Levy Farías me hace llegar este simpático texto, que complementa e ilustra con un ejemplo propio el post que acabo de escribir acerca de tomarse a los niños en serio. Es un texto breve (y el ejemplo del jabón es muy ilustrativo!). Recomiendo su lectura.
Primero agradecerte por el texto, muy bueno.
Y por el me han surgido varias interrogantes acerca de la relación que se debe tener con los niños en clase. Concuerdo con que los niños no son ni pizarras en blanco ni adultos pequeños por el contrario, traen consigo toda una carga de conocimiento. Trabajo con un grupo pequeño (16) de niños de 6 años(como auxiliar) y siento que cada día los voy conociendo más y también veo los intereses de algunos, pero qué cosas podría hacer para lograr conocerlos más a fondo. Y también que clase de cosas son las que no dejan fluir libremente su personalidad y que si las hago podría influir de manera negativa en ellos. Realmente pienso que cuando uno conoce más a sus alumnos puede hacer mejores cosas por ellos.
Mayormente siento que se logra mucho por medio de la comunicación, el escucharlos es esencial. También cuando veo que hay cosas que ellos pueden hacer pero no las hacen y me dicen, "mis no puedo, hazlo tý" les suelo decir: "no me gusta que digas que NO PUEDO, busquemos soluciones" o trato de ayudarlos a hacerlo por ellos mismo, que tan bueno es que les diga eso?
Disculpa si este comentario se volvió más una encuesta pero es que me surgen muchas dudas que necesito consultar y tomar nuevos puntos de vista y respeto mucho el tuyo.
Gracias
Jen, las gracias hay que darlas a Levy que me lo mandó. Para conocer a los niños no hay mejor cosa que observarlos y preguntarles siempre que piensan y por qué. En ese sentido lo que haces está muy bien. Hacerle daño a un niño pasa por no reconocerlo, así que lo mejor es siempre responder a sus estado afectivos (si llora, abrazarlo, etc.) y darle tu punto de vista (sobre las normas, sobre lo que piensas, etc.) con firmeza pero con mucho afecto.
Farías tiene razón al señalar que muchos padres o madres se habrán percatado de que sus pequeños no son pizarrines en blanco. En lo que creo que se equivoca es cuando desliza la idea que hubo un tiempo en que la psicología no admitía esa conclusión. Sería realmente muy ingenuo, por parte de cualquier psicólogo, creer que un niño de dos o tres años, o aun menor, es todavía una tábula rasa. Todo lo que el niño aprende, aun desde antes de nacer, cambia la manera en que responderá en el futuro incluso a los mismos estímulos. En el análisis de la conducta este factor es llamado por algunos historia de reforzamiento y por otros, con algunos agregados, historia interconductual. Pero dicho factor no es una simple acumulación de experiencias.
Farías cita una referencia de Kohlberg sobre juicios infantiles "no interiorizados", es decir, "construidos" por el propio niño e ilustra el caso con el ejemplo del jabón. Yo creo que más que "construir" el conocimiento de que el jabón corta, lo ocurrido es más bien un ejemplo de un defectuoso aprendizaje de conceptos. Como se deduce de la propia descripción del ejemplo, la enseñanza no reparó en que la propiedad relevante del vidrio, para cortar, es el filo. Ciertamente, puede ser difícil enseñar un concepto
y mi propia experiencia me señala que los alumnos que intentan aprenderlos suelen apuntar en muchas direcciones erróneas (señalan propiedades no relevantes), en tanto no se les de una buena instrucción. Qué propiedad consideren definitoria del concepto dependerá, por supuesto, de lo que ya saben. Y esto, a su vez, depende de su historia de reforzamiento o de su historia interconductual.
creo que a ningún conductista se le escapa que el conocimiento individual es "construido"n en este sentido. El problema es cómo lograr que el alumno construya el conocimiento correcto.
Aunque el comentario de Roberto me parece muy interesante, me parece muy difícil lograr un vocabulario o valoraciones comunes entre distintos paradigmas. Y es bastante claro que el conductismo y el constructivismo difieren en muchísimas cosas. Pero más allá de las brechas entre distintas escuelas psicológicas, si no recuerdo mal, todo esto (en posts anteriores) vino al caso por el comentario de un maestro, que ponía en duda hasta qué punto puede un niño pequeño formarse ideas que no le vengan más o menos directamente de su medio social. Y como antídoto a ese tipo de creencias, es que el constructivismo resulta especialmente eficaz. No sólo por sus logros, sino incluso en algunos de sus tropiezos. Como p.ej., lo que sucedió con Piaget, que al estudiar los juegos infantiles, se interesó por los de los varones, que suelen discutir mucho sobre las reglas; y pasó por alto los de las niñas, que parecían tener menos inquietudes jurídicas… sesgo que después reclamaría acerbamente Carol Gilligan, como una expresión de machismo psicologizado. De modo que, puntualizando, lo que quiero decir es: 1) que no creo que el "constructivismo" se pueda reducir fácilmente al vocabulario conductista, o que tenga caso intentarlo; y 2) que el "constructivismo", llevado a sus últimas consecuencias, implica que lo(a)s psicólogo(a)s no deberían dar siempre por sentado que entienden mejor que sus sujetos de estudio cuál es el modo CORRECTO de construir un conocimiento. En el ejemplo que he mencionado, si Gilligan está en lo cierto, las niñas suizas entendían mejor un tipo de juicio moral centrado en el cariño, la relación y el consenso, ¡que el mismísimo Jean Piaget!, a pesar de todos sus enciclopédicos conocimientos.