Mesa Redonda y las creencias

Imitación

Me resulta muy preocupante (por decir lo menos) ver como las personas se exponen innecesariamente a situaciones de peligro, no escarmientan ni aprenden de las experiencias previas, y repiten sus errores una y otra vez. Es el caso de los comerciantes de la nuevamente incendiada Mesa Redonda, que parecen no haber aprendido la lección del primer incendio (el que dejó más de 300 muertos) y han seguido haciendo conexiones de luz clandestinas, sótanos improvisados y peligrosísimos, además de haber continuado abarrotando corredores y techos -que deberían estar libres para el paso de personas- de muchos materiales altamente inflamables.

Martín Tanaka se ocupa del tema en su columna de hoy y yo coincido plenamente con su postura:

A propósito del incendio en mesa redonda

Creo sin embargo que además de los elementos que los diversos análisis mencionan (falta de estructura moral de la gente, ausencia de autoridad municipal, reglas laxas que se cumplen a veces sí y a veces no, y un largo etc.) hay un aspecto importante a considerar que usualmente se deja de lado: las creencias de las personas.

Un periodista esta mañana le preguntaba a los comerciantes de Mesa Redonda qué preferían, si el comercio o la vida. Creo yo que se trata de una pregunta mal formulada desde su base, pues parte de la idea equivocada de que las personas no valoran su vida y por eso la exponen a situaciones peligrosas o hacen otras elecciones por sobre ella (Rosa Maria Palacios afirma esto en su columna en Peru 21, la que puede leerse en el enlace que puse más arriba al artículo de Martín Tanaka). Pero esto no es así, nadie (o muy poca gente, para ser exactos) en su sano juicio va a elegir no preservar la vida pues mantenerse vivo es, valga la redundancia, un instinto de cualquier organismo viviente. El asunto puede entenderse mejor si se incluyen las creencias que las personas tienen, entendiéndose por creencias aquellas verdades personales que ya sea que deriven de las experiencias reales o de la fantasía, tienen un componente afectivo y una valoración, y facilitan a las personas su definición de sí mismas y del mundo en el que viven. Se trata de construcciones mentales a las que la persona asigna validez o credibilidad suficiente y que por lo tanto, guian su pensamiento y su conducta.

Cuando una persona que tiene un puente disponible cruza una avenida de alto tránsito sin usarlo, no lo hace porque desee morir o no ame la vida. Lo hace porque tiene la creencia de que él o ella puede pasar rápidamente por la pista, que usar el puente “es para los tontos”, que ella o él está en completa capacidad de cruzar corriendo y controlar la situación y que por lo tanto el esfuerzo de subir al puente resulta excesivo e innecesario. De igual modo, muchas personas están convencidas de que ellas pueden diferenciar a una persona con sida de otra que no sufre la enfermedad, y por lo tanto, se exponen a situaciones de alto riesgo no porque no amen la vida, sino porque tienen la creencia de que el sida “se ve” y que ellas por lo tanto pueden detectarlo a simple vista. Los que manejan como locos y se pasan al carril contrario en una avenida de doble sentido lo hacen no porque desean suicidarse o porque no se valoren, como piensan algunos, sino al contrario, porque creen que son los mejores choferes del mundo y que van a poder salir airosos de esta situación. Para ellos, solo chocan los tontos.

Del mismo modo, detrás de comportamientos tan necios como los de los comerciantes de Mesa Redonda, además de las variables correctamente identificadas (la falta de sanciones drásticas y sistemáticas es una de las principales) también habría que explorar y combatir las creencias de las personas: que los incendios son eventos rarísimos e infrecuentes que se deben al azar y no a los comportamientos de las personas, que las conexiones eléctricas clandestinas en realidad no generan incendios, y que si sucede uno finalmente, siempre se puede controlar. El primer incendio en Mesa Redonda fué para ellos solo una eventualidad, algo con muy baja probabilidad de repetirse… OJO: estas creencias pueden ser automáticas, la gente no siempre está consciente de ellas. Sin embargo, tal como demuestran las investigaciones psicológicas, seamos conscientes de ellas o no las creencias determinan muchas veces aquello que pensamos, las elecciones que hacemos y el comportamiento que mostramos.

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Comentarios

  1. Martín escribió:

    Susana,
    unas recomendaciones de lectura sobre los temas que tratas, de uno de mis autores favoritos:

    Getting Hooked: Rationality and Addiction, by Jon Elster (Editor), Ole-Jørgen Skog (Editor). Cambridge UP, 1999.

    Alchemies of the Mind: Rationality and the Emotions. Jon Elster. Cambridge University Press, 1999.

