Estas cosas me indignan!

Horrible

Una de las cosas que más altera mi estado de ánimo y me molesta tremendamente es ver a personas con capital educativo comportarse de manera egocéntrica y fuera de toda norma. Claro, sabemos que la relación entre el nivel educativo y el moral no es lineal, por supuesto (es decir, que no por haber estudiado y tener títulos de lo que sea la gente es mejor persona), pero aun sabiendo esto no deja nunca de sorprenderme y de indignarme la manera instrumental en que profesionales y/o estudiantes avanzados de universidades de prestigio se comportan frente a las normas más elementales de convivencia.

En esta última semana he sido testigo de varios de estos hechos: abogados que manejan sin brevete y se ufanan de ello (me entero de una, por ejemplo, que lleva 8 años haciéndolo y como si tal cosa…), o que pagan para que en el brevete los den por aptos para manejar “sin restricciones”, aun cuando no son capaces de ver más allá de sus narices sin anteojos. Y ya no digo que pagan a los jueces o se coimean entre sí, porque esto es cosa de cada día y ya lo sabemos. Me refiero a estas cosas más pequeñas y cotidianas, las que tienen que ver con el diario vivir y las reglas más elementales del respeto social y el día a día entre personas.

Escuché también de primera mano la historia de un médico que bebe hasta emborracharse y luego a la mañana siguiente se toma una pastilla de no se que cosa, y se va a operar a sus pacientes como si nada. ¿Cuántos más habrán así, de los que uno ni se entera?

Con justa razón, muchas facultades están seriamente preocupadas por lo que ha dado en llamarse la “formación integral” de sus estudiantes, lo que no es otra cosa que educar, además de lo estrictamente académico, el sentido común, la identidad moral y el compromiso con un modo de vida justo y digno. Como sociedad, creo que a este nivel estamos fallando mucho. Acerca de las facultades de derecho he hablado en alguna ocasión, porque el problema del desarrollo moral de los abogados es ya ampliamente reconocido (ver por ejemplo, este post antiguo sobre el tema). Pero las dificultades no se dan solo con los abogados sino que están generalizadas a todos los profesionales, en los que muchas veces impera también una cultura que privilegia el propio beneficio por encima del bien común, y que justifica la violación de la ley y de los derechos más elementales de los otros cuando ello le genera al infractor alguna recompensa personal, ya sea social (reconocimiento por parte de otros), utilitaria (ahorrar tiempo por ejemplo, o hacer lo que a uno le viene en gana) o económica.

Aunque suene a consuelo de tontos, esto parece ser un lugar común en muchas partes del planeta. Por ejemplo, para mencionar solo un país, Colombia, un estudio de cultura ciudadana dirigido por el ex alcalde de Bogotá, Antanas Mockus (2002) halló que el 35% de los estudiantes bogotanos evaluados se podía clasificar como anómicos, lo que significa que eran proclives a justificar el desobedecer la ley cuando esto les produce algún beneficio personal, principalmente económico.

El problema es complejo y no le veo una solución pronta. Quizás ayudaría si en la universidad todos estuvieramos más atentos a las pequeñas trasgresiones, aquellas del día a día que muchas veces pasan desapercibidas: los alumnos que fuman en el campus sin respetar la norma que prohibe hacerlo es un ejemplo palpable de esto, pero también aquellos que -participando en una campaña política – colocan propaganda en fechas en que está prohibido hacerlo y se salen con la suya (se de un caso reciente, por eso lo menciono), o aquellos que presionan a los profesores a saltarse los reglamentos para aprobar un curso cuando no les corresponde y, lamentablemente, también se salen con la suya algunas veces.

