Este semestre me he encontrado con alumnos que en general, leen poco o no leen. Se podrían dar muchas explicaciones para esto: es una mezcla de los malos hábitos adquiridos en el colegio y no corregidos por los estudios generales, más simple y llana flojera, más preferencia por temas menos áridos y más aplicados (el gusto por la formación teórica disminuye cada vez más -me parece- entre los estudiantes de psicología; se han vuelto la mayoría muy pragmáticos), más el poco hábito de lidiar con libros y artículos vs. la muy arraigada costumbre de chatear y navegar en internet, más una desorganización general que hace que se les junten muchas tareas para un mismo día, lo que los hace sacrificar aquello que les parece menos importante: la lectura.
Para mi, esta situación no solo es preocupante en términos de la formación de futuros psicólogos, sino que me resulta muy desagradable y desmotivadora como profesora. Llegar a una clase con la expectativa de tener una discusión decente y encontrarse con que los alumnos no han leído y no tienen ideas sobre las cuales discutir, me resulta tremendamente frustrante. Aunque no me consuela en absoluto, muchos amigos que también enseñan me han dicho que ocurre los mismo en sus especialidades, así que debe ser un signo de los tiempos y una muestra más de cómo ha desmejorado la educación básica en el país. Una pena.
Esto no es nada nuevo mi estimada, siempre ha ocurrido a todo nivel, y en todas las universidades o centros de estudio del país, y a mi parecer, tiene más que ver con el método que el profesor o profesora desee inculcar sobre sus alumnos.
Ciertamente recuerdo a algunos profesores donde era imposible no leer un libro o asignación, pues sus clases eran sumamente estrictas y el llegar no preparado a ellas significaba no solo una llamada de atención, sino que el profesor se esmeraba por avergonzarte en público y hacer notar tu nivel de conocimiento sobre la materia… en retrospectiva, esos eran los profesores que normalmente lograban que sus alumnos leyesen y aprendan sus materias a cabalidad, pero también se convertían en los más odiados (y menos valorados) al momento que eran evaluados por los alumnos…
Personalmente creo que hay que llegar a un balance entre ambos, pero obviamente es un balance complicado de obtener… Suerte! 😉
Gracias. Felizmente el año que viene no dictaré ningún curso. Ya estaba un poco saturada.