Hay algunos autores que se encumbran y tienen fama en determinado momento, vaya uno a saber por qué, pero que tienen poco de valioso si uno los examina críticamente. Para mí, uno de estos autores en Jonathan Haidt.
En el congreso de Moral Education al que asistí la semana pasada en San Antonio, le dieron muy duro a su propuesta por superficial y carente de perspectiva evolutiva, pero sobretodo por inútil para la intervención pedagógica. Y eso que él era el Keynote speaker, es decir, el conferencista central. Dado que era él, y sabiendo que la asociación entera discrepa de su enfoque, se hizo por primera vez un conversatorio posterior a su presentación, con él incluido, para seguir con el debate. Fue interesante.
Creo que Haidt ha sabido venderse bien, es joven e inteligente, pero es un psicólogo social con una visión, para mi juicio, demasiado pragmática de las cosas. No hace lecturas profundas y rigurosas, fue evidente en la conferencia que no sabe de filosofía y que no ha leído a Lawrence Kohlberg (a quien critica mucho) lo suficiente. Además, estoy convencida de que le falta la perspectiva del desarrollo (la que justamente él cuestiona para asumir un enfoque social ligado a la biología y la evolución) que es fundamental para entender el desarrollo ontogenético de la moral -no solo el filogenético- y, sobre todo, para hacer educación moral. No hay modo de hacer esto último sin tener una postura filosófica sobre la moral, y sin conocer de desarrollo (al estilo Jean Piaget). Haidt carece de ambas cosas y eso desde mi punto de vista lo hace frágil conceptualmente y poco fértil como terreno donde asentar propuestas educativas.
Quizá me equivoque pero pienso que como teórico no durará mucho.