A veces los padres y los maestros relativizan la importancia de la amistad entre los niños. Por ejemplo, si van a cambiar a su hijo de colegio y este está apenado porque cree que perderá a sus amigos, una respuesta común para intentar consolarlo es decirle que “va a tener otros amigos en su nueva escuela”, como si los niños no tuvieran lazos profundos unos con otros, los amigos fueran instrumentales y/o intercambiables o no hubiera nada de particular e irremplazable en cada relación que establecemos.
Para dar una perspectiva mayor a este tema, aprovecho el día de la amistad para comentar un artículo que he leído recientemente en el último número del Journal of Moral Education. Se llama Should we take the friendship of children seriously? y es de Mary Healy (Healy, M. (2011). Should we take the friendship of children seriously? Journal of Moral Education, 40, 4, 441-456).
En resumidas cuentas, lo que dice el artículo es que el concepto de amistad ha recobrado importancia para la filosofía, pero que casi siempre se ha discutido la amistad entre adultos y no la amistad entre niños, que tiene características particulares y una función esencial para el desarrollo social y moral. Desde un punto de vista pedagógico, las instituciones educativas no hacen nada para fomentar los lazos de amistad entre los niños, más allá de intervenir para resolver alguna disputa que pudiera estar entorpeciendo el desarrollo de las actividades escolares. La autora plantea que esto es un error, pues la capacidad de construir verdaderas amistades es crítica para la vida moral y la formación del caracter de las personas.
El texto empieza con un breve análisis filosófico sobre el concepto de amistad que profundiza en el marco Aristotélico. Luego, plantea que los amigos funcionan como “otros yos” (“other selves”) y como un espacio de construcción de relaciones sociales y de vida compartida; en este sentido la amistad es expresión de una actividad moral, de un reconocimiento del otro como distinto a mi pero igualmente valioso, del establecimiento de metas y propósitos compartidos (de una descentración y superación del egocentrismo, diría Jean Piaget) y por lo tanto resulta fundamental como introducción a la vida moral para los niños.
La autora concluye discutiendo algunas de las relaciones del desarrollo de la amistad con los procesos educativos y las metas de la educación, y da algunas pautas muy generales para que las instituciones educativas fomenten el desarrollo de amistades verdaderas e integren este tema tanto en el curriculo como en las interacciones sociales. Como afirma Mary Healy en su texto, si bien no todas las amistades infantiles duran (como tampoco lo hacen las amistades adultas ), es muy importante que el sector educativo reconozca y se tome en serio la posibilidad de la amistad entre los niños. No hacerlo contribuye a empobrecer la calidad de la educación que se les ofrece y atenta contra el desarrollo de la vida moral infantil.
Estimada Susana,
Me parece estupendo que comentes este tema. A raíz de la experiencia amical amarga de mi hija en su salón, soy una convencida de que hay grupos – por decirlo de alguna manera – "poco felices", donde los caracteres, por mas que uno se esfuerce, no cuajan y donde las amistades son poco posibles.
Eso le pasó a mi hija mayor. Al cabo de 8 años con sus mismos compañeros, ella y yo nos tuvimos que rendir a la evidencia de que esa promoción no iba para ningún lado, y me pidió que la cambiara de colegio. Lo mismo hicieron, este año, 3 niñas más que llevaban similar cantidad de años en el colegio.
Siempre se piensa que las amistades surgen por mera "generación espontánea", donde nadie puede meterse ni intervenir. Craso error. El colegio puede hacer y mucho, no sólo fomentando sino detectando e interviniendo psicológica y pedagógicamente cuando hay chicos que malquistan el ambiente de camaradería. He visto y experimentado cuánto daño hace dejar pasar este asunto por no actuar profesionalmente a tiempo.
Saludos!
Estimada Ela, gracias por contarnos la experiencia de tu hija. Que pena que pasen estas cosas en los colegios, pero que bueno que hayas hecho todo un proceso de reflexión con ella. Sin duda debe haber sido una tremenda experiencia de aprendizaje.
Profesora Susana, interesante el considerar este tema de la amistad entre niños. Se sabe que las amistades contribuyen enormemente al desarrollo prosocial del niño; así pues, es más probable que desarrollen un concepto más altruísta de sí mismos en su interacción con sus amistades que con la interacción con los adultos, ya que con los primeros las conductas prosociales son percibidas como más voluntarias, mientras que con los adultos es más probable que se sean percibidas como una obligación o convención. Esto es lo que nos recuerda, por ejemplo,Nancy Eisenberg en su libro Infancia y conductas de ayuda.
Un saludo desde la UNMSM.