiadas veces he visto que un equipo técnico del Ministerio de Educación prepara un documento, el que sea (una nueva propuesta curricular por ejemplo, un nuevo marco curricular como se está haciendo ahora, una propuesta de evaluación de docentes, o lo que fuera) y luego este se “valida” pasándolo por las bases a través de talleres diversos con profesores de aula, especialistas de las regiones, etc.

Por supuesto, no estoy en contra de este proceso pero me parece que es absolutamente insuficiente y que no deberíamos hacer las cosas solamente de ese modo. En primer lugar, los profesores no necesariamente son especialistas en los temas de las consultas.  Lo digo con respeto, no estoy denigrando a la profesión docente ni mucho menos, pero lamentablemente yo misma he sido testigo en muchos de estos procesos de las inconsistencias de los profesores al momento de dar un juicio crítico sobre algo: por ejemplo, si se les pregunta qué les parece que el punto de corte para evaluar a los niños en alguna capacidad matemática sea puesto en tal o cual habilidad, los profesores discrepan sobre si esa habilidad puede alcanzarse a determinada edad, algunos (basados en su experiencia y en el tipo de alumnos con los que trabajan) dicen que sí, que los niños son perfectamente capaces de resolver la tarea a dicha edad; otros, en base también a su experiencia con niños distintos afirman rotundamente que no, que la tarea es demasiado demandante para ellos y que el criterio debería ponerse más abajo. Así, muchas veces en esas consultas los jueces que las evaluan no se ponen de acuerdo y las decisiones se toman o por mayoría de votos (fatal cuando hablamos de procesos normativos que no dependen del voto de las personas sino de patrones de desarrollo, identificados por años de investigación), o por criterio de alguien que dirime finalmente cuando no se logra el consenso.

En segundo lugar, hay cuestiones que no deben definirse por mayoría ni por modas o tendencias, sino por las finalidades educativas y de desarrollo que asumimos como país. He estado en varias consultas en las que los profesores y especialistas que integraban los grupos cuestionaban por ejemplo el uso de la palabra discriminación (en “educar para evitar la discriminación“, por ejemplo), porque les sonaba muy dura y poco apropiada y preferían “acoso escolar” o incluso “bullying”, o que criticaban el planteamiento de buscar la justicia porque decían que si se se buscaba la justicia debía buscarse también la conservación ambiental, el buen vivir, el emprendedorismo o cualquie otra cosa ya que todo era importante y, finalmente, “lo que se considera justo o no depende de cada quien” (sic. estoy citando literalmente lo que dijo un especialista de una DRE en una consulta). Y claro, los que someten los documentos a consulta hacen malabares para integrar las perspectivas de cada quien, pues todas parece que se consideraran igualmente válidas, con lo que al final queda un documento monstruoso, parchado al estilo frankenstein, sin estructura interna y con muy poca coherencia.

La verdad es que sorprende que además de este tipo de talleres, el Ministerio en muy pocas ocasiones haya implementado “think thanks” o equipos consultores de especialistas (verdaderos especialistas, investigadores en las áreas, académicos, etc.) que puedan también revisar los documentos e intervenir desde muy temprano en su concepción.  Asumiendo claro, que las ideas se discuten y que los técnicos del ministerio están abiertos a incorporar perspectivas más sólidas que las propias aunque estas “no les gusten”.

Hasta que no dejemos de hacer las cosas en secreto, sin mostrarlas a la sociedad civil y a los especialistas desde su génesis, y no como productos ya acabados, no podremos salir de los problemas educativos por los que atravesamos. Lo he dicho siempre y lo seguiré dicendo hasta que estas cosas cambien.

 

 

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Comentarios

  1. Patricia escribió:

    Totalmente de acuerdo. Hay ciertos temas en los que sí se puede consultar a un docente, a la UGEL a la DRE, como por ejemplo el uso de determinado documento de apoyo al trabajo del docente, si es funcional,claro, etc. Pero cuando se trata de formular un documento en el que se plasman enfoques educativos, bases psicológicas, etc. lo debería consultar con los especialistas.

  2. Caterine escribió:

    Pienso que la UGEL se debe ocupar de capacitar a sus docentes en el área en el que se desempeñan, con cursos de actualización y de manejo conductual de los alumnos con verdaderos profesionales; que además, tengan carta abierta a conferencias y cursos en las universidades públicas u otras mediante algún convenio. Lo que me sorprende es que en los exámenes y demás cosas que les exigen, se les "capacita" en todas las áreas -claro está que todo docente debe ser alguien culto- pero es importante que la capacitación se realice en sus áreas de enseñanza prioritariamente.

  3. Victor escribió:

    Dra. Susana, justamente este año el MINEDU ha puesto en circulación muchos documentos para el mejoramiento de la enseñanza, conocidos como ruta del aprendizaje y hay uno denominado Marco del Buen Desempeño, con 4 dominios para ser evaluado en el docente, y hay uno relacionado a la ética. La propuesta es interesante porque apertura una linea para evaluar el desempeño docente. Sería bueno un intercambio de ideas en este blog.

  4. Cursos Excel escribió:

    Es que hay mucha burocracia en todos los estamentos.

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