Referencia
MOCKUS, A. (2002). Convivencia: Reglas y acuerdos. En: Seminario
internacional de educación ciudadana, MEN, Educación Integral, Año II

Puntuación: 3.25 / Votos: 4

Comentarios

  1. Alberto escribió:

    Efectivamente, indigna, pero nuestro hígado no resuelve y se resiente. Creo que la palabra enseña, pero el ejemplo arrastra. Desde hace años, los hogares (progenitores), con el asunto de mejorar el status quo (económico, material), descuidan irresponsablemente a la progenie y es así que no hay paradigmas, reconvenciones, límites, diálogo, amor en suma. El resultado, es el tema que nos compete, crisis de valores, de ética, de moral, de espiritualidad. Es tiempo de hacer algo más que hablar, hay que actuar, antes que sea demasiado tarde (la esperanza nunca debe perderse). Gracias por sus envíos. Dios le bendiga.

  2. sfrisan Autor escribió:

    Alberto, gracias por comentar. Yo creo que no se trata de amargarse el hígado como dice, pero tampoco de dejar de indignarse. A mi personalmente la indignación me sirve de motor, de motivación para hacer cosas. Los que me conocen en la universidad saben que no me quedo nunca con la boca cerrada…

  3. Mariella Sala escribió:

    Muy buen artículo lo que propones sobre una educación o formación integral. Habría que empezar con los maestros, sin embargo. Muchas veces son ellos lo que actúan como los profesionales que mencionas en tu arículo. Me parece importante difundirlo.

  4. sfrisan Autor escribió:

    Mariella, es cierto. Los profesores que han pagado por pasar el examen del Ministerio son una muestra de ello.

  5. rosa valle escribió:

    Estimada Susana
    No solo alumnos fuman dentro del campus también profesores y personal administrativo. Quizás sería bueno recordar por Puntoedu cuando se reedite que está prohibido. Creo que comenzar por casa con las pequeñas transgresiones ayudaría.
    Saludos

  6. sfrisan Autor escribió:

    Si son los profesores, igual de mal, o peor. Pero yo la verdad es que he visto a un par de colegas que fuman irse FUERA de la universidad para hacerlo (seria mejor que dejaran de fumar, pero ese es asunto de ellas…).

  7. paola gonzalez del riego escribió:

    estimada
    comparto tu indignación y la actitud de no quedar con la boca cerrada, que mas podríamos hacer con esas personas que viven tan en su mundo que no se han enterado que hay otras personas que tienen derechos que hay que respetar
    saludos

  8. Claudia Zegarra escribió:

    Hola, Susana. Respecto a estos asuntos, creo que lo peor es acostumbrarse y terminar percibiendo ese estado de las cosas como algo normal. Creo que eso es lo que sucede no solo en la universidad sino en nuestra sociedad en general. Recuerdo haber visto propagandas politicas dentro de la universidad cuando ya no se estaba en la fecha establecida para hacerlo, y sin embargo este hecho nunca ha sido sancionado por ninguna autoridad de la Universidad. Eso me preocupa, pero creo que lo peor fue que la mayoria de los alumnos no tomo ninguna posicion respecto a ello.

  9. Haydee Oblitas escribió:

    Los profesores en la PUCP podriamos empezar formando mejor a los alumnos de Psico, por ejemplo, en tales como: no dejarlos entrar con botellas de agua o galletas al salon en hora de clases, no permitirles entregar trabajos fuera de fecha sin sancion, etc., etc. Ademas, nosotros mismos no somos buen ejemplo si llegamos tarde a clase o salimos antes de la hora, si no cumplimos con los syllabus o devolvemos tarde examenes o trabajos corregidos y un largo etcetera. Organicemos una campanha Susanita

  10. Elena Saona escribió:

    Susana:
    Saludos. En esta campaña habría que tomar en cuenta que las instituciones se encuentran dentro de un "mercado" y que muchos alumnos, si se les pone demasiadas normas, simplemente se cambian a otra institución más flexible. Justamente problematizaba el tema con otros docentes de educación superior y la conclusión fue que es riesgoso exigir a los alumnos que sean más cumplidos porque la deserción puede aumentar.¿Qué hacemos, entonces?
    Elena saona

  11. sfrisan Autor escribió:

    Elena, no se que decirte. Lo único es que si el criterio que prima es únicamente el del mercado, que desvirtua la naturaleza de la educación, muy poco se podrá hacer desde una perspectiva pedagógica. De eso estoy hace rato más que convencida.

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