¿Cómo alguien en su sano juicio, y peor aun autodenominándose “especialista en educación”, puede plantear que la agenda educativa debe estar dictada por el mercado? Miren lo que dice en su página de facebook un tal Walter Puelles, “especiaista” en educación:
“El mercado prodiga un cúmulo de conocimientos “valiosos”. Esta es la principal característica del tipo de conocimiento que el mercado prodiga: su valor. Tienen valor porque están ligados a una relación de cambio (precio) que refleja la importancia que la gente asigna. Difícilmente se puede edificar exitosamente un sistema educativo desvinculado del mercado, asignando prioridades arbitrarias que afectarán la economía y la sociología de una comunidad“.
Luego dice que los programas educativos del Ministerio de Educación están desvinculados del mercado, y que no cuentan ni con la información ni con los incentivos necesarios para caminar por el “sendero correcto” (comillas añadidas por mi). En el campo privado la cosa funciona porque “si tú no das lo que la gente quiere, corres el riesgo de quebrar y ser sustituido por otro”.
A estas ideas, muchos comentaristas añaden que las metas y fines de la educación deben ser 100 % potestad de los padres, es decir, que son ellos los que deben decidir lo que desean para sus hijos y los que estos deben recibir en la escuela, porque (copio a un comentarista del señor Puelles) “el niño, bajo su condición de niño, es como un animalito, no razona, y es por ello que el papel del padre es crucial“.
En esta entrada de Facebook se pueden ver estos y otros comentarios, al igual que en esta otra entrada de Daniel Salas, en la que yo misma he comentado.
Seguramente hay muchísimas personas que piensan así, y me resulta chocante.
Hay muchas cosas que se podrían decir sobre esto; en este blog he tocado varias veces el tema, por ejemplo, en este post en el que enlazo un articulo crítico de Gonzalo Gamio. También hay muy buenas respuestas y comentarios en los posts de facebook que enlazo. Vale la pena leerlos.
Aquí solamente quiero resaltar un punto. Los niños no son “animalitos que no razonan” sino seres humanos con derechos y necesidades. Los padres tienen libertad, por supuesto, para elegir lo que consideren mejor para sus hijos, pero esa libertad tiene límites porque los niños también tienen libertad y derechos. Y asi como no se puede negar tratamiento médico a los niños por las creencias de los padres (es emblemático el caso de los hijos de los Testigos de Jehova, a quienes se deja morir por evitar una transfusión de sangre), tampoco se les puede privar de una educación de calidad porque sus padres así lo deciden.
Obviamente el tema es muy complejo y sus consecuencias no son tan evidentes como la vida o la muerte, como sí ocurre en el campo de la salud. Pero son igualmente importantes. Por ejemplo, si bien cada comunidad tiene derecho a trasmitir sus propios valores a sus niños, y ese derecho debe estar garantizado en una democracia, ¿se les puede (o se les debe) aislar de la sociedad en la que viven, aun cuando fuera con la intención de protegerlos, en lugar de dotarlos de herramientas para ser críticos de ella pero poder funcionar (y cuestionarla) “desde adentro”? La educación que reciben los judíos ultra ortodoxos es un muy buen ejemplo, pues, como bien se ha señalado más de una vez, “…their schools do not give them the skills to work in a modern economy and no training in civil or human rights or democracy,” Mr. Ben-David said. “They don’t even know what we are talking about — what we want from them — when we talk about discrimination against women” (ver noticia completa aquí).
¿Hay derecho de limitar a los niños asi en función de valores que los padres abrazan pero que no sabemos si los niños han escogido para sí? ¿Qué pasa si los padres no desean que los niños aprendar arte porque lo consideran una pérdida de tiempo, o quieren que se fuercen los procesos de lectura a los 2 o 3 años, o desean que sus hijos sean educados en una ideología que discrimina a las mujeres, ensalza el uso de la violencia, aborrece a los indígenas y/o fomenta el odio hacia los homosexuales? Con una ciudadanía poco informada sobre las necesidades de los niños y los procesos de desarrollo psicológicos y psicopedagógicos, dejar en manos “del mercado” la oferta educativa es, simplemente, irresponsable.
Actualización
El señor Puelles me pide que haga esta rectificación:
Susana, estoy leyendo tu artículo y por favor te pido que rectifiques el hecho de que yo me he “autodenominado” especialista. No he firmado ningún documento o artículo con ese rótulo.Si algún periodista lo ha puesto, pues eso ya transgrede el concepto de “autodenominación”.
Como le digo yo en mi respuesta, si es o no especialista no importa mucho. Lo importante es el fondo de las ideas, con las cuales discrepo.
Entonces Susana, si lo importante son las ideas, ocúpese de ellas. Su artículo se pierde en críticas al post de un tercero.
Creo que me ocupo suficientemente de las ideas en este post, y lo he hecho en otros. El objetivo esta vez era destacar que hay gente que puede llegar a comparar a los niños con "animalitos", y por más demandas que hagan estas personas a la educación, su libertad tiene un límite pues el bien superior del niño está, desde mi juicio, primero. El post de un tercero, como usted lo llama, solo es una continuación del suyo asi que da lo mismo comentar uno u otro. Y ese tiene más comentarios que el suyo, y creo que de mejor calidad.
Me parece que los padres tienen una gran responsabilidad para guiar la mejor educación de sus hijos. El mercado es un complemento de la educación. Pero es ovio que la educación en las escuelas del Estado dejan mucho que desear con respecto a las Privadas. Aunque en las privadas también hay una gama de las mejores a las de escasa calidad.Muy importante es que el niño se sienta agusto y comparta su mundo con alegria sin presión