
Demasiadas veces he leído y escuchado, lamentablemente, que “lo cognitivo” no debería prevalecer en educación, que tenemos que incluir lo emocional, que la educación es integral y que por lo tanto los enfoques cognitivos no sirven, que la educación debe vivirse y sentirse y que “lo cognitivo” no solamente no basta sino que no debe ser lo más importante. He visto esta idea tanto en profesores de base, aquellos que están en las escuelas públicas y privadas de nuestro país, como en los que toman decisiones de política pública, tanto a nivel del propio Ministerio como en las instancias intermedias y también al interior de organizaciones de la sociedad civil dedicadas a temas educativos. Hubo alguna vez un viceministro que incluso se permitió borrar en un texto mio entregado al Ministerio de educación la palabra cognitivo y reemplazarla por otra, “emocional”, porque simplemente le parecía mejor. Esto es un error, por supuesto, pero es interesante ver de dónde viene la idea y por qué ha cobrado tanta fuerza. Pienso, como una posible explicación, que hay una mala conceptualización de lo que cognitivo significa. Lo que las personas que afirman que no se debe tener un enfoque cognitivo en educación quieren decir (creo, es mi interpretación), es que la educación debe ir más allá de dar información. Obviamente, nadie podría estar en desacuerdo con esto. Pero igualar los términos cognitivo e información es un error conceptual muy grave, porque los procesos cognitivos no se refieren solamente al manejo explícito y consciente de información. Eso es solamente la punta del iceberg.