  2. Emma Canchari escribió:

    Usando ese argumento, entonces cualquier persona, de cualquier estrato social y de cualquier nivel educativo puede tener este tipo de "creencias"; sin embargo, estas creencias no son relevantes al momento de imputar responsabilidad. Desde que las personas conocen que el acto que están cometiendo lesiona un bien jurídico protegido por el ordenamiento, entonces deben ser sancionados. Es muy interesante este análisis con respecto a las creencias tácitas que no conllevan necesariamente a darse cuenta real de las circunstancias; sin embargo, en el caso concreto estas son irrelevantes.

  3. sfrisan Autor escribió:

    Gracias Martín, no conocía esos textos. Los voy a buscar. ¿Estarán en la biblioteca?

    Emma: creencias tenemos todos. Ocurre sin embargo que algunas son más adaptativas o menos distorsionadoras e irracionales que otras. Y en efecto, no son relevantes para imputar responsabilidad porque son parte del funcionamiento normal de cualquier ser humano. No significan falta de contacto con la realidad ni nada por el estilo. Uno sigue siendo responsable de sus actos (y de sus creencias, diría yo! sobre todo si no hace nada por cuestionarlas…). Pero si bien son irrelevantes para la imputación de responsabilidad, no lo son en términos educativos y psicológicos. Lo que hay que hacer es combatir las creencias y ayudar a la gente a revisarlas y a reemplazarlas por otras más adaptativas y saludables.

  4. Haydee escribió:

    Susana:

    Lamentablemente para poder llegar a cuestionar una creencia, es necesario darse cuenta de que esta existe, de que es necesario cuestionarla y finalmente hacerlo. Este es un trabajo cognitivo que las personas no harán hasta que la experiencia o la realidad los lleven a percatarse del tema de manera impactante o porque le produzca un malestar emocional. Otro tema a tomar en cuenta es que la vida diaria les refuerza una y otra vez sus creencias.
    Por ejemplo, se incendió toda una galeria y no hubo ni un solo muerto, entonces se refuerza la creencia de que aunque puede darse un siniestro, a ellos no les pasará nada. Como este ejemplo, cientos diariamente.

  5. Leo escribió:

    Lo que dice Haydeé me hace recordar que en el caso de los adolescentes se suma la percepción de in-vulnerabilidad (al respecto pueden ver el test de Shepperd & Youngblade o la investigación de Quadrel, Fischhoff & Davis).

    Desde chico he escuchado decir que el Perú es un país adolescente (tengo mis dudas, pero es vox populi jeje)… ¿Será por eso que la creencia de que "no me pasará nada" está tan extendida?

  6. Darío escribió:

    En realidad todo esto me parece tan teorico que no los imagino discutiendo con esta gente que crea situaciones de peligro llendo en contra de las normas, sera que no creen en las normas digo yo, y aplicaran sus propias normas. Tratando de ser empatico con los comerciantes de la zona se me complica todo y no logro entender , me parece irracional, es como un diabetico que siendo conciente de su enfermedad no deje de comer chocolates.
    Yo creo q el punto aqui es la mala estrategia de ubicacion para tantos puestos de comercio, a lo que se suma el irrespeto por las normas de seguridad con la finalidad de obtener mas ganancias o menos gastos. ¿Que pasara por la cabeza de las personas que tinen estos negocios?, por una parte coinsido con Susana , pues hay muchos limeños que se creen vivos o que creen que no son tontos y le sacan la vuelta a las compañias de servicios o al mas cercano copmpetidor. ¿que hacer al respecto? Aplicar la fuerza no seria una mala idea, en el sentido de ordenar, ubicar y supervisar el cumplimiento de las normas, y es que facil como a un adolecente , que hay que observarlo cuando anda en malos pasos. No creo que el Peru sea un Pais adolecente, creo que es una socuiedad joven a comparacion de europa o el mismo estadops unidos, buemno, parece que los incendios estan de moda, acaba de pasar un camio de bomberos , ire a ver ,noparece lejos

  7. Lazaro escribió:

    Nos quitaron el mar, inka cola, cristal, cusqueña, backus, wong

    Todas esas empresas han sido compradas por el extranjero y una de las pocas cosas que aún en partes nos pertenece es mesa redonda. Pero donde aún algunos peruanos podemos hacer empresa.

    El estado promueve una alianza con los chinos cuando sabemos que ellos basan su economía en la esclavitud, les pagan 4 dólares el día por estar en sus manufacturas.

    Nosotros los peruanos que hacemos negocios en mesa redonda nos enfrentamos ante un gran problema. Porque nos enfrentamos desde los hombres serpiente, la mafia china, la prostitución, a toda esa gente extranjera.

  8. Nancy escribió:

    Yo llamaría a este comportamiento "Conducta superficial" e falta de conciencia … lo que significa inconciencia por parte de los usuarios y de las autoridades. Aqui en Italia quien atraviesa los rieles del Tren es multado cuando es visto por la autoridad y cuando es visto por parte de la ciudadania es considerado un suicida. Arrivederci y que tengan un lindo dia..

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