No entiendo por qué hay instituciones y/o personas que en vez de intentar atraer a los padres hacia el proceso educativo de sus hijos, más bien los alejan. Quizá tienen recelo de la interferencia y la encuentran, a priori, sospechosa, o temen que si el padre o la madre ayudan al niño esto va a resultar nocivo para su aprendizaje porque no son educadores o porque no dominan el método o la estrategia específica que la escuela utiliza para enseñar cierto contenido.
El otro día escuché este argumento en el colegio de Paulo. La profesora de matemática muy amablemente me explicaba que la institución creadora del método de enseñanza de la matemática que el colegio ha asumido no quiere que los padres ayuden a sus hijos con sus aprendizajes y tareas, y alientan más bien que quien asuma todo el proceso sea solamente el profesor. Es decir, si el niño no sabe o tiene alguna dificultad con algo, estas personas plantean que se avise al profesor y no que los padres intenten ayudar al niño. Por supuesto, tampoco se inclinan a explicar a los padres la lógica que subyace al método de enseñanza, ni alientan que los padres lo conozcan y lo aprendan.
Esto es un tremendo error. Obviamente no se trata de que uno les haga las tareas a los niños, pero los padres tenemos todo el derecho a saber qué se les enseña a nuestros hijos, y cómo se hace. Más aún, toda la literatura psicológica indica que el involucramiento de los padres con las tareas y el proceso educativo de los niños resulta fundamental para su aprendizaje y rendimiento, por lo que no tiene ningún sentido marginarlos del proceso educativo. Todo lo contrario.
Una referencia sobre este tema es esta:
Dearing, E., Kreider, H., Simpkins, S., y Weiss, H. B. (2006). Family involvement in school and low-income children’s literacy: Longitudinal association between and within families. Journal of Educational Psychology,98, 653–664.
Y en este enlace se recupera un artículo que hace un meta-análisis sobre el tema.
Creo que el problema es que hay cada bruto que cree que lo sabe todo y luego se molesta de que los profesores del niño lo contradigan. En Lima creen que ser papá equivale a ser un pequeño dios.
Es importante para nosotros los padres involucrarnos en el aprendizaje de nuestros hijos, porque es nuestro deber.
Susana: los extremos son malos. El colegio no debería negar que los padres apoyen la educación de sus hijos. El problema se suscita cuando los padres menosprecian la labor del docente y consideran que ellos saben más porque son ingenieros, arquitectos, economistas, etc. (recordemos lo subvalorada que está la profesión docente en nuestro país). Pero también es inadecuado creer que el docente tiene la última palabra y que los padres de familia no son quienes para apoyar u opinar (una práctica muy común en los colegios nacionales, donde se considera que los padres de familia, por enviar a sus hijos a un colegio nacional, no tienen dinero y son prácticamente analfabetos). Lo correcto es el diálogo, el trabajo conjunto, el respeto al rol que cumple cada uno en la educación y formación de los niños. Estos roles no deben oponerse, sino complementarse.
Saludos.