Llevando a los niños al colegio escuché esta conversación entre (P) y (C), ambos de 6 años, que se disparó luego de que le pregunté a la niña (C) en que trabajaba su papá:
Yo: ¿En qué trabaja tu papá? ¿Sabes?
C: No sé…. Pero antes era guardaespalda
P: ¿Qué es guardaespalda?
Yo: Alguien que cuida a otra persona. Por ejemplo, a los presidentes, para que no les hagan daño. Por eso se llama guardaespaldas, porque están atrás de la persona cuidando que nadie se le acerce por la espalda y la golpeé o le robe…
P: Ah….
C: sí, y mi papá tenía pistola cuando era guardaespalda!!!
P: ¿si?
C: ¡si!!!!
P: ¿y para qué tenía pistola?
C: Para matar a los ladrones!! para matar a todos los malos
P: Eso está mal….
C: No
P: Sí
C: No
P: sí, está mal, porque los ladrones también tienen derecho a vivir…. ¿no es cierto mamá? tienen derecho a vivir…
Creo que esta anécdota refleja un punto muy importante: si bien un niño de 6 años no tiene una representación del derecho a la vida como la tenemos los adultos, sí logra tener intuiciones que construye a partir de lo que le dicen sus seres significativos. Lo que oye de manera formal (en la escuela, como parte del curriculo) pero también y sobretodo de manera informal, en las conversaciones coloquiales que se tienen en casa por ejemplo, influye decisivamente en las primeras configuraciones sobre lo bueno y lo malo, las que quedan “grabadas” en la memoria remota para permitir reflexiones más profundas sobre ellas conforme los niños van desarrollando mayores capacidades cognitivas. Importante entonces conversar con los niños de temas sensibles… en algún lugar de la memoria quedan esas conversaciones, las que forman la materia prima para los juicios morales presentes y futuros.
Soy profesora; tengo un anécdota de una alumna de dos años, en diciembre cumple 3.
Al terminar el día, estaba llenando las agendas y enviaba a los padres una circular sobre una campaña de solidaridad con los niños del Cuzco.
Francesca al ver las fotos se impresionó por los niños (ella es Argentina).
Yo le explique que los niños sentían mucho frío y que muchos de ellos no tenían como abrigarse y algunos ni zapatos tenían.
A lo que ella me respondió ¿Y qué vamos a hacer?
Le conté sobre la campaña que consistía en dar 30 soles y se le iba a comprar una frazada, un par de botas y un abrigo.
Suspiró aliviada y me dijo ¿también una campera? (casaca)
La sensibilidad de la niña es realmente especial y coincido plenamente que ésta se desarrolla a partir de las experiencias y de cómo nos ven en diferentes situaciones.
Interesante post Susana
Interesante diálogo y reflexión.
Como escribo esto tras un comentario en "Mal educando la ética", publicado el 17/09/2007, en que se habla de la inconsistencia, tal como yo lo enfoqué, pienso en que esas "grabaciones" que quedan de sus tutores, etcétera tienen que tener cierto nivel de coherencia. Hay casos, muy frecuentes en clases altas, por haber tenido mayor influjo educativo, de inconsistencia fuerte, cuando se les educa, por ejemplo, en un colegio de marcada tendencia conservadora y sin embargo, su padre, <i>dice</i> defender esos valores -para eso eligió el colegio-, pero no actúa en consecuencia… El resultado, andado el tiempo, es desalentador.
Interesantísimo tema doctora. Estoy bastante interesado en cómo puede influir la ausencia de los padres (física o psicológica, temporal o permanente, justificada o injustificada) en el desarrollo de los valores y los modelos de vida de los niños y sus repercusiones en la vida adulta.Le agradecería me recomendase algún texto relacionado, ya que deseo investigar sobre ese tema ya que lo he oído y visto pero no he encontrado algún estudio científico al respecto.
Pd. Soy estudiante de la UNMSM, sería un honor verla por allá.