Archivo por meses: noviembre 2007

Mesa Redonda y las creencias

Imitación

Me resulta muy preocupante (por decir lo menos) ver como las personas se exponen innecesariamente a situaciones de peligro, no escarmientan ni aprenden de las experiencias previas, y repiten sus errores una y otra vez. Es el caso de los comerciantes de la nuevamente incendiada Mesa Redonda, que parecen no haber aprendido la lección del primer incendio (el que dejó más de 300 muertos) y han seguido haciendo conexiones de luz clandestinas, sótanos improvisados y peligrosísimos, además de haber continuado abarrotando corredores y techos -que deberían estar libres para el paso de personas- de muchos materiales altamente inflamables.

Martín Tanaka se ocupa del tema en su columna de hoy y yo coincido plenamente con su postura:

A propósito del incendio en mesa redonda

Creo sin embargo que además de los elementos que los diversos análisis mencionan (falta de estructura moral de la gente, ausencia de autoridad municipal, reglas laxas que se cumplen a veces sí y a veces no, y un largo etc.) hay un aspecto importante a considerar que usualmente se deja de lado: las creencias de las personas.

Un periodista esta mañana le preguntaba a los comerciantes de Mesa Redonda qué preferían, si el comercio o la vida. Creo yo que se trata de una pregunta mal formulada desde su base, pues parte de la idea equivocada de que las personas no valoran su vida y por eso la exponen a situaciones peligrosas o hacen otras elecciones por sobre ella (Rosa Maria Palacios afirma esto en su columna en Peru 21, la que puede leerse en el enlace que puse más arriba al artículo de Martín Tanaka). Pero esto no es así, nadie (o muy poca gente, para ser exactos) en su sano juicio va a elegir no preservar la vida pues mantenerse vivo es, valga la redundancia, un instinto de cualquier organismo viviente. El asunto puede entenderse mejor si se incluyen las creencias que las personas tienen, entendiéndose por creencias aquellas verdades personales que ya sea que deriven de las experiencias reales o de la fantasía, tienen un componente afectivo y una valoración, y facilitan a las personas su definición de sí mismas y del mundo en el que viven. Se trata de construcciones mentales a las que la persona asigna validez o credibilidad suficiente y que por lo tanto, guian su pensamiento y su conducta.

Cuando una persona que tiene un puente disponible cruza una avenida de alto tránsito sin usarlo, no lo hace porque desee morir o no ame la vida. Lo hace porque tiene la creencia de que él o ella puede pasar rápidamente por la pista, que usar el puente “es para los tontos”, que ella o él está en completa capacidad de cruzar corriendo y controlar la situación y que por lo tanto el esfuerzo de subir al puente resulta excesivo e innecesario. De igual modo, muchas personas están convencidas de que ellas pueden diferenciar a una persona con sida de otra que no sufre la enfermedad, y por lo tanto, se exponen a situaciones de alto riesgo no porque no amen la vida, sino porque tienen la creencia de que el sida “se ve” y que ellas por lo tanto pueden detectarlo a simple vista. Los que manejan como locos y se pasan al carril contrario en una avenida de doble sentido lo hacen no porque desean suicidarse o porque no se valoren, como piensan algunos, sino al contrario, porque creen que son los mejores choferes del mundo y que van a poder salir airosos de esta situación. Para ellos, solo chocan los tontos.

Del mismo modo, detrás de comportamientos tan necios como los de los comerciantes de Mesa Redonda, además de las variables correctamente identificadas (la falta de sanciones drásticas y sistemáticas es una de las principales) también habría que explorar y combatir las creencias de las personas: que los incendios son eventos rarísimos e infrecuentes que se deben al azar y no a los comportamientos de las personas, que las conexiones eléctricas clandestinas en realidad no generan incendios, y que si sucede uno finalmente, siempre se puede controlar. El primer incendio en Mesa Redonda fué para ellos solo una eventualidad, algo con muy baja probabilidad de repetirse… OJO: estas creencias pueden ser automáticas, la gente no siempre está consciente de ellas. Sin embargo, tal como demuestran las investigaciones psicológicas, seamos conscientes de ellas o no las creencias determinan muchas veces aquello que pensamos, las elecciones que hacemos y el comportamiento que mostramos.

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Revista virtual – conciencia ética laica

Mate burilado

Mi amiga Maria Cristina Moreno recién me dió aviso de que en su trabajo, en la oficina del Comité Regional Norte de Cooperación con la UNESCO de Monterrey, México, sacan una revista electrónica llamada SENDEROS, en cuyo número de Agosto 2005 publicaron un foro electrónico que lleva por título: El desarrollo de una conciencia ética laica. En este número participaron Rupert Wegerif (University of Southampton, United Kingdom), Darcia Narvaez (University of Notre Dame, United States), Georg Lind (Universität Konstanz, Germany), y. Emilio Martínez (Universidad de Murcia, España).

Es un número dedicado a este tema particular (la construcción de una conciencia ética laica) de la educación moral. Para lectores interesados en darle un vistazo dejo el enlace general a la pagina del Comité Norte ya que no consigo ligar directamente el número de Senderos que menciono. Pero es sencillo, lo que hay que hacer es darle click a la pestaña educación (bajo el encabezado), luego a investigación, y allí aparece Senderos. Denle click en el historial (abajo, al final de la página) y seleccionen la revista número 1 (tambien pueden darle click a cualquier número de SENDEROS de los que aparecen en la página principal y luego entrar al historial abajo para seleccionar el 1. Si pueden revisen todos los números, traen temas que resultarán interesantes a todos los que tengan algo que ver con la educación):

El desarrollo de una conciencia ética laica

Nota:
Imagen del mate tomada de aquí » Leer más